Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.
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jueves, 1 de mayo de 2025

El viento de Levante en Cádiz

Viento de Levante en Cádiz: La maldición y la bendición de una especie de cuento costero.

¡Ay el viento de Levante! Es un nombre que te resultará familiar en cuanto tengas oportunidad de pisar Cádiz. 

Es una fuerza de la naturaleza, un espíritu salvaje que puede llevarte al borde de la locura y a la vez, dejarte maravillado por su poder.

Pero el Levante tiene una cuestión de doble filo: Aunque pueda parecer molesto e incordiante, es la razón por la que la mayor parte del litoral gaditano permanece intacto ante las imponentes construcciones y las abrumadoras multitudes de turistas que invaden otras costas, las playas esperan su visita para rendirle pleitesía, entregar su arena y su agua, y así despejar tanta muchedumbre que las agobian. 

Es el guardián de esta joya costera.

Imagínate esto: el viento de Levante llega rugiendo desde el Mediterráneo, especialmente en los calurosos y secos días de verano. Puede ser implacable, drenándote la energía con cada ráfaga. Es el tipo de viento que puede convertir tu cabello en un torbellino de caos. 

Se convertirá en el dueño de tu terraza, ventanales, azoteas, de tu calle y cualquier otra posesión que tengas al aire libre, no encontrarás socaire porque no hay lugar donde guarecerte, el Levante te hallará siempre… Y te dará un ataque de nervios.

Te empujará por la calle y de repente, tratará de impedirte andar, no dejará en paz tu pelo o cualquier prenda que lleves en la cabeza, revoloteará las faldas de cualquier mujer que se atreva a salir con una de ellas puesta. Los ciclistas encontrarán mil dificultades para avanzar, o será fácil pedalear si de improviso vira a la espalda de quien ose desafiarlo.

Por otro lado, está el viento de Poniente, su antagonista, que es una brisa refrescante del Atlántico que trae una sensación de calma y alivio, excepto en invierno porque te dejará aterido de frío, ya que aunque haga sol, es capaz de engañarte mientras lo observas desde el cristal de tu ventana. El Poniente, en verano, es como un suave suspiro tras el tempestuoso abrazo del Levante. 

Nuestros visitantes no lo quieren, porque incluso en las noches de verano, has de ponerte una manga larga. Ellos buscan calor y canícula y el Poniente se lo arrebata.

Entre el Levante y el Poniente, Cádiz siempre tiene una historia que contar. Es un lugar donde los vientos susurran historias de mar y arena, donde cada ráfaga trae consigo un toque de aventura.

Si estás en Cádiz, y sabes que el viento de Levante está mostrando su fuerza en ese momento, ¡no te preocupes! Hay un lado positivo: Sumérgete en el estilo de vida de la ciudad en algunos de sus bares, paseando por las pocas calles donde te podrás medianamente guarecer de su fuerza, o probándola pegado al mar viendo como la espuma de las olas llegan hasta tu cara por mucho que pienses que estás a salvo de sus salpicaduras. Es una oportunidad para disfrutar de esta idiosincrasia, pero nunca busques la comodidad de tu casa.

Así que, viajeros y viajeras que están curtidos por el viento, recuerden que el Levante no es solo un fenómeno meteorológico: forma parte del alma de Cádiz.

Es la razón por la que este rincón del mundo sigue siendo una joya escondida, un lugar de belleza indómita y un tesoro de historias por descubrir. 

Enfréntate a su fuerza.




lunes, 7 de abril de 2025

Costumbres y recuerdos. Parte 2ª y última.

 

Aquí tuve que dejar mis contemplaciones porque me encontré en el Paseo del Perejil con Don Anselmo. Estaba en Cádiz. Me extrañó mucho encontrarle a esta hora por ser precisamente las cinco menos diez minutos; de manera que a tal hora debía estar aún en casa del peluquero. Mi afán de hablarle de otro asunto de más interés para mí en aquel instante, me impidió averiguar la causa de que se encontrase allí diez minutos antes de las cinco, y le pregunté prontamente:

- Pero hombre: ¿Qué es de Pepito? Anoche me fue imposible hablar con usted dos palabras de esto porque Perate no nos dejó: dígame usted lo que  hay.

- Pues lo que hay, contestó Don Anselmo mascando madera, no tiene nada de bueno.

- Es posible ¿Pues qué ocurre ahora? ¿Dónde está él?

- En Sevilla. Conforme hirió a Ramón, marchó a su casa. Me dijo últimamente que tenía sobre su pecho como una losa de plomo aquella acción que con el noble muchacho había cometido. Pepe, para que usted lo sepa, se figura que ese desafío es el último golpe que ha dado a su felicidad. Ha escrito a su dichosa Manolita diferentes cartas y a ninguna tuvo contestación. El padre de esa Manuela, Don Andrés creo que se llama, sí le contestó cierta vez en nombre de su hija, diciéndole, entre otras cosas muy tristes pero muy razonadas, que no se moleste más en escribir. Decíale en la carta que le creía un loco, pero no un malvado, y concluyó afirmándole que ni quería Manuela continuar en aquellos amores, que fueron suplicio suyo y de sus padres, ni se lo consentirían tampoco sus padres, caso de que la hija quisiese. Pepito conoce muy bien a esta familia, y manifiesta que cuando Don Andrés se atreve a escribir en tal forma es porque ella lo permite y está de acuerdo con él. 

Cuando tuvo la seguridad de la indiferencia de Manolita, enfermó de pronto de tristeza, y para curarse de ella ha jugado mucho y ha bebido más. Vio que esta vida no le halagaba, y se consagró al estudio. Así continúa retirado, solo, sin hablar con nadie, y  notándosele a la legua que su salud decae mucho. ¡Pobre Pepe!.

Así acabó Don Anselmo; dio unas cuantas vueltas a su bastón y tarareó una tonadilla.

Ante las palabras indiferentes de aquel hombre, que parecía insensible para todo lo que no fueran sus propias debilidades, pensé yo en lo efímero de las cosas y en la imperfección moral de los hombres. ¡Pobre Pepe! dije yo también para mí ¡Cuánta era su desgracia Su carácter le había perdido; su exagerado amor le había robado el amor de los demás. ¿Era Pepe un espíritu superior? Se me figura que sí. Pero ¿Manolita no lo era también? ¿Por qué entonces no lo comprendía? Y aquí  mi pensamiento se encontró delante de tan recia muralla. En aquel instante compadecí y amé mucho más a Pepe que a Manuela y Ramón ¿Sabéis por qué? Porque allá en lo último de mi cerebro creía entrever que las penas de Pepe resultarían a la larga, como urnas de hierro donde se encerrarían para siempre las de Ramón y Manuela.
Salí del Perejil con Don Anselmo, internándome en la población. Había quedado por la mañana con Don Rafael de la Viesca en encontrarle en el Casino Gaditano, que no tuve ocasión de ver aún. Allá fuimos, y el amable fundador y director del periódico 'La Dinastía' me guio en el suntuoso y gran local, haciéndome ver minuciosamente aquel centro de recreo y de ilustración que sin disputa puede figurar entre los mejores de España.

Como en épocas memorables de este Casino Gaditano, se recuerdan tres: La de los terremotos del 85, la del cólera del mismo año y la del baile celebrado allí en el 87, en honor al Duque de Génova, que vino a Cádiz a visitar la Exposición Marítima.

Cuando los terremotos, demostraron los gaditanos su generosidad por el hecho siguiente: Se organizó una rifa en el Casino Gaditano, que produjo en veintisiete horas, cuarenta mil pesetas, que se destinaron a las víctimas de los terremotos y para la reedificación, con otras cantidades, de quince casas del pueblo granadino: Abruñeda. En el mismo año 85 costeó a diario durante la epidemia de cólera, las raciones de los asilos, y en el baile del 87, dado en honor del Duque, se desplegó un fausto que hizo creer que el pueblo gaditano no es ni con mucho tan pobre como parece. Contándome estaba estas cosas Don Rafael de la Viesca, cuando fijé los ojos distraídamente en un cuadro de honor que había en uno de los testeros de la gran sala: Hacíase constar en aquel cuadro de la fecha de aquel baile célebre y la noticia principalmente de que el Duque de Génova bailó el rigodón de honor con la Señorita Doña María Ferrer. 

Al leer, me puse triste, no por lo que leí, pero sí por las memorias que me trajo el nombre de María Ferrer. 

Manuel Martínez.








lunes, 10 de marzo de 2025

Costumbres y recuerdos. Parte 1ª.

 

Hace mucho tiempo escribía yo, Manuel Martínez, a una ilustre amiga, viajera eterna y apasionada furiosa del carácter y las costumbres andaluzas: "Tu última carta la firmas en Cádiz, viajera eterna (como el hombre misterioso de la tradición cristiana); nunca me escribes desde la misma ciudad; pero tú tienes sobre el otro viajero fatídico la ventaja de que no te impulsa la fatalidad, si no tu gusto, la pasión que arde en tu alma, que se te identifica y se acomoda con todo lo bello y lo grande, lo espiritual y lo divino en mescolanza que tú sola sabes definir con la moderna realidad de nuestro siglo.

¡Ay, amiga! No puedes tu comprender la impresión que me ha causado la noticia de tu residencia actual en Cádiz. ¡Qué recuerdos y qué alegría! ¡Qué intranquilidad y qué temores! ¡Qué dulces horas de paseos solitarios en las noches de estío allá por la Alameda de Apodaca! La luna, destellando sobre el bruñido de los cañones, parecíanme siniestras risas de muerte; la luna, rielando también sobre las ondas suavísimas del mar, parecíanme las alas rizadas de los ángeles. ¡Qué cosa es la vida tan llena de misterios!.

Y es que si Cádiz no me inspiró por su aspecto igual y monótono las extrañas fantasías de los recuerdos del pasado, me lo pudo inspirar por su historia y por algo principalmente que, siendo lo primero, yo no puedo definir. En mis recuerdos de Cádiz noto yo una mezcla, sin explicación de realidad amarguísima y de puros y dulces candores. 

¡Oh pueblo amado de Cádiz! ¡España es un poema divino de glorias y tú su canto más hermoso!.

La Alameda de Apodaca es uno de los principales paseos: tiene lindo y frondoso arbolado; a la derecha está la bahía; existen ocultas en las aguas grandes rocas que se llaman "Las Puercas": allí hay dos faros giratorios que señalan al marino la traidora perfidia de aquellos pedruscos de que sus embarcaciones deben huir; se ve desde allí la costa de El Puerto de Santa María con su terreno sembrado de manchitas blancas, que son los edificios. Es una tarde de abril, muy desapacible; no se ve un barco siquiera en el mar: solamente se distingue allá a lo lejos la blanca vela del bote del práctico, que vuelve de dejar el Vapor en franquía; hay marejadilla y corre fuerte viento del norte. 

El rumor de las olas aumenta; el viento ruge; yo no puedo resistirlo y me escondo en una enorme y vieja garita de piedra que está sobre la muralla como guerrero vetusto para contrarrestar los furores de las olas. Salgo a poco y dejo a la izquierda la calle de Marsal y un recodito de la muralla, que forma ángulo, en que muchos hombres juegan a los bolos.
 
Siguiendo mi camino, me dejo atrás el Parque de Ingenieros, la Iglesia del Carmen y el Gobierno Militar, entrándome seguidamente en el Paseo de las Delicias, que es siempre la continuación de aquel camino con diferentes nombres que rodean la ciudad como una hermosa cinta de flores y que la separa del agua: allí está el Cuartel de Ingenieros. 

Continúo junto a la muralla, volviendo la cabeza de vez en cuando.  Cesó el viento repentinamente; fuéronse calmando las olas; el mar hállase ya tranquilo, hermoso, transparente, y allá en el fondo del horizonte, como dulces palomas grises, los botes, que se balancean con sus airosas velas latinas. 

Doy en el Cuartel de Infantería primero, el de Artillería después, y enfrente, formando cerco en la muralla, un jardinillo que se rodea de pirámides de bombas alineadas simétricamente, contrastando su color negro con el gris de la tierra, el azul del mar y el blanco purísimo del cielo.

Deténgome al contemplar aquellas dilatadas hermosuras, y en el dulce éxtasis de la contemplación de la vida vigorosa y ardiente que de todas partes parece emanar, tropiézase de pronto la mirada con el símbolo de la muerte, en aquella batería de morteros, como enormes gazapos con su ojo sombrío mirando a las alturas. Más allá encuéntrase El Perejil, la etimología de cuyo nombre no puedo deciros: es el paseo de moda del invierno a lo menos, pues yo no vie que fuera nadie a ningún otro lado que aquel; tiene un bello jardín, envidia en las noches caniculares de enamorados y poetas. Aunque Cádiz no tenga fama por sus jardines ni sus paseos, yo os digo ahora que abundan allí más que en otras poblaciones andaluzas de más importancia y que cualquiera de ellos vale como el mejor de otras cualquiera parte.

Hállase también la Batería de la Soledad y el melancólico faro  con su torrecilla, que en las noches invernales parece conmover al marinero con su triste luz blanca y roja, que se ve en la negra inmensidad, dulce y fantástica y llena de vaguedades como las almas en pena de los pobrecitos náufragos. 

Continúa el próximo mes



miércoles, 3 de julio de 2024

Cádiz, joya del Neoclásico.

 

La ciudad de Cádiz una de las localidades andaluzas que mejor representa el Estilo Neoclásico. Fue en el siglo XVIII, coincidiendo con el nacimiento del Neoclasicismo, cuando Cádiz alcanzó uno de sus momentos de mayor esplendor gracias al comercio con las Indias.

El neoclasicismo fue un movimiento artístico que reflejó los principios intelectuales de la Ilustración, se llamó Neoclásico a este movimiento porque representó una nueva vuelta a los valores clásicos, es decir: el retorno a la cultura de la antigua Grecia y Roma. Uno de los principales artífices de la edificación neoclásica en Cádiz fue Torcuato José Benjumeda y Laguada (1757-1836), aunque no fue el único ya que, entre otros, también estaban Miguel de Olivares, Juan Daura o Torcuato Cayón. Éste último padrino de Benjumeda.

El siglo XVIII fue llamado por muchos historiadores 'El Siglo de Oro' y Cádiz no se podía quedar atrás porque, fue tanta la importancia de la ciudad en aquella época, que llegó a ser la capital de España durante tres años durante el Asedio NapoleónicoAdemás, su población aumentó espectacularmente hasta alcanzar más de cien mil habitantes, cantidad similar a la que tiene hoy día.

En aquellos tiempos, Cádiz tuvo un ambiente cosmopolita por la presencia de comerciantes extranjeros, especialmente italianos y franceses que suponían casi el diez por ciento de la población. Estas personas trajeron el gusto por la arquitectura, la ópera y en general, todas las ideas de la Ilustración.

La Ilustración fue un movimiento que afirmaba que la razón humana era capaz de combatir la ignorancia y la superstición para construir así un mundo mejor, debido a este empeño de luchar contra la oscuridad de la ignorancia por medio de la luz de la razón, el siglo XVIII fue también llamado 'El Siglo de las Luces'

Hoy día podemos contemplar en el casco antiguo de Cádiz, a una ciudad casi idéntica a la que conocieron sus habitantes en aquellas fechas, el Neoclasicismo se deja ver por las calles y edificios como en pocas ciudades.



La Iglesia de San José en la zona de Extramuros de la ciudad es uno de los exponentes del estilo neoclásico en la ciudad de Cádiz, junto al Palacio de la Diputación, antes de la Aduana; el edificio Valcárcel, usado en aquellas fechas como Hospicio. La antigua Cárcel Real que actualmente es la Casa de Iberoamérica. La Catedral o el Ayuntamiento de la ciudad. 

miércoles, 6 de marzo de 2024

El Campo del Sur: Un paseo con historia en Cádiz.

 

El Campo del Sur, es un paseo marítimo emblemático de Cádiz, de aproximadamente 1300 metros de longitud y que va desde la antigua Cárcel Real (Hoy Casa de Iberoamérica) hasta el Baluarte de los Mártires, donde empieza la playa de La Caleta. Guarda en su nombre y entorno las huellas de su pasado. Su historia se remonta a varios siglos y está marcada por diferentes etapas.


El nombre original no era Campo del Sur, si no que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo: Paseo del Vendaval, Murallas del Vendaval, Murallas del Sur, Paseo del Sur, hasta llegar finalmente al actual.


La zona ha estado siempre vinculada al mar, siendo parte de la muralla defensiva de la ciudad. Estas murallas protegían a Cádiz de los embates del viento y del oleaje, sobre todo del proveniente del sur, de ahí su nombre original. 

También tiene edificios notables tales como la Cárcel Vieja (1794) obra de Torcuato Cayón y que hoy alberga la Casa de Iberoamérica; el Colegio de La Salle Mirandilla (1895) auspiciado por el filántropo Don José Moreno de Mora y Vitón, el Colegio 'Campo del Sur' (1930), de estilo regionalista con reminiscencias barrocas y una impresionante portada con torre a modo de campanario, obra del arquitecto Antonio Sánchez Esteve. 

Dejando atrás la antigua Cárcel Real y ambos colegios encontramos los vestigios del Teatro Romano de Cádiz, el segundo más grande de la Hispania Romana, superado solamente por el de Córdoba por escasos metros. El diámetro del graderío semicircular es de 118 metros y su aforo sería aproximadamente de diez mil espectadores y a día de hoy se encuentra en proceso de excavación. Probablemente, bajo el Campo del Sur yacen más vestigios de la antigua ciudad romana de Gades. 

También podemos admirar la parte trasera de la Iglesia de Santa Cruz, o Catedral Vieja, que data del año 1262 y que fue reedificada en estilo manierista y barroco en el siglo XVII. Junto a ella, la Torre del Sagrario, de planta cuadrada finalizada en 1692 y reformada en el s. XVIII por Torcuato Cayón. 

Al lado de la Iglesia de Santa Cruz, comenzamos a ver también por su parte trasera la Catedral de Cádiz, que comenzó a edificarse en 1722 según proyecto del arquitecto Vicente Acero, terminándose en 1838 pasando por diseños de Gaspar y Torcuato Cayón, Miguel Olivares, Manuel Machuca o Juan Daura.

También albergó una plaza de toros hecha de madera (La Hoyanca) que estuvo activa desde 1862 hasta 1914 y que estuvo ubicada junto a los colegios antes citados. O la Fundición de la empresa 'Compañía Anónima de Suministros Marítimos e Industriales' (1918) que ya provenía de otros antiguos talleres ubicados en la zona y donde incluso se llegó a fabricar un barco en 1905. Luego pasó a llamarse 'Talleres Manzano' (1941) cambiando luego a 'Vigorito' S.A. en 1950 hasta finales de la década de los setenta del pasado s. XX en la que desapareció, descubriéndose bajo este edificio el Teatro Romano que tratamos anteriormente.

A lo largo de los siglos, el Campo del Sur ha ido transformándose y adaptándose a las necesidades de la ciudad, pasando de ser una fortificación militar a un paseo marítimo desde donde se puede apreciar la inmensidad del océano a simple vista.

En enero de 1915, debido a los temporales que sufría la ciudad en esas fechas, se formó un socavón de más de treinta metros justo a la espalda de la Catedral, el desastre fue de tal calibre, que quedaron a la vista incluso los cimientos del propio edificio catedralicio. Haciéndose cargo de las reparaciones el Ministerio de Fomento que efectuó obras de emergencia por un importe de casi 250.000 pesetas de la época. Siendo visitadas los trabajos de reparación en marzo de ese mismo año por el entonces rey de España Alfonso XIII, repitiendo visita en 1917 en la finalización de las obras y normalización del lugar.

En 1948 se construyeron los característicos bloques de hormigón para reforzar la protección de la muralla frente al oleaje del sur. Dicha obra fue ejecutada por las Empresas 'Hidrocivil' y 'Morgades' financiada por el Ministerio de Obras Públicas encabezado entonces por el ministro José María Fernández Ladreda. Los bloques de hormigón se fabricaron a pie de muralla y fueron colocados por grúas en el asentamiento en el que hoy los contemplamos. 




Hoy en día, el Campo del Sur es un lugar de ocio y paseo para gaditanos y visitantes, ofreciendo unas vistas impresionantes de la ciudad y el mar.










lunes, 13 de noviembre de 2023

Teatralerías 1928. Gran Teatro Falla.

 

"Las Flores", delicadísima comedia de los Quintero, cuyo mejor elogio está en no ocultar que a cierto sector del público no le llena, fue la obra elegida por el Cuadro 'Sassone' para la velada de este mes en el Gran Teatro Falla, que resultó brillante.

El abono ocupó todas las localidades y el coliseo se colmó de bellezas femeninas. Hubo "flores" en la escena y en la sala, en tal abundancia, que muchos espectadores sintieron mareos.

Lo cierto es que las veladas del "Sassone" son ya un clásico punto de cita de la sociedad gaditana.

La presentación de la obra fue irreprochable. Magnífico decorado, del maestro Sancho y elegantísimas fantasías y mantones, de la Casa Domínguez y Compañía.

La interpretación mereció y obtuvo calurosos aplausos. Debutó la señorita Ángeles García, con una característica muy bien declamada y mejor accionada. Destacaron notablemente las señoritas Bujones, Salido y Castro. Discretísimas las señoritas García (Anita), Garcilaso y Rodríguez. De los varones, se distinguieron los señores Naveiro, Jiménez, Márquez, Cortés, Ríos, Vallejo y el señor Pina, que debutó con un galán de fuerza.

El Cuadro "Sassone" acordó suprimir las invitaciones de entrada general. Nos parece muy acertado el acuerdo. Para satisfacer a la galería, vulgar, exteriorista e infantilmente propensa a la hilaridad, hay que convertir el escenario en una pista de circo. Si los profesionales de la escena se apayasan por exigencias de la taquilla, esta disculpable fuerza mayor no existe para los aficionados cuya actuación sólo debe tener como lema el amor al arte y al culto y digno esparcimiento.

El Cuadro "Sassone", cuenta con un selecto abono que rechaza el astrakán y la truculencia teatrales. A ese público de gusto depurado y comprensivo, apto para emocionarse con los problemas intelectuales y los sentimientos poéticos, es a quien ha de doblegarse el cuadro "Sassone", porque ese público es el que lo sostiene y alimenta. 


sábado, 2 de septiembre de 2023

Un artículo de Pelayo Quintero Atauri.

 En 1933, en la revista "Carnet Cádiz" el arqueólogo y director del Museo de Cádiz, Don Pelayo Quintero Atauri firmaba este artículo: 

CÁDIZ. ESTACIÓN DE ENTRADA PARA EL TURISMO. 


La situación geográfica del puerto de Cádiz coloca a la antigua Gades, emporio del orbe, en lugar insustituible para recibir toda la corriente de turismo que desde el sur y centro de América se dirija a Europa, así como es un punto de obligada etapa, para los turistas ingleses y norteamericanos, que se dirigen a visitar los viejos pueblos orientales.

Esta envidiable situación, favorecida por un excelente clima, hizo que Cádiz fuera mirada con preferencia por las naciones dominadoras en la lucha mundial, y esto mismo le da una importancia grande para el turismo, pues le ha formado una interesante historia, no solamente en lo que se refiere a la ciudad, si no a todos sus alrededores, pintorescos, amenos y llenos de recuerdos. 



Todas esas cualidades primordiales para el fomento turístico, las ha tenido muy presente el Patronato Nacional de Turismo al comenzar su actuación construyendo el Gran Hotel Atlántico en pintoresco lugar, donde fue el primer puerto fenicio e instalando de nueva planta una nueva Oficina de Información en el muelle de atraque de los grandes trasatlánticos, en la cual los viajeros no solamente tendrán informes de todos los hoteles y sitios interesantes de España y Marruecos, si no que podrán hablar por teléfono con todos aquellos puntos donde se halle establecido este servicio y contarán con intérpretes de confianza. 

Cádiz por su clima, es excelente sitio de aclimatación para el que llega de países cálidos, a dos horas de Sevilla, con excelentes caminos para visitarla y recorrer los pueblos de la Sierra en pintorescas excursiones que le permiten distraerse según sus aficiones, pues no solamente encontrará viejos edificios y obras de arte, si no también bellos y variados panoramas, grandes e interesantes fábricas y otras muestras de riqueza y de progreso moderno. 

Al lado de la Cartuja de Jerez, recuerdo de misticismo y de la vida monástica, encontrará las magníficas cuadras jerezanas y sus sin iguales bodegas que hablan de la vida mundana; mas allá, un moderno pantano, dispuesto para aumentar la riqueza de la madre Tierra; más lejos el Pinar Serrano cuya contemplación nos aproxima a Dios en todas su grandeza y paz; abajo, la gruta inmensa que ahueca la Sierra de San Cristóbal y demuestra lo que es la constancia del trabajo humano, y junto a las tranquilas aguas de la bahía, las grandes fábricas símbolo del progreso unas veces y de la destrucción otras, de las cuales salen continuamente elementos de vida al par que grandes máquinas de destrucción. 

De todo hay que ver y hay que admirar en esta privilegiada región y, sin embargo, preguntad a un gaditano auténtico ¿Qué hay que ver en Cádiz?, y tal ve os diga que el Levante cuando sopla fuerte.  ¡En Cádiz, como en toda colmena que trabaja, hay obreras y zánganos!  Estos hacen más ruido y dan la fama; el Levante les molesta para tomarse al aire libre sus chatitos o sus cañas, y es lo único que ven. 

Por ello hace falta la propaganda bien organizada de lo que hay que ver en Cádiz, y ya que la naturaleza le dio tan situación y riqueza, no pase nadie que tenga deseos de cultura, sin ver lo que hay y sin hablarle de lo mucho que puede ver, no solamente en la región, si no en el resto de España, cumpliendo así la misión civilizadora que siempre representó Cádiz en la historia de la humanidad y a la que le obliga no solamente su fama, si no el ser entrada y pago necesario en entre el antiguo y viejo mundo para todo navegante. 






lunes, 5 de junio de 2023

Entrevista al entonces alcalde de Cádiz, don Ramón Rivas y Valladares. 1912


En 1912, el periodista Don Enrique Sá del Rey, entrevista al entonces Alcalde de Cádiz Don Ramón Rivas y Valladares para la revista "Nuevo Mundo". Aquí se transcribe aquellas preguntas y respuestas:

Fui a visitar ante todo al primer magistrado popular de Cádiz, señor don Ramón Rivas y Valladares.

Periodista (P): Dígame usted, señor alcalde. Yo quiero ofrecer a los lectores de 'Nuevo Mundo' una síntesis, lo más aproximada posible, de cómo es Cádiz en todos sus aspectos, y seguramente la vida municipal ha de ser uno de los más interesantes.

Alcalde (A): Puedo ufanarme, en efecto, de pertenecer a una Corporación Municipal que merece el honor de ser copiada por muchas otras. Nuestras ordenanzas, nuestros reglamentos de matadero, de policía, de beneficencia, etc., son pedidos a cada paso por otros Ayuntamientos.

P: He oído hablar de las aguas...

A: Las aguas en Cádiz constituyen un problema de verdadera preocupación, como en todas partes.

P: El alumbrado, noto que es magnífico...

A: Doscientas mil pesetas gasta anualmente el Municipio en este ramo.

P: ¿Y la higiene pública? ¿Hay laboratorio municipal?

A: Sí señor, que lo hay. Y aún se proyecta otro de nueva planta.

P: Está bien dotada la Beneficencia:

A: Muy bien. Tenemos un excelente cuerpo médico. Los riegos, han de efectuarse próximamente por medio de una regadora automóvil, último modelo. Nuestra estufa de desinfección cuenta con un personal suficiente e idóneo, amén de una caseta de aislamiento en Puntales (extramuros), que, precisamente por estos días, alberga a un marinero francés del crucero escuela "Jeanne d'Arc", enfermo tífico, hoy convaleciente.

El ornato público, cuidadísimo; prohibida la mendicidad callejera, defendida la seguridad urbana por una Corporación de ciento cincuenta guardias y serenos; Cádiz puede ufanarse de ofrecerse a sus visitantes como una ciudad limpia, segura y tranquila. Y añada usted que la protección central es poca. La instrucción pública, desarrolladísima: proyectándose, además, la construcción de un grupo escolar.


El señor Rivas se entusiasmaba verdaderamente hablándome de su Cádiz, y era una nota tan simpática, tan ingenua, que bien fácilmente se comprendía el que este hombre, médico prestigioso, naciera en Cádiz, en Cádiz estudiase su carrera, en Cádiz la haya ejercido siempre y llegase al cargo más ambicionado por todo ciudadano amante de su pueblo. 

Es alcalde de Cádiz desde septiembre de 1911. Sus trabajos penosísimos, ciclópeos hasta realizar la gloriosa fiesta del Centenario de las Cortes, no tienen ya elogio que no esté agotado.

Únicamente el Gobierno es quien le tiene en el más censurable olvido; pero no debe importarle, porque el pueblo de Cádiz no le olvidará nunca.

La Casa de Socorro es otra fundación digna en Cádiz. El opulento "sportmen" don Pedro del Villar, cumpliendo disposiciones testamentarias de su tío don Manuel Hernáez, dio el edificio espléndido que hoy ocupa encomendado a los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista, y que dirige don Ramón Rivas, el antes citado alcalde.

lunes, 9 de enero de 2023

El kiosco de la música en la Plaza de Mina.

El viernes siete de octubre de 1932, festividad de la Patrona de Cádiz Virgen del Rosario, apareció en la prensa la siguiente noticia:

Anoche se inauguró el nuevo kiosco para la música.

Terminadas las obras de embellecimiento de la popularísima Plaza de Mina, ayer jueves por la noche inauguróse el nuevo kiosco para la música, construido expresamente para este objeto en la indicada plaza. 

La brillante Banda Municipal, que tan acertadamente dirige el maestro Escobar, ejecutó su anunciado concierto, que, como siempre, mereció las merecidas alabanzas del numeroso público que acudió a aquel paseo, pudiendo comprobar que, efectivamente, el referido kiosco reúne las necesarias condiciones acústicas para hacer más audible en todo el paseo los interesantes conciertos de nuestra Banda de Música.

Esta, para lo sucesivo, interpretará sus conciertos en la Plaza de Mina, los jueves, de 7 a 9 de la noche, y los domingos de 12 y 30 a 2 de la tarde.

Ni que decir tiene que el público amante de la música, y los innumerables admiradores con que ya cuenta la Banda, han acogido con singular agrado la construcción de este kiosco, que hace resaltar más aún el interés de los conciertos de la inmejorable Banda Municipal de Música de Cádiz. 

martes, 8 de marzo de 2022

¿Qué ver en Cádiz? Breve guía para el visitante.

Alejandro Dumas dijo de esta ciudad: 'Nos gusta Cádiz sin saber qué nos gusta de Cádiz'.

El visitante ha de saber que la ciudad se divide, de manera popular, en dos zonas: El casco antiguo conocido por Cádiz, y el casco nuevo al que se le denomina Puerta Tierra. Este monumento divide ambas partes. 

En la parte nueva de la ciudad, sobresale el Paseo Marítimo, que se extiende a lo largo de tres kilómetros y medio ofreciendo diferentes vistas, ambientes y establecimientos y desde donde se pueden admirar unas preciosas puestas de sol, todo ello acompañado por la presencia de las aguas del Océano Atlántico en sus playas de Santa María del Mar y Victoria.  Si aún hay ganas de caminar junto al mar, la playa de Cortadura ofrece, en las afueras de la ciudad, casi cuatro kilómetros más de paseo por su arena. 

Si nos adentramos en el casco antiguo, empezando en las Puertas de Tierra, la ciudad ofrece lugares como el Teatro Romano (segundo más antiguo de todo el Imperio), Casa del Almirante, Casa de las Cadenas, Torre del Sagrario, el edificio de Correos con noventa años desde su inauguración), la fábrica romana de salazones, yacimiento Gadir, Catedral, Casa de Iberoamérica (antigua Cárcel Real), Gran Teatro Falla (Inaugurado en 1910, de estilo neomudéjar), La Caleta (única playa del casco antiguo), Mercado de Abastos (construido en 1838 con planta de cuadrilátero neoclásico porticado en estilo dórico). 


La llamada 'Torre de Tavira' (Barroco del siglo XVIII) construida en lo más alto de la ciudad antigua, con su cámara oscura, primera instalada en España y desde donde se divisan unas extraordinarias vistas de la ciudad y la bahía; además de admirar la cantidad de torres miradores que coronan numerosas azoteas de la ciudad. Entre ellas, la famosa 'Bella escondida'.


Museos como el arqueológico conocido por Museo de Cádiz, catedralicio, de las Cortes (donde se encuentra la famosa maqueta de la ciudad del año 1778), del títere, litográfico, Pinillos, sin olvidar las iglesias con varios siglos de antigüedad que se diseminan por la ciudad: San Lorenzo y su capilla Servita, Santiago, San Francisco (con su torre y su capilla de los franceses), Santa Cruz, Merced, Santo Domingo, San Agustín, Santa Cueva, San Antonio, Rosario, La Palma, Carmen, etc.


Los castillos de San Sebastián (siglo XVIII) con su faro metálico de 1913, de Santa Catalina, (siglo XVII y abierto al público). Baluartes de los mártires, Candelaria, Capuchinos, Santa Elena, San Roque, etc.

Todas estas edificaciones son los vestigios de una ciudad que fue amurallada tras el saqueo anglo holandés de 1596.

Lugares de esparcimiento tales como la Plaza de España, de Santa Cruz, de Mina, de las flores, de Candelaria, del Palillero, de la Libertad, de San Antonio, de San Juan de Dios.

Paseos de Canalejas, Alameda de Apodaca (con paseo público desde 1617 y rediseñado en 1927), de Carlos III,  Murallas de San Carlos (finales del siglo XVIII), Campo del Sur o del Vendaval, y el señero Parque de Genovés (1892) con más de cien especies botánicas procedentes de todo el mundo y su famosa fuente de los niños del paraguas. Por estos lugares, podremos admirar los ficus y dragos centenarios que jalonan estos lugares. 

Los barrios señeros de Santa María, El Pópulo (el más antiguo de la ciudad y cuya estructura se remonta al siglo XIII tras la reconquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio), La Viña o Mentidero.  

O sencillamente andar por las calles más céntricas del casco antiguo: Columela, San Francisco, Pelota, José del Toro, Ancha, Compañía, Sagasta, San José, Cánovas del Castillo, Callejón del Tinte (y su leyenda), Fermín Salvochea, Feduchy, etc., y poder observar cañones y guardacantones en las esquinas y guardazócalos a lo largo de estas y otras calles. 

No hay fecha idónea para visitar la ciudad, todo el año en sí tiene un encanto especial para ello, con fechas marcadas en el calendario como pueden ser el Carnaval, la Semana Santa (Llamada como una de las mejores torres miradores: 'La bella escondida'), o el Corpus Christi.

Aunque durante todo el año se reparten otros acontecimientos culturales y turísticos dignos de visitar: espectáculos flamencos y carnavalescos, conciertos, ciclos cinematográficos, feria del libro, etc.



¿Qué ver en Cádiz?  Breve guía para el visitante.


lunes, 6 de diciembre de 2021

Condecoraciones con el nombre de Cádiz.

 Cruz de Cádiz.

Por decreto de 23 de junio de 1836, se instituyó esta condecoración por orden de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, esposa de Alfonso XII rey de España. Esta Cruz de Cádiz premiaba a los miembros de la Milicia Nacional voluntaria de Madrid que en 1823, acompañaron al Gobierno Constitucional hasta Cádiz. 

Esta cruz es de oro, con los brazos esmaltados de negro y los entrebrazos figuran una muralla de oro.  En el centro, sobre esmalte blanco, la cifra de oro de Isabel II y el lema "A la milicia nacional de Madrid", sobre una orla de esmalte azul, y en el reverso puede leerse "Isla gaditana - 1823".

Pende la cruz de una cinta azul con bordes encarnados. 



Medalla de Cádiz.

Fue concedida el 17 de abril de 1842 por el regente del reino en esa fecha, General Baldomero Espartero, a los Milicianos Nacionales de Cádiz, por los servicios que prestaron en la ciudad durante los sucesos ocurridos en octubre de 1841 en todo el país; fue un pronunciamiento patrocinado y promovido por la ex regente de España, María Cristina de Borbón y su marido, Fernando Muñoz, contra el regente, el ya nombrado General Espartero.

Figura en esta medalla un escudo circular de oro, orlado de esmalte blanco y perfiles de oro y rodeado de corona de laurel de esmalte verde.  En el centro están representadas las Columnas de Hércules, sobre el mar (armas de Cádiz), sosteniendo el libro de la Constitución, y al fondo un sol naciente cuyos rayos llenan el escudo.  Encima de éste, hay un castillo de oro entre dos banderas de esmalte rojo y amarillo.

El reverso es igual, pero en el fondo blanco del escudo se lee el lema "Libertad, independencia. Octubre 1841" y la orla es de oro. 

La cinta de que pende es amarilla y encarnada, en dos partes iguales, con filetes del color contrario. 

Placa de Cádiz. 

Se concedió este distintivo por la Regencia provisional del Reino el 15 de febrero de 1841, a los miembros de la Milicia Nacional de Madrid, Sevilla, Córdoba y otras ciudades, que en 1823 marcharon hasta Cádiz y sostuvieron con las armas el sitio que sufrió la plaza gaditana por las tropas francesas. 

Al principio sólo tenían derecho a esta placa los que tuviesen la Cruz de Cádiz y no hubieren optado por la charretera, pero luego se hizo extensiva a todos los milicianos que asistieron al sitio.  Se compone esta condecoración de cuatro brazos de esmalte azul perfilados de oro y en el centro, cargado con un medallón donde sobre esmalte rojo, hay un castillo de piedra con el mar al fondo y el lema "Cádiz - 1823" de oro sobre esmalte blanco.