Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Mis articulistas preferidos: Manuel Llamas Baúza

Mis articulistas preferidos: Manuel Llamas Baúza. 

El Hospital Provincial «Moreno de Mora».

Su construcción se debe a la generosidad del gaditano don José Moreno de Mora y Vitón, quien en beneficio de las clases más modestas de la provincia, levantó esté Centro hospitalario, dotándolo de los elementos más modernos entonces conocidos.

Como lugar más adecuado para su emplazamiento se eligió un amplio espacio de terreno situado en las afueras de la ciudad y cercano al mar, en el sitio conocido desde muy antiguo, como Campo del Balón y Barquillas de Lope. Dentro de este terreno se encontraba situado el cuartel del San Fernando. Dicho terreno fue cedido por el Estado mediante una Ley de un Artículo único: 

“Se cede al Ayuntamiento de Cádiz el pleno dominio del abandonado y ruinoso edificio del Cuartel de San Fernando, propiedad del Estado, con el exclusivo fin de que se destine a la edificación del Hospital Civil que donará a la provincia de Cádiz, el Excmo. Sr. don José Moreno de Mora. 

Por tanto:

Mandamos a todos los Tribunales, Justicias, Jefes y Gobernadores y demás autoridades así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente Ley en todas sus partes.


Dado en Palacio a 10 de Abril de 1900.

Yo la Reina Regente".

Igualmente mediante otra Ley de la Soberana de fecha 1 de abril de 1902, se autorizaron las importaciones libre de derechos, de todos los materiales y efectos destinados a esta construcción.

La formación de los planos y dirección de las obras se encomendaron al arquitecto francés Mr. Luciano Virant, especializado en este tipo de construcciones. Las obras dieron comienzo a fines del año 1900 y se concluyeron en el mes de marzo de 1904. Cuando se estaban ultimando las mismas con fecha 22 de Febrero de 1904, don José Moreno de Mora, dirigió una carta al Presidente de la Diputación Provincial, imponiendo determinadas condiciones para la entrega del Hospital a la provincia de Cádiz. 

Entre las citadas condiciones, las cuales fueron aceptadas íntegramente por la Diputación Provincial reunida en sesión, figuraban, que mientras subsistan en España las Hermanas de la Caridad, deberán ser ellas las que estén a cargo de los enfermos; que el Director y el portero serian designados por el Sr. Moreno de Mora, siendo inamovibles en sus cargos, “…a no ser que cometan faltas en el ejercicio de sus cargos”; que no podrá variarse ninguna habitación sin permiso del donante y que se dedicará siempre a los usos para los cuales están destinadas y que en caso de que desaparecieran las Diputaciones Provinciales se hará cargo del Establecimiento el Ayuntamiento de Cádiz.

El día 5 de marzo de 1904, ante el notario don Luis Álvarez-Ossorio, don José Moreno de Mora hizo entrega mediante escritura pública del Hospital a la Diputación Provincial, acompañando a esta escritura de entrega un inventario de todas las pertenencias del Hospital, compuesto de 55 folios. Al acto de dicha entrega asistieron las Autoridades y todos los Alcaldes de los pueblos de la provincia, pronunciando discursos el Presidente de la Diputación y el Sr. Moreno de Mora: 

“...He puesto en la construcción de este edificio tanta solicitud, tanto interés, tanto cariño, que no he de negarlo, al entregarlo hoy, me parece que es un pedazo de mi alma lo que con él os entrego..."


El Hospital ocupaba una superficie de 7.929 m2 y está constituido por dos cuerpos de edificación separados por un patio central, los que se comunican entre sí por pasajes subterráneos en forma de túnel. En un principio este Hospital se denominó de «San José», pero algunos años después la Diputación Provincial con muy buen criterio, en homenaje a su donante acordó que llevase su nombre, denominándosele «Hospital Mora Provincial».

En los estrechos límites de espacio de esta sección, resulta poco menos que imposible trazar ni incluso una breve historia de este importante Centro hospitalario. 

Pero de lo que sí queremos dejar constancia, por ser ello de justicia, es que la Diputación Provincial que tiene a su cargo el sostenimiento de este Hospital, dentro de los límites de su presupuesto dedica una especial atención al mismo. Por ello las diversas obras para la reparación y modernización del mismo e incluso ampliación son muy frecuentes, así como las diversas adquisiciones del más moderno material para el tratamiento de las distintas enfermedades. Según la Memoria de las actividades de la Diputación Provincial, correspondiente al cuatrienio de 1970-73, durante el expresado periodo de tiempo, las cantidades por distintos conceptos invertidas en el Hospital Mora, ascendieron a 397.296.542 pesetas, lo que corrobora claramente nuestra afirmación con mayor elocuencia que nuestras propias palabras.



Bibliografía.  Ricardo Moreno Criado: El Hospital Mora Provincial. En “Rincones Gaditanos”. Hoja del Lunes, 10 de febrero de 1975. Cádiz.



martes, 27 de noviembre de 2018

El cuartel de San Fernando en Cádiz.

Muy poco o casi nada, se ha escrito sobre el Cuartel de San Fernando, que puede decirse fue uno de los mejores edificios con que contaba la ciudad en aquella época y que pese a su denominación, tuvo más bien un destino puramente asistencial, más que militar.

Se encontraba situado junto al lugar conocido por «Campo del Balón» y en sitio muy cercano al Hospicio. Fue construido en el año 1802, bajo la dirección y planos del arquitecto Torcuato Benjumeda, por cuenta de la Casa de la Misericordia y en terrenos propiedad de ésta, que algunos años antes le habían sido donados por el Gobernador Militar y Político de Cádiz, Conde de O'Reilly y para sufragar el costo de las obras, con la autorización de la Corona, se estableció en Cádiz un impuesto sobre el vino.

Su fachada presentaba un bonito aspecto, correspondiendo su arquitectura al orden dórico y el edificio formaba un conjunto realmente espléndido, en aquel tiempo. La fachada presentaba un pórtico de tres arcos hecho en un cuerpo rústico como base. Sobre ésta se eleva el cuerpo principal adornado por cuatro columnas dóricas, terminando en un frontis triangular. También resaltaba la contraposición que presentaban las partes adornadas del centro con los espacios lisos de los costados.

El primitivo origen de esta construcción fue para destinarla a Hospital de mal venéreo, pero no se llegó a darle dicha finalidad. Con motivo del bombardeo de la escuadra inglesa, se dispuso por el mando militar el alojamiento de tropas en dicho edificio, al objeto de que estuvieran preparadas para impedir un posible desembarco en la playa de La Caleta, por considerarse aquel lugar el más amenazado de ello. Durante la Guerra de la Independencia, sirvió para alojamiento de los Voluntarios Distinguidos de Cádiz, en cuya fecha se le dio a su fábrica la denominación de «Cuartel de San Fernando» y, en épocas posteriores, fue también cuartel de las Milicias Nacionales, en las diferentes ocasiones que estas fuerzas populares existieron en nuestra ciudad.

En el año 1819 y debido a la terrible epidemia de fiebre amarilla que padeció Cádiz y que dio origen a crecido número de víctimas, para la curación de los enfermos se establecieron distintos hospitales provisionales, uno de los cuales se instaló en este inmueble.

El Ramo de Guerra se incautó de dicho edificio para instalar en el mismo el Parque de Ingenieros del Ejército de Ultramar, que se organizaba en 1820 y de cuya idea se desistió luego debido a los acontecimientos políticos que se desarrollaron aquel año.



Algún tiempo después y encontrándose la Beneficencia a cargo del Ayuntamiento, éste se consideró con derecho a la posesión del Cuartel de San Fernando, por lo que con fecha 21 de enero de 1826, reclamó esta construcción como suya a la Dirección del Arma de Ingenieros y un mes justo después, en el Cabildo Municipal celebrado ese día, se dio lectura a la comunicación del Comandante General del Distrito, en contestación a ello, en la que se decía:

 " . . .que el Parque del extinguido Ejército de Ultramar, sería ocupado por el Hospital de mal venéreo y que había comunicado al Gobierno la pretensión de la Ciudad, para que deliberase y que estaba presto a dejarlo, si se abonase la crecida cantidad que era necesaria para trasladar los efectos que encerraba…". 

Con cargo al municipio, en el mes julio del citado año se efectuaron diversas obras en este cuartel, las que consistieron principalmente en la reparación de algunas bóvedas de su fábrica. Con motivo de la Guerra de África, en la reunión celebrada por la Junta Directiva del Casino Gaditano, el día 12 de diciembre de 1859, a propuesta de su presidente, acordó dicho casino crear un hospital de sangre para los heridos en campaña, iniciando para ello una suscripción entre sus socios y estableciendo cuotas para estancias a dos pesetas, eligiéndose para la instalación del hospital de sangre, el Cuartel de San Fernando.

El Dr. Orozco Acuaviva en un interesante folleto que narra la historia del Casino Gaditano, bajo el título de “Historia chica de un Casino grande”, escribe que por aquel tiempo el citado edificio se encontraba en gran abandono, por lo que para acondicionarlo para el citado fin hubo de hacérsele una importante reforma bajo la dirección del arquitecto Manuel Heredia, cuyo importe ascendió a 49.807 reales y a 118.325 su dotación.



Algunos años después y tan pronto se tuvo conocimiento en la Ciudad de que el filántropo gaditano D. José Moreno de Mora proyectaba la construcción de un hospital para los pobres de nuestra provincia, con fecha 13 de marzo de 1900 los Diputados por Cádiz Sres. Viesca, Marenco y Auñón, presentaron en el Congreso una proposición de Ley relativa a la cesión del Cuartel de San Fernando, de Cádiz, para que en su solar y una vez derribado se construyera en el mismo dicho hospital, por considerarse el mismo ideal para el citado fin. Y algunos días después, apareció publicado en la «Gaceta de Madrid» del 12 de abril de 1900, la siguiente Ley:

"Don Alfonso XIII por la gracia de Dios y la Constitución Rey de España y en su nombre y durante su menor edad la Reina Regente del Reino:

A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: que las Cortes han decretado y Nos sancionado lo siguiente:

Artículo único. Se cede al Ayuntamiento de Cádiz el pleno dominio del abandonado y ruinoso edificio del Cuartel de San Fernando, de propiedad del Estado, con el exclusivo fin de que se destine a la edificación del Hospital Civil que donará a la provincia de Cádiz, el Excmo. Sr. D. José Moreno de Mora. 

Por tanto: Mandamos a todos los Tribunales, Justicias, Jefes, Gobernadores y demás autoridades así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente Ley en todas sus partes. 

Dado en Palacio a diez de abril de 1900.-
YO la Reina Regente.-
El Ministro de Hacienda, Raimundo F. Villaverde


Y en cumplimiento de ello, algunos meses después, la piqueta municipal, procedía al derribo del Cuartel de San Fernando, transformando así la presencia física del mismo en el recuerdo de los gaditanos



Bibliografía: Ricardo Moreno Criado: El Cuartel de San Fernando. En “Rincones Gaditanos”. Hoja del Lunes, 29 de septiembre de 1975. Cádiz. 1975.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Juan Pedro Ciberio Sepúlveda



Juan Pedro Ciberio Sepúlveda, natural de Atalaya del Cañavate, una pequeña población de la provincia de Cuenca, fue ejecutado por el método del garrote vil el 12 de noviembre de 1909, en la Cárcel Real de Cádiz. Fue un ajusticiamiento muy sonado en la época, ya que la población y las autoridades se movilizaron en contra de esta sentencia y pidieron encarecidamente el indulto al Consejo de Ministros de España, encabezado precisamente por el gaditano Segismundo Moret, y al Rey Alfonso XIII. 

Los cuatro periódicos gaditanos de la época (El Demócrata, La Dinastía, Diario de Cádiz y El Correo de Cádiz) informaron puntual y detalladamente de los últimos días del reo Ciberio Sepúlveda. Desde la activa burguesía, que utilizó todas las influencias a su alcance, hasta la ciudadanía, que recibió hostilmente al verdugo y se manifestaba frente a la cárcel, hubo un gran movimiento para intentar que se anulara la sentencia y se conmutara la pena. De poco sirvió, ya que el ajusticiamiento se llevó a cabo finalmente. 

El día de la ejecución, los colegios y centros docentes no abrieron su puertas en señal de protesta y los espectáculos teatrales también fueron suspendidos.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Casa Nicanor


En todo Cádiz no había nadie que dejara de saber la popularidad y los merecidos prestigios de los que gozaba, en justicia, un gran establecimiento de vinos que se conocía en todas  partes bajo el familiar nombre de «Casa Nicanor».

En Cádiz se hablaba de estas enormes bodegas como de algo propio, y como es natural, con el afecto y consideración que le concedían la confianza y el crédito. Nadie dejaba de ser cliente de la casa. Así se explica que vendía, solo de vinos tintos, de 700.000 a 800.000 litros anualmente. 



La fama de los vinos que vendía la «Casa Nicanor» se extendía a todas partes, siendo en Madrid apreciadísimos por su calidad extra superior, generalmente distinto de lo que se enviaba a la Corte, donde, como era sabido, predominaba el Valdepeñas clarete.   El legítimo vino tinto Nicanor era siempre añejo y de bouquet, vendiéndose siempre embotellado. Los había de calidades diversas, todos buenos y limpios. Siempre igual. De ahí su crédito justísimo y muy antiguo.

La gran «Casa Nicanor» fue fundada en 1887 por don Nicanor Fernández y Sáez, en unión de su hermano don Juan Antonio, en condiciones bien modestas, instalando la industria en el mismo sitio que hoy ocupa.

Tras don Nicanor, su hijo, Don Juan Fernández y Fernández, se hizo cargo de la industria, agrandándola considerablemente, hasta llegar a una extensión de 3.000 m2, llena de tinajas monstruosas y de botas y bocoyes que si se vaciaran del mosto que contenían, la mitad de la gente de Cádiz iba a andar de cabeza.

Don Juan Fernández iba todos los años a Valdepeñas, donde también tenía extensas bodegas en la calle de don Ciriaco Cruz, y allí pasaba la época de la vendimia. 

La Casa tenía magníficos vagones – cubas de su propiedad, para el transporte exclusivo de sus vinos, con cabida, cada uno de ellos, de mil arrobas. Estos almacenes ambulantes no paraban todo el año de llevar en viaje el vino Nicanor, por cierto muy apreciado en toda la costa de Marruecos.

En sus excursiones a Valdepeñas, don Juan Fernández dirigía todos los trabajos para la elaboración de sus vinos, seleccionando las uvas y poniendo toda su inteligencia y cuidados en que los géneros no dejaran de ser jamás del mismo tipo.

Para los vinos de Jerez, El Puerto de Santa María, Sanlúcar y Chiclana, contaba esta Casa con un antiguo y magnífico soleraje, compuesto de más de 300 botas, donde se almacenaban desde el amontillado fino, hasta la rica y olorosa manzanilla de Sanlúcar. Don Juan Fernández hizo grandes compras de mostos, con los que regaba sus soleras.

En la segunda década del siglo XX contaba la «Casa Nicanor» con quince operarios fijos, trabajando hasta treinta en el tiempo de la compra de mostos. 

Uno de ellos, don Francisco Garrido García, 
natural de Medina Sidonia, trabajó en 
«Casa Nicanor» como empleado desde 1926.

En 1947 pasó a ser el titular-propietario del negocio, hasta su fallecimiento en la década de los 70 del  siglo XX.  A su muerte heredaron el mismo sus hijos, los hermanos Garrido Forero (Francisco, José y Nicolás) quienes venían dirigiéndolo de hecho aunque todavía no de derecho desde años atrás.

El negocio pasó un pequeño bache empresarial y por fin, mediante una reorientación se puso al frente don Antonio Garrido Valls (hijo de don Francisco Garrido Forero y nieto de don Francisco Garrido García), quien lo llevó hasta su 
muerte el 27 de febrero de 2019.

En la actualidad sigue en el negocio su hijo Antonio. 
«Casa Nicanor» sigue en el sitio de siempre: En la calle Rosario número 8. Remodelado y adaptado a los nuevos tiempos, pero conservando, afortunadamente, toda la esencia y solera de antaño





Bibliografía:

La «Casa Nicanor». Nuevo Mundo. Jueves 26 de junio de 1913; año XX, Núm. 1016. Madrid.

Familia Garrido. 







lunes, 13 de agosto de 2018

Mis articulistas preferidos: José Mª Caravaca de Coca.

Artículo publicado en la Revista General de Marina en su número de Julio 2018, firmado por José Mª Caravaca de Coca.

«… LA  DIO  LA  CAPITANA DE  BARLOVENTO.  AÑO  1711»


Si algo sorprende en Cádiz es lo que se organiza alrededor de la ancestral tradición de la Procesión del Corpus Christi, que podría considerarse dentro de la llamada «arquitectura efímera», es decir, todos esos altares que se colocan jalonando el recorrido procesional y cuyo diseño e instalación son tan solo para un día y, además, varían cada año. La M. H. Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz (1) instaló uno y en él se colocó una pieza de plata labrada con la inscripción: «ROSA MÍSTICA ORA PRO NOBIS. LA DIO LA CAPITANA DE BARLOVENTO AÑO 1711». 


La pieza de plata

Es una especie de friso abarcando de manera casi semicircular una base de madera, y de la que la historiadora M.ª Cristina López García (2) dice que está «decorada a base de hojarasca y flor bulbosa. Se encuentra delimitada en su parte superior por una moldura de hojas de laurel y en su parte inferior por una crestería invertida muy bien integrada con el resto de la decoración. Podemos apreciar una gran simbología en la pieza, donde destacan dos rosas y un anagrama de María, situado en la parte central. Todo esto hace alusión a la Virgen de la Rosa, imagen mariana a quien se destina este friso». La misma historiadora del Arte la encuadra en el estilo barroco, repujado y, sin lugar a duda, de plata. En cuanto a marcas de autoría, señala que presenta dos iguales que podrían pertenecer al fiel contraste en donde se lee «P.2». 

Es de mediano tamaño, presentando una altura de 15 centímetros y el arco de 102. Se aprecia que en realidad está integrada por tres piezas, una central y dos en los extremos. Las marcas del fiel se hallan en estas últimas. 

Presenta la pieza a lo largo del friso varias oquedades de pequeño tamaño, que podrían deberse, según M.ª Cristina López, a antiguos apliques de metal desaparecidos con el paso del tiempo o, quizás, a marcas de clavos. A esta conclusión, dice, «podemos llegar gracias a la disposición asimétrica de los mismos, así como por la variedad de tamaño de los huecos, pues debemos tener en cuenta que en el siglo XVIII la fabricación de todas estas pequeñas piezas se realizaban manualmente, siendo muy complicado igualar el tamaño de cada clavo. Además, por el tamaño de algunas cavidades podemos llegar a pensar que ha sido cambiado de soporte en más de una ocasión». 

Lo que evidencia que esta pieza ha debido de tener diversos usos a lo largo de estos más trescientos años que ya acumula.


Algo acerca de cómo llegó a la Hermandad de la Caridad de Cádiz

No se albergan dudas de que la pieza, originariamente, una cenefa o galería para sustentar una cortina, fue donada a la Virgen de la Rosa. La pequeña historia de esta imagen que se veneró en Cádiz, en lo relativo a la pieza que nos ocupa, podríamos verla así: en el acta del Ayuntamiento de del 8 de febrero de 1764 (3) consta que en el Cabildo de ese día se leyó una petición que hizo el presbítero Martín Lipari, quien decía era «Administrador del Santuario de Nuestra Señora de la Rosa», acerca de obtener permiso para ampliar la capilla en la que estaba a la veneración. Decía en el pedimento:

«… hacer en la Capilla del mencionado Santuario, un Camarín donde pueda celebrarse el Santo Sacrificio de la Misa, en el Arco o hueco del propio murallón que está encima del reducido que hoy ocupa dándole al nuevo Camarín su frente principal a la referida Plazuela de las Tablas…»
Acompañaba documentación del Obispado en la que se hablaba «de la Capellanía que fundaron Don Pedro Miramar y Doña Melchora de Mora y Figueroa». El Ayuntamiento de Cádiz, en esa misma sesión, decidió:

«… conceder el permiso y facultad que se pide para ejecutar la obra del Camarín de Ntra. Sra. de la Rosa según y como en el inserto Memorial se solicita… Y para use de esta licencia y facultad, la Ciudad acuerda se le dé testimonio de este acuerdo al referido Don Martín Lipari, con inserción de su Memorial y testimonio extraído e incorporado en este Cabildo para que siempre conste…»

Sin embargo, las cosas no fueron tan pacíficas. La autoridad episcopal decidió el traslado de Nuestra Señora de la Rosa a uno de los altares que ya existían en la Catedral Nueva, cuyas obra había sido iniciadas en 1723. Martín Lipari elevó una petición para que se extinguiese una Hermandad del Rosario que existía en la propia obra e integrada por los trabajadores de la misma. Así, el Cabildo Catedralicio, en un acta del día 3 de septiembre de ese 1764 (4), refleja la petición, pero detallaba en cuanto a la imagen y a su nueva capilla lo siguiente:

«… que habiendo dado principio a una que dice ser Capilla, en el estrecho sitio donde estaba el cuadro y pintura de la Imagen de la Rosa, experimenta escasez en las limosnas de los fieles, y el fin de sus esperanzas frustradas con no poderla continuar…»

Se razonó el traslado del cuadro al interior de la Catedral Nueva, en construcción, porque decía que estaba:

«… en un sitio tan indecente, como era el de las puertas de un figón y taberna por una parte, y de la otra un banco de un herrador, donde se dejan considerar las injurias que se cometerían a la Imagen o en su presencia por aquella parte y por esta las grandes avenidas de caballos, borricos, mulas, etc., que con frecuencia se conducen a este sitio… y sería muy del agrado de la Señora y muy de la atención del Cabildo, el que se trasladase su Imagen a una de las Capillas de la obra de la Sta. Iglesia, en donde no solo se le perpetuase su culto a la Señora, sino que lo lograse con mayores ventajas en lugar tan decente y propio…» (5).

La ciudadanía recurrió a la autoridad municipal; así se hace constar el 5 de diciembre de ese mismo año de 1764 (6) en el acta del Cabildo:

«Leyóse el Memorial… presentado por varios vecinos de la Plazuela de las Tablas y un papel escrito al Sr. Procurador por el Señor Licenciado Esteban de Gámez y del Ilmo. Dignidad de Chantre de la Iglesia Catedral de nuestra Ciudad… sobre la translación de la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa al nuevo templo de la Santa Iglesia Catedral…»

Los vecinos de la Plazuela, en un escrito firmado por más de cuarenta, decían:

«… devotos y bienhechores de la soberana imagen de Nuestra Señora de la Rosa, sita en dicha Plazuela, impedidos de su fervor y afecto a esta Señora, no pueden menos que ocurrir (sic) a la protección de V. E. y que habiendo por espacio de más de un siglo rendido culto a dicha Señora en su antigua Capilla siendo el objeto de la popular devoción y refugio de los navegantes y afligidos; con deseos los Suplicantes de promover en lo posible el aumento de su devoción y lograr la mayor decencia, precedidas las correspondientes diligencias de la Curia Eclesiástica y el haberse dignado V. E. con su expreso permiso in escriptis (sic) conceder en dicha Plazuela un sitio que por ser antiguo muro de la Ciudad era perteneciente su dominio y propiedad, labrado en él un primoroso Camarín el que se ha costeado con las limosnas de los fieles y principalmente con los de los Suplicantes, cuando se trataba de su finalización para colocar en él a dicha soberana imagen, advirtieron con harto dolor suyo la bien extraña novedad de habérsela quitado la efigie del sitio donde interinamente estaba con la mayor decencia expuesta a la común devoción y llevándola a la Nueva Catedral que se está haciendo, despojando a los devotos bienhechores y vecinos del consuelo y recurso que en sus aflicciones tenían en dicha soberana imagen, entibiando con esta mutación local el fervor de todo el Pueblo, decayendo el culto de la Señora y privando por consiguiente a V. E. del dominio y posesión en que está dicha Capilla y por lo que en semejante conflicto no pueden los Suplicantes dejar de recurrir a el patrocinio de V. E. para que como agraviado en la especificada remoción y despojo, disponga los correspondientes remedios a efecto de que se restituya como es debido … a el sitio interino donde se hallaba hasta que concluido el referido Camarín o Capilla se coloque en ella…»

Al alcalde, Juan de Barrios, le llegó del Obispado un escrito informando de que:

«… Habiendo entendido que por algunos de los que se nombran vecinos de la Plazuela de las Tablas, mal aconsejados, y menos devotos de la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa, se intenta dar Memorial en el Ayuntamiento de esta Excma. Ciudad, pretendiendo se les proteja en el intento deducido, sobre que dicha imagen se restituya al sitio, de donde fue trasladada, prevengo a V. S., que lo haga presente a esos Sres. Capitulares, como la traslación de la Sra., se hizo al nuevo templo de esta Santa Iglesia, en virtud de Decreto del Ilmo. Sr. Obispo, a consecuencia de una Diputación de mi Cabildo que trató con S. Ilma. y el Sr. Provisor en los puntos importantes, para la traslación de la imagen, tan ventajosa, como precisa, en vista de las injurias y obscenidades, con otros daños al público, que se cometían delante de la Sra., y que ha causado que fuese al dicho nuevo templo, era preciso derribar el castillo, que se le estaba formando, para su colocación porque habiendo de correr calle por detrás al templo, es necesario se comprehenda (sic) aquel sitio, para que la línea de la Plazuela que ha de haber, quede recta: en cuyos términos parece despreciable cualquier recurso…»

El Ayuntamiento decidió, después de un largo debate ante el cariz que tomaba el asunto, no mezclarse y, en cuanto al sitio concedido, determinó que si no iba a ser usado debería volver a la ciudad. Los vecinos decían, como se reflejó en su escrito, que por espacio de un siglo se le venía rindiendo culto a Nuestra Señora de la Rosa, estimando hacia 1648 el inicio de la veneración popular del cuadro y que, como se dijo también, debió de iniciarse por el impulso de Melchora de Figueroa. Además, luego se verá, el Cabildo Catedralicio no dudaba de que podía disponer tanto del cuadro como de sus alhajas.

Continuando con el seguimiento, en julio de 1784 (7) los vecinos de la zona, entendemos que no del todo conformes con que se venerase en el interior de una Catedral Nueva, en obras, elevaron petición a la autoridad eclesiástica para que: «… se conceda por el Cabildo que la imagen de la Sra. se traslade interinamente a el claustro de el convento del Sr. Juan de Dios, donde desean labrarle altar». En octubre (8), se les informó de que:

«… sobre la solicitud de Don Martín Lipari Presbítero y otros varios sujetos para trasladar la Imagen de Ntra. Sra. de la Rosa, que existe a cargo del Cabildo en una de las Capillas de la Iglesia nueva, al claustro del convento de San. Juan de Dios para en él erigirle altar, y haciendo ver en él cual que Da. Beatriz Francisca de Figueroa, por su testamento bajo el que falleció, dejó esta Imagen y alhajas al Cabildo… se acordó convenir en la solicitud de estos vecinos.»

Como se ve, se habló en ese momento de Beatriz Francisca de Figueroa, sobrina de Doña Melchora de Figueroa, de quien se había dicho en 1764 habría constituido esa capellanía; sobre esto se hablará más adelante. 


En el Hospital de la Misericordia y al mismo tiempo Convento de San Juan de Dios se conservan los inventarios que se hacían cuando el prior se tenía que ausentar para asistir a los capítulos generales o era relevado. Así, en el de 1787, fray Agustín Pérez de Valladolid lo hizo en el mes de marzo (9). Al hablar del patio del Hospital, se reflejó lo siguiente:

«Otro Altar con sus puertas todo dorado y pintado de nuevo y en él la Imagen de N. S. de la Rosa… este Altar e imágenes hecho todo nuevo por Don Martín Lipari (10) como Administrador de dicha Sra. tienen sus alhajas de plata y demás servicio de Altar, todo en depósito de dicho Administrador.»

Siendo, así la primera vez que se nombra Virgen de la Rosa; en sucesivos años, por las razones expuestas, en los inventarios seguía apareciendo. Destacamos el que se hizo en 1796, en cuya descripción se detalló la existencia de la cenefa:

«Otro altar... y en él la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa en un cuadro, con su marco de plata y corona de lo mismo sobre dorada con pedrería y su hijo S. Smo. en los brazos con corona de lo mismo… una cenefa… y dos angelitos todo de plata.» 

Desde ese año fue figurando en todos los inventarios con una descripción similar. 

Es sabido que la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios dejó el Hospital de la Misericordia de Cádiz con motivo de la Desamortización de 1835, figurando por última vez en el inventario de 1833 en donde se añadió el detalle del uso de la cenefa:

«… Altar de Ntra. Señora de la Rosa... tiene también… y una cenefa… todo de plata; Seis cortinas de seda de diferentes colores con galones finos, que sirven de velo y penden de esta cenefa de plata.»

Al marcharse la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, el Hospital pasó a una junta de beneficencia, y de ella, tras largo proceso judicial, retornó a la Hermandad de la Santa Caridad. Así, en 1863, en acta notarial se hizo entrega a la Hermandad de los bienes, y en la descripción detallada figuró: «Ítem. 83: Una cenefa de plata cincelada en tres pedazos». En 1873, en un inventario general de la Hermandad se detalló que ese ítem « ...está conforme, donada por la Capitana de Barlovento año de 1711». Sin embargo, no figuró ya más el cuadro de Nuestra Señora de la Rosa, por lo que esta cenefa-galería, al no perdurar la pintura dejó de tener la capitana de Barlovento en 1711. Sin embargo, no figuró ya más el cuadro de Nuestra Señora de la Rosa, por lo que esta cenefa-galería, al no perdurar la pintura dejó de tener la función para la que se creó, y ese mismo año de 1873 la Hermandad de la Caridad decidió modificarla, siendo enviada a los Talleres de Don José Fuentes en Cádiz, en donde se hizo el trabajo de «componer y limpiar una cenefa de plata para el manifestador» (11) y es así como hoy en día puede ser apreciada. 

La capitana de Barlovento en 1711

La Armada de Barlovento se estableció en 1636 como una fuerza naval para proteger a las tierras de Nueva España, así como sus rutas mercantiles en el golfo de México y a las llamadas islas de Barlovento, y era una de las que componían el sistema de las Armadas Regionales. 

La capitana era el navío Nuestra Señora de Guadalupe (12), que fue construido en Campeche. Se puso la quilla en 1702 y en 1703 se incorporó en Veracruz a la Armada de Barlovento, entonces al mando del gaditano almirante Andrés Pez. El navío tuvo una gran actividad. Pero ahora nos centraremos en la que tuvo en los años próximos a la donación de la interesante pieza de plata, sobre todo por intentar saber las razones de dicha donación.

Las circunstancias de la Guerra de Sucesión hicieron que en noviembre de 1709, al mando de Andrés de Arriola, iniciara un viaje desde Veracruz protegiendo a la Flota en el viaje de retorno, llegando a Cádiz el 2 de marzo de 1710. Fue alistada para llevar al duque de Linares, virrey electo de Nueva España, saliendo de Cádiz el 6 de agosto y con llegada a Veracruz el 12 de octubre de ese año. El 29 de enero de 1711 inició otro viaje al mando de Arriola, llegando a Cádiz el 31 de marzo, en donde estuvo hasta su salida hacia Nueva España —también al mando de Arriola, junto con seis buques mercantes— el 3 de agosto de 1711. Es decir, que surta en Cádiz, ese año que figura en la pieza de plata donada tan sólo estuvo poco más cuatro meses. 

Continuó el Nuestra Señora de Guadalupe con su vida marinera, relativamente corta, ya que el 13 de julio de 1724, al mando de Gabriel de Mendinueta, salió de Cádiz con la flota de azogues del teniente general Baltasar de Guevara hacia Nueva España, junto al San José, alias Tolosa, mandado por Sebastián de Villaseñor. Tras hacer una escala Puerto Rico el 13 de agosto, se volvió a la mar el día 23. En la navegación de Puerto Rico a La Habana les sorprendió un fortísimo huracán el 24 de agosto, por lo que intentaron buscar refugio en la bahía de Samaná, en la hoy República Dominicana. Entrada ya la noche y rebasado el cabo de San Rafael, el Nuestra Señora de Guadalupe encalló en unos arrecifes, y el San José corrió la misma suerte al amanecer el siguiente día. En el Nuestra Señora de Guadalupe se salvaron unos 500 tripulantes y pasajeros de los 600 que iban a bordo, mientras en el San José solo hubo 30 supervivientes de 600. El general de Guevara murió durante la evacuación del naufragio, salvándose el capitán Mendinueta (13). El Nuestra Señora alcanzó, posteriormente mucha fama, al ser su pecio localizado e investigado en 1977 y de donde se extrajeron unas 20.000 piezas, las cuales fueron al Museo de las Casas Reales de Santo Domingo (14).

Algo de la situación de la Virgen de la Rosa y sus alhajas en Cádiz en 1711

Como se ha dicho antes, la veneración a la Virgen de la Rosa en el camarín de la muralla debió iniciarla Doña Melchora de Figueroa, quien era la propietaria de la vivienda en donde estuvo colocado y que falleció en Cádiz el 28 de abril de 1706 (15) a la edad de 100 años. Continuó la labor su sobrina Beatriz Francisca de Figueroa, fallecida en 1749 (16), quien en su testamento (17) de 1747 dejó estipulado, entre otras disposiciones, lo siguiente:

«16. Declaro que por muerte de Doña Melchora de Figueroa, mi tía, heredé un cuadro pintura de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de la Rosa, el mismo que estaba colocado en un hueco de las casas que fueron de mi morada que son en la calle que nombran de la Rosa de esta ciudad y a mis expensas de los dichos mis hijos y con algunas limosnas que distintos devotos han dado ha tenido dicha milagrosa imagen, culto público para la veneración de los fieles, y se han ejecutado diferentes alhajas de plata para su adorno y mayor decencia… Mando que el expresado cuadro, con todo cuanto le corresponde y pertenezca, quede a disposición de los Señores Deán y Cabildo para que… lo mantenga… en el sitio a donde al presente está colocado o lo trasladen a el que mejor le parezca…»

Verdaderamente estaba claro que heredó el cuadro y que dispuso que tanto este como todas sus alhajas, incluida la cenefa-galería que estudiamos, quedasen a disposición del Cabildo Catedralicio, que, como ya se ha visto, dispuso pasasen finalmente al Convento Hospital de la Santa Caridad, donde ha permanecido hasta hoy. Beatriz Francisca estuvo casada con Luis Pedro Mora y Figueroa.

El porqué de la donación

¿Es una pieza que se puede considerar un ex voto a la Virgen de la Rosa por un hecho en concreto o fue una simple donación quizás influida por razones de amistad? 

Habría que considerar que esos años, en plena Guerra de Sucesión, las navegaciones a ultramar estaban en permanente amenaza, por lo que no sería de extrañar el carácter de exvoto como modo de implorar la protección divina y que ya habían reflejado los propios vecinos al decir que era la Virgen «refugio de los navegantes y afligidos», quizás por haber llevado en 1710 a buen término el traslado del electo virrey a Nueva España.

Por otra parte, intentando buscar otras razones, se ha analizado la documentación de la carga embarcada en Cádiz en 1710 y 1711 en la capitana de Barlovento, en la que figura como cargador Alfonso de Mora y Figueroa (18), quien era hermano político de Beatriz Francisca de Figueroa, principal artífice de la veneración en el santuario de su propiedad a la Virgen de la Rosa en esos años, lo que evidencia cierto grado de relaciones familiares en el mundo de los cargadores de Indias en la ciudad de Cádiz, que eran muy dados a este tipo de donaciones en esos momentos.

Conclusiones finales 

Estamos ante una pieza de gran interés por varias razones, tales como el período histórico de la donación, la Guerra de Sucesión, el mundo de los cargadores de Indias en Cádiz, la ejecución en sí de la plata labrada, el que fuese dada por la capitana de la Flota de Barlovento con base en Veracruz en Nueva España a una ciudad como Cádiz, que el propio navío Nuestra Señora de Guadalupe sufriese un terrible naufragio, que sea uno de los pecios más estudiados y expuestos en Santo Domingo y, finalmente, que haya permanecida prácticamente desconocida en estos siglos.

(1) Para saber algo más de la M. H. Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz, véase: CARAVACA DE COCA, José M.ª: «La catástrofe de Cádiz de 1901. Explosión de un torpedo», en REVISTA GENERAL DE MARINA, Tomo 272, enero-febrero 2017, p. 5.
(2)LÓPEZ GARCÍA, M.ª Cristina: Estudio de platería en la Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz. Universidad de Cádiz. Inédita.
(3) Archivo Histórico Municipal Cádiz (AHMC), actas del Cabildo, 1764.
(4) Archivo del Cabildo Catedralicio de Cádiz (ACCC). Acta del Cabildo, 3 septiembre de 1764.
(5) Ídem.
(6) AHMC, Actas del Cabildo Municipal, 1764
(7) ACCC. Acta del Cabildo, 9 de julio de 1784.
(8) Ibídem, 11 de octubre de 1784.
(9) Archivo Histórico de la Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz (AHCC). Libros inventarios 485 y 486.
(10) En su testamento, hecho en 1792, dejó dicho: «4. …imagen que con el título de Nuestra Señora de la Rosa dejo colocada en el altar que a mi propia costa, he hecho en el Patio… del Convento Hospital del Sr. San Juan de Dios de esta Plaza en virtud de haberme concedido el sitio donde se halla ...». Archivo Histórico Provincial Cádiz (AHPC). Protocolos 1792. Escribano Cipriano José González.
(11) AHCC. Caja núm. 1. Inventarios. Cuenta de Obras hechas en las alhajas de plata en 1873
(12) Fue conocido como Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio.
(13) Acerca de este hundimiento se escribió la novela Huracán. LEÓN AMORES, Carlos: Huracán, Plaza & Janés. Barcelona, 2000.
(14) Fueron expuestas las piezas también de modo itinerante bajo el título de «Huracán, 1724. Navegantes y náufragos de la Ruta del Mercurio» en el Museo CosmoCaixa de la Ciencia de Alcobendas (Madrid). ABC, Madrid, sábado 18 agosto 2001, p. 31.
(15) ACCC. Enterramientos. «En Cádiz veinte y nueve de abril de mil setecientos y seis años se enterró de noche en Santa María con oficio de medias honras a D.ª Melchora de Figueroa y Valenzuela de edad de cien años… Viuda del alférez Sebastián Ruiz de la Torre… Fundó una Capellanía de Misas Rezadas… Murió en veintiocho…».
(16) ACCC. Enterramientos. «En Cádiz diez y siete de diciembre de mil setecientos cuarenta y nueve años, se enterró por la tarde… en el Convento de Sta. María, D.ª Beatriz Francisca de Figueroa y Herrera… de edad de ochenta y cuatro años: Viuda de Dn. Luis Pedro de Mora y Figueroa… murió en diez y seis…».
(17) AHPC. Protocolos año 1747. Escribano, José Antonio Camacho.
(18) Consta en el registro, con todo detalle, que embarcó seis frangotes, siete cajones y cincuenta cajoncillos, por su cuenta y riesgo, siendo el destinatario Simón de Medal y Moscoso en Veracruz. Archivo General de Indias. Indiferente 1.272, «1710 Registro del Galeón nombrado Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio, Capitana de la Real Armada de Barlovento que hace viaje a la Provincia de Nueva España a transportar al Sr. Duque de Linares, electo Virrey de aquel Reino». Folio 101.



martes, 17 de julio de 2018

El Cine Gades


El sábado siete de mayo de 1932 se inauguró el Cine Gades, diseñado por el arquitecto Antonio Sánchez Esteve y cuyo propietario era Joaquín Ponte Naya. 





Tenía dos entradas, una por la calle de San Francisco destinada para las localidades más económicas de butaca, y otra por el Paseo de Canalejas, hacia las plazas de sillón más caras.

La prensa se hacía eco y se congratulaba de la apertura de dicho cine, que venía a engrosar un número hasta ahora casi insignificante de ese tipo de establecimientos.  "La ciudad tendrá uno más, bien digno de la cultura y prestigio de Cádiz, que en esto como en todo, va prosperando rápidamente, igualándose a otras ciudades que en transcurso de los días pasados se le habían adelantado, aprovechando un descuidado adormecimiento de sus actividades vitales".

En su publicidad, se presentaba como un cine moderno, práctico, con las últimas innovaciones, incluída la del aire acondicionado, en resumidas cuentas era un local nuevo en todo lo que podía significar esa palabra.  La película escogida para la inauguración fue "Eran trece" dirigida por David Howard en 1931 e interpretada por Ana Mª Custodio, Manuel Arbó, Juan Torena y Raoul Roullen entre otros.

En las puertas del local, la película se anunciaba como "Una cinta muy buena, de tema policiaco avalada por la pureza y diálogo correctamente español. De interpretación adecuada y moralmente limpia por completo".

Durante muchos años, formó parte de la oferta cinematográfica de la ciudad junto a los emblemáticos Teatro Andalucía y Gran Teatro Falla.

El miércoles 31 de marzo de 1971, tras proyectar "Vente a Alemania, Pepe", el Cine Gades cerró sus puertas definitivamente privando a la ciudad no sólo de un local dedicado a la proyección de películas cinematográficas, si no de un edificio firmado por un arquitecto emblemático, siendo sustituido por uno más moderno que alojó desde entonces a una entidad bancaria.

miércoles, 20 de junio de 2018

Hemeroteca: Inauguración de la Playa de Cortadura. 16/06/1963



Diario de Cádiz, en su edición del 16 de junio de 1963 publicaba la siguiente noticia.
Hoy será inaugurada la nueva Playa de la Cortadura.

En un futuro muy próximo será convertida en una de las mejores de la ciudad. 
Pincha en la imagen para ampliar, descargar o leer cómodamente.



viernes, 18 de mayo de 2018

La Banda Gaditana de Trompetas, embrión de la Banda Municipal

La banda gaditana de trompetas, fundada en el verano de 1929, por el entonces alcalde de Cádiz don Ramón de Carranza, fue el embrión de la Banda Municipal.  

Transcribo un artículo publicado en el diario local "La información" el 17 de abril de 1935 esbozando una síntesis histórica de los primeros años de dicha agrupación musical.

Diario "La información" 17 de abril de 1935.  (Sic)


Fue en el año 1929 cuando empezó a organizarse esta banda, para dar mayor esplendor a las fiestas de Semana Santa.


Por deseos del entonces Alcalde de la capital, excelentísimo señor don Ramón de Carranza, se encargó la preparación y formación de la misma, el también entonces clarinero municipal don Emilio García Rodríguez, que, dando un alto ejemplo de tesón y laboriosidad, consiguiendo en un plazo brevísimo dar forma y realidad a los deseos de la Alcaldía.

Todos recordamos el júbilo con que la ciudad acogió la presentación de esta Banda, cuando por primera vez se situó frente a la casa Capitular como obligado saludo a la corporación Municipal, y en particular al señor Alcalde.

Durante el recorrido de las procesiones, la actuación de la Banda fue premiada con los aplausos del público, que veía con orgullo la creación de este conjunto gaditano, único en su clase. 


Labor penosa fue la del señor García Rodríguez, que encontró pocos contratiempos, que poco a poco fue venciendo, segundando en esta labor por dos entusiastas, Pedro Requejo y Salvador Seoane, sargento y cabo, respectivamente, de la Banda, que daban en el silencio dela noche la nota agudísimo de sus trompetas en medio del mayor entusiasmo del pueblo.

Después del obligado lapso de tiempo, otro hombre incansable, que ha puesto toda su alma al servicio de la ciudad, don Eladio Campe, quiere dar a estas fiestas religiosas toda su solemnidad y el auge que merecen, y venciendo muchas dificultades, solicitó al ayuda del señor García Rodríguez, y este, como antes, poniendo a contribución cuanto de él depende, reorganiza la Banda con mayor número de componentes, consiguiendo la colaboración de otro valioso valor destacadísimo, Narciso Camacho, que ya en la primera actuación con motivo de la presentación de la Banda en nuestro Gran Teatro, hace pocas noches, se destacó grandemente, y unido a los anteriormente dichos señores Requejo y Seoane y otros, lograrán que durante las presentes solemnidades, y a su paso por las calles, sea esta Banda acogida como merece y como sabe hacerlo este pueblo. 

En el repertorio figuran los cinco puntos de marcha reglamentarios de caballería, diana, retreta floreada, una polka y un pasodoble, números que fueron aplaudidísimos, como ya hemos dicho, en el Gran Teatro.

Es digno también de mención el uniforme vistosísimo que ostentan los componentes de la Banda, y recordamos que fueron elogiadísimos a su paso por las calles de Madrid, cuando se efectuó el homenaje a los Alcaldes en 1925, llamando la atención del pueblo madrileño en aquella solemne exhibición municipal de España.

Reciban, pues, nuestro pláceme, la Sociedad Oficial de Fomento, por la idea de esta reorganización, y la gratitud al señor Alcalde don Joaquín Fernández Repeto, que desde el primer momento dio toda clase de facilidades para los ensayos y los uniformes; al señor Jefe de la Guardia Municipal, don Manuel Varas, y personal de oficinas de la jefatura, que se han superado cooperando grandemente a fin de que este año alcanzara la Banda el mayor esplendor posible en las solemnidades de Semana Santa. 

EL CRONISTA.

lunes, 16 de abril de 2018

Rafael Menacho. Ilustre militar gaditano. Héroe de Badajoz.

Rafael Menacho y Tutlló nació el 22 de mayo de 1766 en Cádiz. Falleció el 4 de marzo de 1811 en Badajoz.

Caballero cadete el 3 de octubre de 1784 en el Regimiento de Infantería de Vitoria ascendió hasta Mariscal de Campo (actual General de División) en 1810 en que fue nombrado gobernador militar y político de Badajoz.

Durante su carrera se halló en diferentes y reñidas acciones de guerra, en las que contrajo servicios muy importantes, especialmente en el bombardeo y sitio de Ceuta por el emperador de Marruecos, al cual le llegó a quemar incluso su serrallo.

Tomó parte en la guerra contra Francia que comenzó en 1791 y en la de Portugal. Así como en la independencia de España, hallándose en la memorable batalla de Bailén, mandando la vanguardia de la división del General Peña, siendo el primero en romper el fuego, desmontando varias piezas de artillería al enemigo.

También se halló en las batallas de Talavera y Almadén, haciendo una retirada en orden, sin tener una sola baja, volviendo a demostrar una vez más, sus conocimientos de estrategia en el combate.

Fue llamado a Badajoz por el Marqués de la Romana, ya que no tenía guarnición suficiente. Venciendo peligros y teniendo algunas acciones parciales, entró en aquella plaza el 28 de febrero de 1810.   Hizo varios prodigios de valor en algunos puntos de Extremadura y finalmente en la defensa de Badajoz, que duró 38 días. Haciendo durante el sitio varias salidas, destruyendo algunas baterías y produciendo muchas bajas a los sitiadores, no permitiendo recibir parlamentarios y aún herido en un muslo hizo su última salida el 4 de marzo de 1811 en la que consiguió inutilizar otras piezas de artillería.


Al final, al escasear la munición, ordena desempedrar las calles de la ciudad para lanzar los adoquines a los franceses, lo cual provoca una protesta del Mariscal Soult (luego intentaría el asalto de Cádiz) que lo considera ajeno a la ética y cortesía de la guerra, la contestación del General Menacho es: “No podéis hablar de cortesía y reglas militares quienes habéis secuestrado al Rey y engañado al pueblo español”, y finaliza con la célebre frase: “Viva la Patria. Menacho”.

Estando al final de la batalla sobre la muralla disponiendo los fuegos para la retirada y animando a sus soldados, le alcanzó una trozo de metralla en el vientre que le produjo la muerte, exclamando al morir "Siento no poder ser más útil a la patria".

Al día siguiente fue sepultado en el panteón de la catedral de Badajoz y a los tres días fue entregada la plaza al enemigo, mandando el mariscal francés desenterrar el cadáver para ver y admirar a un militar tan digno.

Las Cortes de Cádiz de 1812 declararon al General Menacho "Benemérito en grado eminente" y concedió a su viuda e hijos una pensión de diez mil reales.

El Ayuntamiento de Cádiz acordó colocar su retrato en las casas capitulares y nombró una legacía para dar el pésame a la viuda, el de Badajoz acordó se erigiese un monumento sobre las murallas, en el sitio donde ocurrió la muerte del héroe.

Hay una lápida en la sala capitular del ayuntamiento gaditano que consigna: "Rafael Menacho. Gaditano. Héroe de la Independencia. Defensor de Badajoz"

miércoles, 7 de marzo de 2018

Cádiz, las Siete Palabras y Joseph Haydn.

Cuando se realizaban unas obras en la gaditana Iglesia del Rosario en el año 1756, se encontró un subterráneo que se abría bajo ella. Gustó el lugar por ser espacioso y tranquilo a los devotos que se congregaban en el templo para hacer el ejercicio de la Pasión de Cristo llamado de "La Madre Antigua" y se trasladaron a ella después de haber colocado un Calvario.


La generosidad de José Antonio Sáenz de Santamaría, Marqués de Valde-Iñigo, que llenó de esplendor dicha iglesia, halló un nuevo incentivo para acudir a engrandecer aquella “cueva” tan apta para el recogimiento, así, el jueves santo, 17 de abril de 1783, se inauguró el hermoso templo de tres naves que hoy conocemos y en el que aparecía al frente un magnífico Calvario presidido por el Cristo de las Siete Palabras.



A la magnificencia del edificio, a juicio del Marqués de Valde-Íñigo, le faltaba algo que la hiciera definitivamente especial, algo que le diera una personalidad reconocida en el mundo entero y no dudó en buscar a un buen compositor que le dedicara una pieza exclusiva, para ello,  a través de las gestiones realizadas por don Francisco Micón, Marqués de Ureña y Méritos, músico aficionado y amigo personal, contacta con Joseph Haydn y le propone componer una pieza musical para la iglesia.

Haydn se muestra algo remiso por el encargo que le hacían desde Cádiz, ya que era de religión protestante, pero al final, registra ese mismo año de 1783 a petición insistente del Marqués de Valde-Íñigo, la composición de un cuarteto (OP 51) que se edita con el subtítulo de “Sieben Worte” (siete palabras), dividida en las siete partes correspondientes a las palabras que Jesús dijo en la Cruz, siete tiempos lentos.  Haydn mismo explicaba cómo le inspiró la exposición que se le había realizado del motivo y empleo de su obra al hacerle el encargo.  No cabe duda de que la insistencia del Marqués de Valde-Íñigo, hizo que se completase la música a la arquitectura, pinturas y esculturas que ya tenía la iglesia.

Las partituras originales se conservan en dicho oratorio y en el pequeño museo se expone una copia en facsímil. El Marqués de Valde-Íñigo pagó en metálico dicho trabajo, aunque curiosamente, una parte la pagó en especias:  Cacao del Nuevo Mundo, habida cuenta de que el compositor austríaco era un glotón empedernido.

La interpretación del cuarteto el Viernes Santo de la obra de Haydn se interrumpió en una determinada fecha y se reanudó hace unos 120 años gracias al entusiasmo del pintor, músico gaditano y mecenas de artistas don Salvador Viniegra.  Él mismo era uno de los ejecutantes, después también, en los siguientes años, lo siguió interpretando su hijo Juan.  





En aquella primera interpretación participaron como primeros violines Jerónimo Jiménez y Ramón Gil, ambos protegidos por Salvador Viniegra, el director del Conservatorio de Santa Cecilia Enrique Proca, Mariano Gallego, Eduardo Escobar, Salvador Tello, José del Hierro y Juan Viniegra. Segundos violines: Eduardo Seoane y Leonardo Cordonniere. Viola: Mariano Gallego, Francisco Rives y Enrique Rodríguez. Violoncello: Salvador Viniegra, José de Castro y Juan Ruíz Casaux.