Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Cádiz, las Siete Palabras y Joseph Haydn.

Cuando se realizaban unas obras en la gaditana Iglesia del Rosario en el año 1756, se encontró un subterráneo que se abría bajo ella. Gustó el lugar por ser espacioso y tranquilo a los devotos que se congregaban en el templo para hacer el ejercicio de la Pasión de Cristo llamado de "La Madre Antigua" y se trasladaron a ella después de haber colocado un Calvario.


La generosidad de José Antonio Sáenz de Santamaría, Marqués de Valde-Iñigo, que llenó de esplendor dicha iglesia, halló un nuevo incentivo para acudir a engrandecer aquella “cueva” tan apta para el recogimiento, así, el jueves santo, 17 de abril de 1783, se inauguró el hermoso templo de tres naves que hoy conocemos y en el que aparecía al frente un magnífico Calvario presidido por el Cristo de las Siete Palabras.



A la magnificencia del edificio, a juicio del Marqués de Valde-Íñigo, le faltaba algo que la hiciera definitivamente especial, algo que le diera una personalidad reconocida en el mundo entero y no dudó en buscar a un buen compositor que le dedicara una pieza exclusiva, para ello,  a través de las gestiones realizadas por don Francisco Micón, Marqués de Ureña y Méritos, músico aficionado y amigo personal, contacta con Joseph Haydn y le propone componer una pieza musical para la iglesia.

Haydn se muestra algo remiso por el encargo que le hacían desde Cádiz, ya que era de religión protestante, pero al final, registra ese mismo año de 1783 a petición insistente del Marqués de Valde-Íñigo, la composición de un cuarteto (OP 51) que se edita con el subtítulo de “Sieben Worte” (siete palabras), dividida en las siete partes correspondientes a las palabras que Jesús dijo en la Cruz, siete tiempos lentos.  Haydn mismo explicaba cómo le inspiró la exposición que se le había realizado del motivo y empleo de su obra al hacerle el encargo.  No cabe duda de que la insistencia del Marqués de Valde-Íñigo, hizo que se completase la música a la arquitectura, pinturas y esculturas que ya tenía la iglesia.

Las partituras originales se conservan en dicho oratorio y en el pequeño museo se expone una copia en facsímil. El Marqués de Valde-Íñigo pagó en metálico dicho trabajo, aunque curiosamente, una parte la pagó en especias:  Cacao del Nuevo Mundo, habida cuenta de que el compositor austríaco era un glotón empedernido.

La interpretación del cuarteto el Viernes Santo de la obra de Haydn se interrumpió en una determinada fecha y se reanudó hace unos 120 años gracias al entusiasmo del pintor, músico gaditano y mecenas de artistas don Salvador Viniegra.  Él mismo era uno de los ejecutantes, después también, en los siguientes años, lo siguió interpretando su hijo Juan.  





En aquella primera interpretación participaron como primeros violines Jerónimo Jiménez y Ramón Gil, ambos protegidos por Salvador Viniegra, el director del Conservatorio de Santa Cecilia Enrique Proca, Mariano Gallego, Eduardo Escobar, Salvador Tello, José del Hierro y Juan Viniegra. Segundos violines: Eduardo Seoane y Leonardo Cordonniere. Viola: Mariano Gallego, Francisco Rives y Enrique Rodríguez. Violoncello: Salvador Viniegra, José de Castro y Juan Ruíz Casaux. 


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