Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

lunes, 10 de marzo de 2025

Costumbres y recuerdos. Parte 1ª.

 

Hace mucho tiempo escribía yo a una ilustre amiga, viajera eterna y apasionada furiosa del carácter y las costumbres andaluzas: "Tu última carta la firmas en Cádiz, viajera eterna (como el hombre misterioso de la tradición cristiana); nunca me escribes desde la misma ciudad; pero tú tienes sobre el otro viajero fatídico la ventaja de que no te impulsa la fatalidad, si no tu gusto, la pasión que arde en tu alma, que se te identifica y se acomoda con todo lo bello y lo grande, lo espiritual y lo divino en mescolanza que tú sola sabes definir con la moderna realidad de nuestro siglo.

¡Ay, amiga! No puedes tu comprender la impresión que me ha causado la noticia de tu residencia actual en Cádiz. ¡Qué recuerdos y qué alegría! ¡Qué intranquilidad y qué temores! ¡Qué dulces horas de paseos solitarios en las noches de estío allá por la Alameda de Apodaca! La luna, destellando sobre el bruñido de los cañones, parecíanme siniestras risas de muerte; la luna, rielando también sobre las ondas suavísimas del mar, parecíanme las alas rizadas de los ángeles. ¡Qué cosa es la vida tan llena de misterios!.

Y es que si Cádiz no me inspiró por su aspecto igual y monótono las extrañas fantasías de los recuerdos del pasado, me lo pudo inspirar por su historia y por algo principalmente que, siendo lo primero, yo no puedo definir. En mis recuerdos de Cádiz noto yo una mezcla, sin explicación de realidad amarguísima y de puros y dulces candores. 

¡Oh pueblo amado de Cádiz! ¡España es un poema divino de glorias y tú su canto más hermoso!.

La Alameda de Apodaca es uno de los principales paseos: tiene lindo y frondoso arbolado; a la derecha está la bahía; existen ocultas en las aguas grandes rocas que se llaman "Las Puercas": allí hay dos faros giratorios que señalan al marino la traidora perfidia de aquellos pedruscos de que sus embarcaciones deben huir; se ve desde allí la costa de El Puerto de Santa María con su terreno sembrado de manchitas blancas, que son los edificios. Es una tarde de abril, muy desapacible; no se ve un barco siquiera en el mar: solamente se distingue allá a lo lejos la blanca vela del bote del práctico, que vuelve de dejar el Vapor en franquía; hay marejadilla y corre fuerte viento del norte. 

El rumor de las olas aumenta; el viento ruge; yo no puedo resistirlo y me escondo en una enorme y vieja garita de piedra que está sobre la muralla como guerrero vetusto para contrarrestar los furores de las olas. Salgo a poco y dejo a la izquierda la calle de Marsal y un recodito de la muralla, que forma ángulo, en que muchos hombres juegan a los bolos.
 
Siguiendo mi camino, me dejo atrás el Parque de Ingenieros, la Iglesia del Carmen y el Gobierno Militar, entrándome seguidamente en el Paseo de las Delicias, que es siempre la continuación de aquel camino con diferentes nombres que rodean la ciudad como una hermosa cinta de flores y que la separa del agua: allí está el Cuartel de Ingenieros. 

Continúo junto a la muralla, volviendo la cabeza de vez en cuando.  Cesó el viento repentinamente; fuéronse calmando las olas; el mar hállase ya tranquilo, hermoso, transparente, y allá en el fondo del horizonte, como dulces palomas grises, los botes, que se balancean con sus airosas velas latinas. 

Doy en el Cuartel de Infantería primero, el de Artillería después, y enfrente, formando cerco en la muralla, un jardinillo que se rodea de pirámides de bombas alineadas simétricamente, contrastando su color negro con el gris de la tierra, el azul del mar y el blanco purísimo del cielo.

Deténgome al contemplar aquellas dilatadas hermosuras, y en el dulce éxtasis de la contemplación de la vida vigorosa y ardiente que de todas partes parece emanar, tropiézase de pronto la mirada con el símbolo de la muerte, en aquella batería de morteros, como enormes gazapos con su ojo sombrío mirando a las alturas. Más allá encuéntrase El Perejil, la etimología de cuyo nombre no puedo deciros: es el paseo de moda del invierno a lo menos, pues yo no vie que fuera nadie a ningún otro lado que aquel; tiene un bello jardín, envidia en las noches caniculares de enamorados y poetas. Aunque Cádiz no tenga fama por sus jardines ni sus paseos, yo os digo ahora que abundan allí más que en otras poblaciones andaluzas de más importancia y que cualquiera de ellos vale como el mejor de otras cualquiera parte.

Hállase también la Batería de la Soledad y el melancólico faro  con su torrecilla, que en las noches invernales parece conmover al marinero con su triste luz blanca y roja, que se ve en la negra inmensidad, dulce y fantástica y llena de vaguedades como las almas en pena de los pobrecitos náufragos. 

Continúa el próximo mes



miércoles, 5 de febrero de 2025

Historia de las Puertas de Tierra. Cuarta y última parte.

 

Algunos años más tarde se suscitó una curiosa discusión respecto a la necesidad de que existiera más de una puerta en el Frente de Tierra. Ignacio de Sala expresaba al Marqués de la Ensenada la conveniencia de que hubiera una puerta de entrada y otra de salida, que facilitara el tráfico. Sin embargo, Pedro Moreu opinaba que la duplicación de puertas era "sospechosa por el grande bullicio que entra y sale de la ciudad", que favorecían la introducción de tropas enemigas disfrazadas y el contrabando. Al final se decidió la apertura de una segunda puerta al lado de la principal. 

En 1751 el ingeniero José Barnola realizó el proyecto de modificación de ésta, que se encontraba en muy malas condiciones, reformando su antigua ornamentación. A cada lado de la puerta había dos columnas de orden dórico con pedestales y sobre la puerta la inscripción: FERNDINANDVS VI HISPANIARUM ET INDIARUM REX: ANNO MDCCLIV. Arriba, otro escudo de grandes dimensiones flanqueado por dos leones y junto a él, una alegoría de la fama. La obra fue terminada en 1756, con muy pocas modificaciones respecto a este proyecto, no habiendo  sufrido ninguna desde entonces hasta hoy.

Desaparecidos los peligros de ataque que habían determinado su construcción y las posteriores reformas, el laberinto de glacis que daba acceso a la Puerta permaneció ante ella durante años, como queriendo darle un aire de misterio, mientras la ciudad se extendía fuera de la fortificación. 

En la primera mitad del siglo XX, las murallas fueron derribadas, debido a la imposibilidad de canalizar todo el tráfico de entrada y salida de la ciudad por una sola puerta. La Puerta de Tierra quedó sola, aislada en la Plaza de la Constitución, y se dudó si dejarla así o continuar las murallas por arriba, como ahora están. 

A grandes rasgos, esta es la  pequeña historia de unas piedras construidas para rechazar a los que a ellas se acercaran en su día, pero que por un curioso juego del destino sólo han servido para todo lo contrario: recibir, acoger.  Pero como para que no olvidemos su primitivo origen, ahí sigue cruzando de punta a punta al entrada a ese pequeño "Cádiz antiguo".


jueves, 9 de enero de 2025

Historia de las Puertas de Tierra. Tercera parte.

 

En 1657, el Conde hubo de prescindir de cien moros esclavos de las galeras que el Rey le había cedido y que tenían que volver al servicio de Su Majestad por ser expertos remeros. Se autorizó entonces al Gobernador a servirse de los esclavos moros que tenían los particulares de la ciudad, pese a que no podía haberlos por estar prohibidos por Bandos Reales. La justicia asistía al Conde, que podía quitar los esclavos a sus dueños.

Las obras terminaron en 1671 y el Frente de Tierra contaba ahora con una nueva línea de defensa: un foso y una trinchera, estando revestida la fortificación, por primera vez, con materiales sólidos conociéndosele ya con el nombre de Puerta de Tierra. 

No hubo más modificaciones hasta que en 1728, Ignacio Sala, Ingeniero Director de las Fortificaciones de Cádiz, elaboró un proyecto de reforma, ya que la obra coronada ante la Muralla Real del Frente de Tierra era de construcción defectuosa. No tenía altura suficiente y carecía de fundamentos y contrafuertes apropiados. 

El proyecto fue modificado en 1731, añadiéndole nuevas murallas y fosos delante de la Puerta de Tierra, rodeadas de dos caminos cubiertos con sus correspondientes glacis. Más tarde se llevó a cabo otra modificación de acuerdo con el proyecto realizado por Juan Martín Carmeño, consistente en la construcción de varios reductos para alojamiento de oficiales, tropa, repuestos de pólvora, etc. 

Continuará.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Historia de las Puertas de Tierra. Segunda parte.

 

Así pues se decidió enmendar toda la fortificación y revestirla de cal y piedra.

 El Conde de Molina expresaba al Rey en una carta la necesidad de realizar este trabajo, que pensaba efectuar con muy poco gasto para la Hacienda Real, "sirviéndome de las compañías de negros, mulatos y moros que pondrían todos los domingos ochocientas cargas de piedra".  La obra se aprobó por Real Cédula del 15 de agosto de 1656.

El Conde aseguraba que ésta sería "la más real obra de Europa", afirmando orgulloso que empleaba en ello muy poco de la Hacienda de Su Majestad, ya que los medios para realizarla los extraía de la misma ciudad con los derechos aplicados para ello.

Gravando las botas de vinos de los forasteros que entraban en la ciudad por tierra se obtenían unas rentas de unos cuatro mil reales al año, por lo que el Conde tenía que recurrir a todas las economías posibles, empleando a la mano de obra peor retribuida: mulatos, negros, moros, presidiarios, soldados...

"En esta plaza había como seiscientos moros -escribe el gobernador-, mulatos y negros, los cuales tengo repartidos en los siete días de la semana, y tocándoles solo uno en ella, no viene a ser gravoso a los vecinos y se juntan más de ochenta trabajadores que sirven de peones y de mover tierra. Los acarreos de la piedra y arena de la mar se han hecho sin coste alguno, y la piedra gruesa y sillar de las murallas sin más que el que causan los canteros que la sacan al pie de la obra, a la cual he aplicado todas las condenaciones de causas políticas que se han podido. En lo que toca a Infantería, tengo reducido ese gasto a solo cuatrocientos reales cada semana, dándoles cuatro cuartos para vino y dos para la provisión de unas ollas que se les da a mediodía".  

Continuará.



viernes, 1 de noviembre de 2024

Historia de las Puertas de Tierra. Primera parte.

En continua pose para fotografía de toda persona que pasa por ella, hace años ya que se cansaron de esperar a los enemigos para cumplir la misión para la que fueron construidas: defender la ciudad de un ataque por tierra. Porque desde ellas, las murallas de las Puertas de Tierra, jamás se disparó un solo tiro. Fue una pequeña broma que la Historia le gastó a Cádiz, su vieja y querida amiga. Sólo una vez, cuando el saqueo de la ciudad por la escuadra angloholandesa, en 1596, los enemigos llegaron hasta ellas, que entonces eran solo un muro, pero ya la ciudad había sido tomada por mar y los soldados que la defendían habían caído en sus puestos. 

Y la Puerta, la muralla y los fosos, modificados con el correr de los años, reforzadas sus defensas, tuvieron que acabar por aceptar que su papel, por esa amistosa jugarreta de la Historia, iba a ser otro bien distinto y mucho más acorde con su nombre: Puerta. Abierta siempre a todo el que llega, avanzadilla, a modo de muestra, de las viejas piedras que encierra en la ciudad, de la coquetería de sus jardines y de la alegría burlona de sus gentes.

Antes de que fuera construido el muro en el Frente de Tierra de la ciudad, Cádiz estaba reducida dentro de una cerca de mampostería con torres y un castillo en el ángulo sudeste, al estilo de otras ciudades medievales. Eran los primeros momentos de la repoblación cristiana. Agustín de Horozco, en su 'Historia de la ciudad de Cádiz', describe la antigua villa diciendo que:

 'su traza y forma era cuadrada, aunque de estrecho sitio, para que fuera mejor guardaba, y la cerca de tres cortinas o labrada en tres partes, la del Oriente, a la del Norte y a la del Occidente, con una puerta en el medio de cada un lienzo, no se le haciendo ni poniendo ninguno al mediodía, por ser allí sobre la playa muy alto tan a peña tajada que aquello bastaba'

El núcleo primitivo de población estaba situado en torno a la Iglesia Mayor, donde hoy está la de Santa Cruz. Al ir creciendo el número de habitantes se formaron dos arrabales fuera del amparo de la cerca, el de Santiago y el de Santa María. 

Fue entonces cuando se decidió proteger de alguna forma a la ciudad de un posible ataque por tierra que tanto se temía, y se levantó un muro que se extendía desde la bahía al mar del Vendaval, lo que hoy es nuestro Campo del Sur, con una puerta en el centro, que sería conocido como la Puerta del Muro. 

La vieja muralla del Frente de Tierra se derribó durante el verano de 1601 y el Consejo consideró llegado el momento de hacer realidad un proyectado castillo-ciudadela en ese lugar para que lo que se trasladaría a Cádiz el Ingeniero Mayor Tiburcio Espanoqui, pero apenas iniciados los trabajos quedaron paralizados por falta de dinero. Algunos años más tarde, el Ingeniero Superintendente de las fortificaciones de Cádiz, Luis Bravo de Acuña, mejoró el Frente de Tierra, protegido por una muralla baja y los dos Baluartes de San Roque y Benavides (Santa Elena).

Pero el verdadero origen de estas frustradas murallas defensivas iba a partir de la alarma que cundió por la ciudad, en 1656, por la proximidad de varias fragatas inglesas, que se mantuvieron varios meses a la vista de la bahía sin decidirse a atacar. El Conde de Molina, Gobernador de la Plaza, creyó necesario enmendar la fortificación del Frente de Tierra, ya que en sus muros, levantados en su mayor parte con tierra, eran débiles, además los fosos y trincheras se estaban desmoronando por la acción de los vientos y lluvias.

Continuará.

martes, 1 de octubre de 2024

Mis articulistas preferidos: Álvaro Rey Martínez.

Doña Jacinta Martínez de Zusalaga y la fundación de la Casa de Recogidas, por Álvaro Rey Martínez. 

Jacinta Martínez de Zusalaga, nacida en 1619 en la ciudad de Vitoria. En 1644 queda huérfana y emprende un largo viaje hacia Cádiz, donde vivía su hermano Diego. Conviviría con él y su familia en el antiguo barrio de la Plazuela de las Tablas. 

En 1648, Diego Martínez de Zusalaga firmaría su testamento, poco antes de fallecer, por el cual dejaba como albaceas al contador Juan Castellanos, a su mujer y a su hermana Jacinta, que aún vivía con él. El trabajo de Diego era el de compra y venta que salían en partidas al Nuevo Mundo, teniendo una compañía con socios en distintos puntos de la costa de Cádiz y en Jerez. 

Diego llegó a tierras gaditanas antes que su hermana y junto a su primo José de Arrate y Villareal, contador en la Aduana Real de la ciudad de Cádiz. Los caminos de José y Jacinta se unirían más adelante, con bula papal de por medio: 

"Ytem, si saven que, sabiendo que éramos parientes en el dicho segundo grado de consanguinidad y, antes del día primero de diciembre del año próximo pasado de seis­cientos cincuenta, nos conocimos carnalmente y tuvimos cópula vencidos de la fragilidad humana de la carne, y no maliciosamente…" (Expedientes Matrimoniales. Matrimonios Apostólicos. Carpeta 1904, José Arrate y Villareal-1652.  Archivo Diocesano de Cádiz. Documento Original) 

La boda se produjo tras una tremenda polémica, ya que eran parientes en segundo grado y habían sucumbido al “pecado de la carne”. Esas nupcias fueron fruto de la intersección del Papa Inocencio X. Tuvo lugar en la Iglesia de Santa Cruz y unos meses más tarde se celebraría la ceremonia de las velaciones, en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario el día 5 de octubre. 

No tendrían hijos, pese a sus casi veinte años de convivencia; criaban, sin embargo, en su casa una niña huérfana de nombre María Cecilia desde los 4 años, que había sido bautizada en la Iglesia de la Santa Iglesia Catedral, con el Capitán Juan de Manurga como padrino, y a Miguel Ángel de la Madre de Dios, hijo de una esclava fa­llecida en sus moradas. 

Con el tiempo, doña Jacinta se transformó en una de las mujeres más ricas y mejor conectadas de la Cádiz del siglo XVII. Como era costumbre entre las devotas de su época, dedicó sus ganancias al bienestar espiritual y material propio y ajeno, contribuyendo a aliviar la pobreza y la miseria. Consciente de la doble marginación que afectaba a las mujeres, especialmente si eran pobres y carecían de apoyo, enfocó su atención en brindarles asistencia. 

El 1 de septiembre de 1678, ante el escribano Juan de Sena y Lara, doña Jacinta, tras el reciente fallecimiento de su esposo, decidió donar las casas que habían sido su residencia, ubicadas en el corazón de la ciudad, para destinarlas a la creación de un refugio para mujeres. Su motivación era reducir el número de prostitutas Cádiz y ofrecerles una oportunidad de abandonar dicha actividad, brindándoles un lugar para el recogimiento y la transformación. Aclaró que no pretendía castigarlas, ya que existían otras instituciones con ese fin. Con esta acción, hacía referencia a un oficio perseguido tanto por la autoridad civil como eclesiástica, al ser competencia de ambas jurisdicciones.

Es así como se crea la Casa de Recogidas de Cádiz, en el número 34 de la calle Ancha, junto a la Iglesia de San Pablo. Una vez que las mujeres se arrepentían del pecado de la prostitución, el siguiente paso era su educación. Para ello, en 1773, el gremio de barberos creó la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo, que se encargaría no solo de instruir a las arrepentidas, sino también de cuidar a las niñas huérfanas. Sin embargo, ambas debían permanecer separadas.

Con los años, la Casa de las recogidas logró acumular tres propiedades que generaban ingresos a través de once censos, cinco patronatos de obras pías y siete acciones valoradas en dos mil reales cada una en el Banco Nacional de San Carlos. Con estos recursos se cubrían los salarios de una ama, una maestra, un sacristán, una cocinera, un mozo y un basurero. A pesar de ello, la institución siguió dependiendo de donaciones, especialmente en el último cuarto del siglo XVIII.

Como ordenara Jacinta, el acogi­miento de prostitutas estaría al mando de las madres filipenses hijas de María Dolorosa que siguieron hasta 2007 con su labor asistencial en la calle Ancha pasando su lugar a la calle Cervantes. 

Generosa y devota, dedicada por completo a la causa de las mujeres desfavorecidas, a quienes asistió hasta el final de su vida. Falleció en Cádiz en 1699, a la edad de 80 años.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Parroquia de Santa Cruz. La Catedral Vieja.

 

Cádiz tiene la bonita circunstancia de tener dos catedrales. Durante casi seis siglos, la actual Parroquia de Santa Cruz, llamada también en la actualidad Catedral Vieja, sirvió como catedral, aunque no es tan monumental como la llamada Catedral Nueva (actual catedral). 

La actual Parroquia de Santa Cruz, construida en el siglo XIII durante el reinado de Alfonso X El Sabio con la llegada de los cristianos tras la Reconquista, adaptándose una antigua mezquita allí existente. Con un techado de madera, muy sobria y con pilares más toscos que las actuales columnas del interior que ahora conocemos.


Se nombra Catedral con la autorización del Papa Urbano IV, trasladando la Sede Episcopal desde Medina Sidonia. Siendo su primero obispo Fray Juan Martínez y el presbítero Ruy Díaz su primer Deán. Por tener la licencia catedralicia fecha de 14 de septiembre, se le impuso el nombre de Santa Cruz. 

La torre de la llamada Casa de la Contaduría, y que sirvió de campanario tiene dos teorías sobre su origen; uno de ellas es que era el alminar de la antigua mezquita que allí había. La otra teoría dice que podría ser una construcción mudéjar posterior a la Reconquista de 1262.

Tras el asalto inglés de 1596, la entonces catedral, es reconstruida después de dejar la escuadra inglesa la ciudad totalmente arrasada; aunque es bastante parecida a como la conocemos en la actualidad, a finales del siglo XVII se reforma en un estilo manierista barroco e incluso se encarga una gran portada de mármol que con el paso de los siglos venideros, también desaparece. 



Anexa al antiguo edificio catedralicio, se encuentra la llamada Torre del Sagrario, de planta cuadrada finalizada en 1692 y reformada  en el siglo XVIII por Torcuato Cayón

Sufrirá varias reformas hasta que en 1838 se consagra la actual Catedral, pasando a ser desde entonces parroquia y conservando su nombre original de Santa Cruz. Así que desde 1262 hasta 1838 fue el primer templo diocesano.
 


domingo, 18 de agosto de 2024

LXXVII aniversario de la Explosión de Cádiz.

Se conmemora este año el LXXVII aniversario de la Explosión de Cádiz.

Dejo en estos enlaces algunas entradas publicadas en este mismo blog, redactados por personas que colaboraron años atrás rememorando una página de nuestra historia que nunca debemos olvidar. 

Siempre en nuestra memoria las víctimas de tan luctuoso suceso.




 


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miércoles, 3 de julio de 2024

Cádiz, joya del Neoclásico.

 

La ciudad de Cádiz una de las localidades andaluzas que mejor representa el Estilo Neoclásico. Fue en el siglo XVIII, coincidiendo con el nacimiento del Neoclasicismo, cuando Cádiz alcanzó uno de sus momentos de mayor esplendor gracias al comercio con las Indias.

El neoclasicismo fue un movimiento artístico que reflejó los principios intelectuales de la Ilustración, se llamó Neoclásico a este movimiento porque representó una nueva vuelta a los valores clásicos, es decir: el retorno a la cultura de la antigua Grecia y Roma. Uno de los principales artífices de la edificación neoclásica en Cádiz fue Torcuato José Benjumeda y Laguada (1757-1836), aunque no fue el único ya que, entre otros, también estaban Miguel de Olivares, Juan Daura o Torcuato Cayón. Éste último padrino de Benjumeda.

El siglo XVIII fue llamado por muchos historiadores 'El Siglo de Oro' y Cádiz no se podía quedar atrás porque, fue tanta la importancia de la ciudad en aquella época, que llegó a ser la capital de España durante tres años durante el Asedio NapoleónicoAdemás, su población aumentó espectacularmente hasta alcanzar más de cien mil habitantes, cantidad similar a la que tiene hoy día.

En aquellos tiempos, Cádiz tuvo un ambiente cosmopolita por la presencia de comerciantes extranjeros, especialmente italianos y franceses que suponían casi el diez por ciento de la población. Estas personas trajeron el gusto por la arquitectura, la ópera y en general, todas las ideas de la Ilustración.

La Ilustración fue un movimiento que afirmaba que la razón humana era capaz de combatir la ignorancia y la superstición para construir así un mundo mejor, debido a este empeño de luchar contra la oscuridad de la ignorancia por medio de la luz de la razón, el siglo XVIII fue también llamado 'El Siglo de las Luces'

Hoy día podemos contemplar en el casco antiguo de Cádiz, a una ciudad casi idéntica a la que conocieron sus habitantes en aquellas fechas, el Neoclasicismo se deja ver por las calles y edificios como en pocas ciudades.



La Iglesia de San José en la zona de Extramuros de la ciudad es uno de los exponentes del estilo neoclásico en la ciudad de Cádiz, junto al Palacio de la Diputación, antes de la Aduana; el edificio Valcárcel, usado en aquellas fechas como Hospicio. La antigua Cárcel Real que actualmente es la Casa de Iberoamérica. La Catedral o el Ayuntamiento de la ciudad. 

sábado, 1 de junio de 2024

Cádiz hacia 1492.

 

Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, fue fundada en el 1100 a.C. por los fenicios con el nombre de Gadir, y vivió siglos de esplendor durante sus épocas cartaginesa y romana. Sin embargo, con la dominación musulmana se convierte en una simple aldea de pescadores hasta su reconquista por el rey Fernando III, en 1240, y la posterior repoblación llevada a cabo por Alfonso X el Sabio en 1262. 

Partimos por tanto de este hecho para centrar la visión de Cádiz como lo que será a partir de ahora, un puerto comercial decisivo para la Corona por su privilegiada situación geográfica. 

El rey Alfonso X hace venir pobladores leoneses, castellanos, catalanes y, sobre todo, vizcaínos y santanderinos; además de algunos extranjeros: portugueses, italianos y franceses. Así se empieza a fortificar la ciudad, donde se erigió en 1263 una sede episcopal y se convirtió en 1265 la mezquita musulmana en Catedral, con el deseo expreso del Rey Sabio de ser enterrado en el templo gaditano, deseo que no se vio cumplido a su fallecimiento. 

La repoblación cristiana, iniciada en otoño de 1262, se vio dificultada dos años después con la revuelta de los mudéjares, pero la decisión del Rey era definitiva: Cádiz debía convertirse en una importante base naval para la proyectada conquista del litoral norteafricano. Para ello se le concede el título de ciudad en 1268, así como un término municipal rico y extenso para asegurar su auto subsistencia, extendiéndose éste hasta los límites de Sanlúcar. Pero la instalación de pobladores fue lenta y complicada, por la amenaza constante de los benimerines que saquean las costas gaditanas repetidas veces desde 1275 a 1285. 

Además, Cádiz ve disminuir su importancia con la concesión de la Carta-Puebla al Puerto de Santa María, que se convierte en base militar y naval de primer orden; así como por la reducción de su término municipal por apoderarse Jerez de un sector importante de la Bahía. Por otro lado, a fines del siglo XIII, la ciudad queda cercada por las posesiones de Alfonso Pérez de Guzmán, que recibe la villa de Sanlúcar tras su heroica defensa de la plaza de Tarifa, donde muere su hijo por negarse a entregar la ciudad a los benimerines.

Con la hegemonía castellana establecida en la zona, el rey Enrique IV concede a Rodrigo Ponce de León, en 1470, el Señorío y Marquesado de Cádiz. Se inicia así una nueva etapa que se caracterizará por un tráfico comercial intenso y de forma monopolística con el norte de África. El auge que estaba tomando el comercio con Berbería comienza a atraer hacia la zona a un importante número de comerciantes genoveses, que vieron dificultada su actividad en el Mediterráneo oriental por el avance de los turcos, y que deciden instalarse en Cádiz. 

La influencia genovesa de la ciudad será desde el S.XV uno de sus rasgos más peculiares, y por ello es éste un hecho de singular importancia. A finales de siglo, Jerez era la más destacada de las ciudades de la provincia gaditana. Le seguían las villas señoriales de Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María, dedicadas a la pesca y a la exportación, sobre todo de vinos. Cádiz, con apenas mil cien habitantes, era la cuarta población de la provincia; pero su hora definitiva llegó en 1492.

Ya un año antes había sido utilizado su puerto como punto de partida de las expediciones que culminan la conquista de Canarias. 

Y si Cádiz fue descartado para el primer viaje de Cristóbal Colón parece ser que fue porque los Reyes Católicos prefirieron usar su amplio puerto para que salieran de allí los judíos expulsados. 

Se calcula que 150.000 abandonaron la península en 1492, la mayoría a través de Cádiz, que fue también utilizada por Pedro de Estopiñán en 1497 como base para la conquista de Melilla. 

Pero, a partir del descubrimiento del continente americano, el marco social, político y económico de España se vería profundamente alterado, y el futuro de Cádiz pasaría a depender decisivamente del nuevo rumbo que tomará a partir de ahora la política comercial de la Corona. Por ello, en 1493, a la muerte de Rodrigo Ponce de León, los Reyes Católicos negocian con sus herederos el cambio de la isla de Cádiz por otras villas del interior, pasando a convertirse ésta en ciudad realenga, concediéndosele el monopolio del comercio africano a fin de realizar un mayor control y fiscalización de la entrada de oro y mercancías en el Reino.




miércoles, 1 de mayo de 2024

Mis fotos antiguas de Cádiz.

1 de mayo de 1936. Un grupo de gaditanos y gaditanas de todas las edades se fotografían junto al Edificio Amaya en la actual Plaza de San Juan de Dios. En la fecha señalada, era denominada Plaza de la República.

Pinchar en la foto para ampliar.  (1420 x 1305 px. 5,3 mb)



lunes, 1 de abril de 2024

Don Bartolomé Llompart Bello. Gaditano ilustre. Periodista.

 

Nació Bartolomé Llompart en Cádiz en el año 1911 y aquí cursó sus estudios, primero en San Felipe Neri, después se graduó en la Escuela de ‘El Debate’, dirigida por Ángel Herrera Oria

Más tarde, desarrolló su labor como periodista, a la vez que trabajaba en su puesto como funcionario en la Caja de Ahorros de Cádiz.

Comenzó en el periódico ‘La Información’, que en los primeros años de la posguerra se convirtió en semanario con el nombre de ‘La Información del lunes’, luego se denominó ‘Hoja del Lunes’ donde llegó a ser redactor jefe.  De ahí pasa a ‘Diario de Cádiz’. Fue un destacado articulista local y Presidente de la Asociación de la Prensa gaditana. Estuvo en activo más de cincuenta años en su ejercicio profesional, durante todo ese tiempo estuvo a disposición de cualquier persona que se le acercara o solicitase cualquier tipo de colaboración. 



Muy querido y respetado en Cádiz, gozaba de un gran prestigio ganado por su amabilidad, cortesía, y una sólida formación. La categoría y calidad de este hombre sería difícil de igualar. El ingenio y la gracia fina de Cádiz la emanaba en aquellos escritos que publicaba en la prensa, en este medio escribía en artículos, algunos de ellos con sección fija en una columna llamada “De ayer a hoy” sobre costumbres y anécdotas reales de la vida de la ciudad, donde interactuaba frecuentemente con un personaje ficticio llamado ‘Manué’  sobre temas gaditanos. 

En pocas ocasiones se ha registrado hacia una persona un cariño y una admiración tan amplios, sin distinciones de ninguna clase. Sus artículos y conversaciones estaban llenos de gaditanismo y de humor nunca hiriente.

Por ser un gran conocedor del folklore gaditano y de cualquier festividad que se desarrollase en la ciudad, escribió también numerosos artículos de Carnaval y Semana Santa, a la que denominó 'La Bella Escondida' en consonancia con la famosa Torre Mirador de Cádiz. También fue el primero que comparó a la ciudad de Cádiz con la de La Habana, cosa que luego inmortalizó Carlos Cano con su famosa 'Habaneras de Cádiz'.



Fue distinguido con un Antifaz de Oro en el Carnaval Gaditano de 1979, del que fue pregonero ese año, concedido como premio a la entrega la fiesta gaditana por excelencia por parte de letristas, directores de agrupaciones y músicos. El otorgado a Bartolomé Llompart tuvo un carácter extraordinario y su adjudicación fue aprobada por unanimidad.

Bartolomé Llompart Bello falleció el 19 de noviembre de 1983, dejando un hueco imposible de rellenar. 

La comparsa ‘Las quince piedras’ (1984) original de Enrique Villegas, le dedicó una cuarteta de despedida en su popurrí que decía así:






(Recitado) 

Y antes de que volvamos a nuestras aguas de La Caleta, 
antes de que termine la fantasía del Carnaval, 
quiero dejar constancia de mi recuerdo con esta letra 
al que fue gran periodista Don Bartolomé Llompart. 
Escritor de fácil pluma, ágil, profunda y salada, 
ameno conferenciante, 
hombre bueno y tolerante, 
una mezcla de finura y de gracia gaditana.

(Cantado por Alegrías de Cádiz) 

Está llorando 'Manué', 
a la puerta del Diario. 
Está llorando 'Manué' 
porque ha perdido al amigo, 
su amigo Bartolomé.  
Cuando se va un gaditano, 
Cádiz en el alma lo siente, 
cuando se va un gaditano, 
que Cádiz quiere a su gente, 
aunque lo exprese cantando.







miércoles, 6 de marzo de 2024

El Campo del Sur: Un paseo con historia en Cádiz.

 

El Campo del Sur, es un paseo marítimo emblemático de Cádiz, de aproximadamente 1300 metros de longitud y que va desde la antigua Cárcel Real (Hoy Casa de Iberoamérica) hasta el Baluarte de los Mártires, donde empieza la playa de La Caleta. Guarda en su nombre y entorno las huellas de su pasado. Su historia se remonta a varios siglos y está marcada por diferentes etapas.


El nombre original no era Campo del Sur, si no que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo: Paseo del Vendaval, Murallas del Vendaval, Murallas del Sur, Paseo del Sur, hasta llegar finalmente al actual.


La zona ha estado siempre vinculada al mar, siendo parte de la muralla defensiva de la ciudad. Estas murallas protegían a Cádiz de los embates del viento y del oleaje, sobre todo del proveniente del sur, de ahí su nombre original. 

También tiene edificios notables tales como la Cárcel Vieja (1794) obra de Torcuato Cayón y que hoy alberga la Casa de Iberoamérica; el Colegio de La Salle Mirandilla (1895) auspiciado por el filántropo Don José Moreno de Mora y Vitón, el Colegio 'Campo del Sur' (1930), de estilo regionalista con reminiscencias barrocas y una impresionante portada con torre a modo de campanario, obra del arquitecto Antonio Sánchez Esteve. 

Dejando atrás la antigua Cárcel Real y ambos colegios encontramos los vestigios del Teatro Romano de Cádiz, el segundo más grande de la Hispania Romana, superado solamente por el de Córdoba por escasos metros. El diámetro del graderío semicircular es de 118 metros y su aforo sería aproximadamente de diez mil espectadores y a día de hoy se encuentra en proceso de excavación. Probablemente, bajo el Campo del Sur yacen más vestigios de la antigua ciudad romana de Gades. 

También podemos admirar la parte trasera de la Iglesia de Santa Cruz, o Catedral Vieja, que data del año 1262 y que fue reedificada en estilo manierista y barroco en el siglo XVII. Junto a ella, la Torre del Sagrario, de planta cuadrada finalizada en 1692 y reformada en el s. XVIII por Torcuato Cayón. 

Al lado de la Iglesia de Santa Cruz, comenzamos a ver también por su parte trasera la Catedral de Cádiz, que comenzó a edificarse en 1722 según proyecto del arquitecto Vicente Acero, terminándose en 1838 pasando por diseños de Gaspar y Torcuato Cayón, Miguel Olivares, Manuel Machuca o Juan Daura.

También albergó una plaza de toros hecha de madera (La Hoyanca) que estuvo activa desde 1862 hasta 1914 y que estuvo ubicada junto a los colegios antes citados. O la Fundición de la empresa 'Compañía Anónima de Suministros Marítimos e Industriales' (1918) que ya provenía de otros antiguos talleres ubicados en la zona y donde incluso se llegó a fabricar un barco en 1905. Luego pasó a llamarse 'Talleres Manzano' (1941) cambiando luego a 'Vigorito' S.A. en 1950 hasta finales de la década de los setenta del pasado s. XX en la que desapareció, descubriéndose bajo este edificio el Teatro Romano que tratamos anteriormente.

A lo largo de los siglos, el Campo del Sur ha ido transformándose y adaptándose a las necesidades de la ciudad, pasando de ser una fortificación militar a un paseo marítimo desde donde se puede apreciar la inmensidad del océano a simple vista.

En enero de 1915, debido a los temporales que sufría la ciudad en esas fechas, se formó un socavón de más de treinta metros justo a la espalda de la Catedral, el desastre fue de tal calibre, que quedaron a la vista incluso los cimientos del propio edificio catedralicio. Haciéndose cargo de las reparaciones el Ministerio de Fomento que efectuó obras de emergencia por un importe de casi 250.000 pesetas de la época. Siendo visitadas los trabajos de reparación en marzo de ese mismo año por el entonces rey de España Alfonso XIII, repitiendo visita en 1917 en la finalización de las obras y normalización del lugar.

En 1948 se construyeron los característicos bloques de hormigón para reforzar la protección de la muralla frente al oleaje del sur. Dicha obra fue ejecutada por las Empresas 'Hidrocivil' y 'Morgades' financiada por el Ministerio de Obras Públicas encabezado entonces por el ministro José María Fernández Ladreda. Los bloques de hormigón se fabricaron a pie de muralla y fueron colocados por grúas en el asentamiento en el que hoy los contemplamos. 




Hoy en día, el Campo del Sur es un lugar de ocio y paseo para gaditanos y visitantes, ofreciendo unas vistas impresionantes de la ciudad y el mar.










jueves, 1 de febrero de 2024

Mis articulistas preferidos: José Ángel Agudo Domínguez.

 Arqueología tranviaria. Por José Ángel Agudo Domínguez.

En estas líneas quiero dar a conocer un tema muy poco tratado hasta el día de hoy, pero como amante que soy del mundo tranviario también me apasiona, y no es otro que el de los restos que aún perduran del tendido eléctrico de nuestra red de tranvías y trolebuses que circularon por nuestras avenidas, calles y plazas durante el siglo pasado.

Desde 1906 y hasta la terminación del servicio de tranvías en 1964 y de trolebuses en 1975 quedando sólo autobuses, existió en nuestra ciudad un tendido eléctrico aéreo que compartía el paisaje cotidiano de la misma.

La gran mayoría de ese tendido aéreo estaba soportado por postes de diferentes materiales según la época, pero hay también otros recorridos en que ese tendido se sujetaba sobre las fachadas de los edificios, incluso conjugando las dos alternativas de enganches sobre fachadas y postes.

Aquí comienza lo que denomino como encabezo este artículo: Arqueología Tranviaria, el trabajo lo inicio al rescatar los recorridos de las líneas desde principio de su puesta en servicio.

Está claro, que todo lo relativo al cableado que conducía la corriente eléctrica desde la central que se encontraba en las cocheras de la compañía en San Fernando y luego más tarde en Cortadura y que mediante el enganche de los ‘trolleys’ a la red daba movilidad al material móvil, fue retirado unos años más tarde de la terminación de cada concesión administrativa.

Pero en las fachadas de los edificios que aún no se han modificado sus antiguas estructuras, en otros pese a haberlo sido, se han seguido conservado los agarres del tendido eléctrico
 
Para localizar estos enganches de las tirantas del tendido, de los cuales aún sobreviven anclados a las paredes tres tipos de ellos y que he podido localizar, nos tenemos que ir a una distancia de 6,5 metros aproximadamente sobre el suelo que era la altura de la unidad móvil más el alzado del ‘trolley’ hasta el hilo cadmio conductor de electricidad, curiosamente algunos llevan en su lugar de emplazamiento más de 100 años y hoy en día aún perduran.

Lo más usuales suelen ser las argollas redondas, que son las que más números se conservan, los ganchos de tirantas y las rosetas, de cada modelo aporto una foto, para que el lector pueda hacerse idea de sus aspectos.

La confluencia de líneas en el Paseo Canalejas,  calles Lázaro Dou, Plocia y Cuestas de las Calesas, hacen de estos lugares los que más anclajes de los tres tipos se pueden encontrar, a pesar de que tras la restauración de la fachadas de la antigua Fábrica de Tabacos se perdieron todos, bueno todos no, queda uno a la salida de la Calle Lazado Dou, casi oculto que se les escapó y sigue en la misma recordando que esa calle fue un nudo muy importante de confluencias de líneas, las cuales la daban a la misma una vida cotidiana muy ajetreada en el ir y venir de los viajeros.

En esa zona y rodeando el Obelisco del Trimilenario existía lo que se denominaba un bucle aéreo, y en ella se daba el intercambio de varias líneas produciendo el salto de chispas que se desprendían de los ‘trolleys’, al cruce entre sí mismo de los hilos del tendido.

Todavía siguen en su lugar, algunos de los enganches de la línea número 2 que fue la primera en desaparecer y que cubría el recorrido desde la Alameda Apodaca al Balneario, efectuando por las calles Antonio López y Calderón de la Barca la subida y el regreso tras girar delante del Convento del Carmen por la Plaza de Arguelles a Plaza de España para incorporarse por el Paseo de Canalejas a la vía del Balneario.

Curiosamente las vías terrestres de estas calles se utilizaron para la ampliación de nuevas líneas, quedando los anclajes en las paredes de sus edificios como mudos testigos del tiempo del paso del tranvía por ellas. La Compañía para su instalación debió de solicitar permiso a los propietarios de las fincas, supongo que no pocos problemas encontrarían para ello.

En lo referente a Puerta Tierra, la calle Ciudad de Santander, conserva una importante cantidad de estos anclajes, ya que la misma era el paso de ida y vuelta de la línea de trolebuses que efectuaba el servicio de Diputación a San Severiano, es más aún se utilizan algunos para la colocación del cableado del alumbrado navideño, casi 80 años después siguen siendo útiles, incluso un anclaje de roseta que se encuentra a la entrada de la actual rotonda del antiguo puente de San Severiano del mismo permanentemente de él cuelga un cable de este alumbrado.

Para documentar este trabajo que ha consistido en llegar a tener una relación completa de todos los anclajes encontrados, así como su ubicación, aparte de hacer lo recorridos de las diferentes líneas que han estado en servicio en la ciudad, he utilizado también fotos del amplio archivo del que dispongo y otras cedidas por otros compañeros, que han permitido en muchos lugares, ir a los puntos concretos donde se encontraban los mismos. Terminemos como lo hacemos en el argot tranviario: 

¡COBRADOR, LA PRÓXIMA!


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