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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

sábado, 11 de junio de 2022

Gades como municipio romano (I)

 

Uno de los aspectos que mejor matizan la antigua historia gaditana es el proceso evolutivo de Gades, que, partiendo del primer establecimiento fenicio, acabó incorporándose al estatuto municipal.

 Hay que tener en cuenta, ante todo, que ser colonia o municipio era la máxima categoría a la que podía aspirar dentro del Estado romano cualquier comunidad que se hubiese incorporado a su estructura administrativa.

Claro es que siempre los pasos que se seguían solían hacerse con cautela y, generalmente , lo primero que reconocía Roma a cualquier ciudad sometida era, bien la firma de un tratado, si estaba dispuesta a favorecer, en cuyo caso la ciudad pasaba a ser federada, a la sujeción al pago de un tributo, si la comunidad en cuestión había presentado algún tipo de resistencia a las armas romanas, y por tanto, había tenido que ser reducida por la fuerza. 

La historia de Gades como localidad englobaba en el Estado romano comienza con la primera de las dos soluciones antedichas. En efecto, en el año 206 a.C. cuando los cartagineses estaba a punto de ser expulsados de la Península Ibérica por el ejército de los Escipiones, la ciudad de Hércules, que por afinidad de sangre y vínculos comerciales había estado tradicionalmente unida a Cartago, dio un giro radical a su 'política internacional', y firmó un acuerdo con el Senado. Estas inversiones de alianzas, que nunca extrañan hoy, tampoco faltaban en el mundo antiguo, y siempre existían intereses de fondo que las impulsaban. 

Con los últimos soldados púnicos a punto de embarcar en Gades dejando para siempre la ciudad, quedaban también atrás toda una secuela de extorsiones, levas forzosas y estorbos comerciales, que habían marcado la presencia de las tropas de los generales cartagineses. Entonces no existía un Canal de Suez que cerrar al enemigo, pero algo parecido se había hecho poco antes en el estrecho de Gibraltar, para coartar así la presencia de las naves de Roma y de sus aliados, sin tener en cuenta que varias ciudades costeras españolas, empezando por la propia Gades, tenían muchos intereses comerciales en el Mediterráneo Oriental. 

En este juego diplomático entre los lazos de raza (Cartago y Gades, por haber sido fundadas por navegantes fenicios tenían, pues, un similar origen) y las perspectivas de expansión comercial, la balanza se inclinó por lo segundo, y la antigua colonia tiria a orillas del Atlántico, actuando de un modo previsor, antes de que Roma llegara a forzar una acción difícil cuya realización exigiese gran esfuerzo y habilidad, mostró sus buenas disposiciones para la firma de un tratado, con lo que se garantizaba amplias posibilidades de actuación en los mercados mediterráneos ante la seguridad ofrecida por los que se estaban constituyendo en nuevos señores del mundo: los romanos.

Dicho acuerdo se establece el 206 a.C. y tiene carácter bilateral, sin ningún tono de imposición. Los gaditanos mantienen sus leyes propias, el uso de sus costumbres ancestrales, la inmunidad respecto a la contribución territorial, sus propios magistrados, que siguieron llamándose como en época púnica y, cosa interesante, pueden enviar agentes comerciales a Roma, cuyo papel en este apsecto se  hacía cada vez más importante.  

A cambio sólo deben dar un reconocimiento formal de la superioridad romana en el campo de la política internacional, es decir, quedaba vedada toda iniciativa al respecto, se tratara de una declaración de guerra, firma de pactos con otras comunidades o cualquier tema que afectase fuera de los límites de la ciudad. 

Claro es que a los gaditanos de entonces les interesaba más vender en Alejandría o Esmirna, en Marsella. en Delos, su productos manufacturados o sus conservas de salazón, que hacer peligrosos giros políticos, en un momento en que, de modo relativo, la paz y la seguridad, en el Mediterráneo Occidental por lo menos, estaban garantizadas.

Continúa.



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