Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Condecoraciones con el nombre de Cádiz.

 Cruz de Cádiz.

Por decreto de 23 de junio de 1836, se instituyó esta condecoración por orden de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, esposa de Alfonso XII rey de España. Esta Cruz de Cádiz premiaba a los miembros de la Milicia Nacional voluntaria de Madrid que en 1823, acompañaron al Gobierno Constitucional hasta Cádiz. 

Esta cruz es de oro, con los brazos esmaltados de negro y los entrebrazos figuran una muralla de oro.  En el centro, sobre esmalte blanco, la cifra de oro de Isabel II y el lema "A la milicia nacional de Madrid", sobre una orla de esmalte azul, y en el reverso puede leerse "Isla gaditana - 1823".

Pende la cruz de una cinta azul con bordes encarnados. 



Medalla de Cádiz.

Fue concedida el 17 de abril de 1842 por el regente del reino en esa fecha, General Baldomero Espartero, a los Milicianos Nacionales de Cádiz, por los servicios que prestaron en la ciudad durante los sucesos ocurridos en octubre de 1841 en todo el país; fue un pronunciamiento patrocinado y promovido por la ex regente de España, María Cristina de Borbón y su marido, Fernando Muñoz, contra el regente, el ya nombrado General Espartero.

Figura en esta medalla un escudo circular de oro, orlado de esmalte blanco y perfiles de oro y rodeado de corona de laurel de esmalte verde.  En el centro están representadas las Columnas de Hércules, sobre el mar (armas de Cádiz), sosteniendo el libro de la Constitución, y al fondo un sol naciente cuyos rayos llenan el escudo.  Encima de éste, hay un castillo de oro entre dos banderas de esmalte rojo y amarillo.

El reverso es igual, pero en el fondo blanco del escudo se lee el lema "Libertad, independencia. Octubre 1841" y la orla es de oro. 

La cinta de que pende es amarilla y encarnada, en dos partes iguales, con filetes del color contrario. 

Placa de Cádiz. 

Se concedió este distintivo por la Regencia provisional del Reino el 15 de febrero de 1841, a los miembros de la Milicia Nacional de Madrid, Sevilla, Córdoba y otras ciudades, que en 1823 marcharon hasta Cádiz y sostuvieron con las armas el sitio que sufrió la plaza gaditana por las tropas francesas. 

Al principio sólo tenían derecho a esta placa los que tuviesen la Cruz de Cádiz y no hubieren optado por la charretera, pero luego se hizo extensiva a todos los milicianos que asistieron al sitio.  Se compone esta condecoración de cuatro brazos de esmalte azul perfilados de oro y en el centro, cargado con un medallón donde sobre esmalte rojo, hay un castillo de piedra con el mar al fondo y el lema "Cádiz - 1823" de oro sobre esmalte blanco. 




sábado, 27 de noviembre de 2021

El torreón de las Puertas de Tierra.

 

El torreón de las Puertas de Tierra, es obra de merito en sus dos frentes.

En el lado que mira hacia extramuros, hubo un primer proyecto se desechó por "tener aspecto de retablo de altar" al incluirse demasiada ornamentación con motivos sagrados. Se aprobó finalmente el diseñado por José Barnola, que se terminó en 1756. 

Esta portada, tiene dos cuerpos. En el primero, y flanqueada por columnas toscanas, se puede leer la siguiente dedicatoria: 

FERDINANDIS VII HISPANIARUM ET IDIARUM REX ANNO MDCCIV

Encima de dicho texto, un curioso y poco conocido escudo de Cádiz: Hércules con garrote al hombro, enmarcado por columnas inclinadas y terminado por corona abierta.

El segundo cuerpo lo llena un gran escudo real y un trofeo presidido por la Fama con leones a los lados. Todo coronado por cornisa barroca de tres lóbulos y bombas flamígeras. 

El lado que se abre a intramuros, obra de Torcuato Cayón, es de un exquisito diseño neoclásico francés, con triple vano, óculos ciegos y pilastras toscanas.

Culminando el lugar con un torreón renacentista, que llegó a actuar incluso de semáforo que regulaba el paso del tranvía eléctrico a base de una banderola roja que un funcionario se encargaba de agitar desde una ventana. 

Reformado en diferentes ocasiones, el torreón fue estilizado por última vez por Antonio Sánchez Esteve, ganando en esbeltez. Eliminando los cartabones laterales y coronando con cúpulas las cuatro garitas.






martes, 26 de octubre de 2021

¡Cochero!, látigo atrás. La jaca Mary

 

Artículo de "Diario de Cádiz" escrito por José María Otero.

Cochero, ¡látigo atrás!. 

El uso de caballerías para el transporte urbano de pasajeros y mercancías fue habitual en nuestra ciudad hasta los años sesenta del pasado siglo. 

Decía el gran Paco Alba que en Cádiz no nos hace falta un caballo para ir a pescar. Es cierto, pero hasta los años sesenta del pasado siglo los coches de caballos, los mulos y los carros formaban parte del paisaje urbano de nuestra ciudad y lo que era extraño era ver algún automóvil circulando por nuestras calles. 

Todo el transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, se realizaba con caballerías. Las paradas de coches de caballos eran numerosas y en San Juan de Dios, Canalejas, San Antonio, San Francisco o Candelaria se alineaban los vehículos a la espera de la clientela. 

Para ir a los toros, celebrar un cumpleaños o dar un paseo el día de Corpus era imprescindible el coche de caballos. El padre de familia se encargaba de avisar a un cochero de confianza para que estuviera preparado al efecto y la familia subía al carruaje con la misma ilusión que hoy embarca en un avión rumbo a Cancún. 

Las juergas flamencas y las compañías poco recomendables también imponían la discreción del interior de las berlinas. 

Hablar de caballos es también hablar de cocheros legendarios como Luis el de La Viña, el Mojones, o el más popular de todo, José Vinaza. 

Este cochero conducía a su jaca Mary por las calles de Cádiz entonando unos cantecitos flamencos muy celebrados por la clientela. 

En una entrevista publicada por Diario de Cádiz en 1956, Vinaza afirmaba que para llevar el coche tenía que tomar algún que otro vasito de Valdepeñas. Por el contrario, negaba rotundamente que su jaca Mary, nombre de reina de Inglaterra, fuese aficionada al vino, desmintiendo a los que afirmaban que el animal no trabajaba sin beberse previamente una lata de carne de membrillo llena de tintorro.

Para el transporte de mercancías, muchos gaditanos recuerdan la parada de carros, con sus correspondientes mulos, situada frente a la puerta del muelle. Su dueño, Perico Salinas, atendía a la clientela desde el interior del establecimiento La Flor Marina.

Pero tipismo aparte, los caballos presentaban algunos inconvenientes y no pequeños precisamente. Las paradas tenían el pavimento acondicionado para evacuar los orines de los animales. A pesar de ello despedían un pestazo insoportable y las moscas adquirían un tamaño considerable con gran enfado de los vecinos. 

Cádiz, al igual que otras capitales andaluzas, podía haber conservado algún que otro coche de caballos para uso y disfrute de indígenas y turistas. Y para que algún que otro guasa lanzara el tradicional grito de: "¡Cochero, látigo atrás!"

lunes, 20 de septiembre de 2021

miércoles, 18 de agosto de 2021

Mis articulistas preferidos: José Antonio Aparicio Florido.


En el LXXIV aniversario de la Explosión, Diario de Cádiz publicó ayer un artículo de José Antonio Aparicio Florido, el cual con el permiso de su autor, también se publica en este blog.  Vaya nuestro recuerdo eterno a las víctimas de aquel trágico suceso de 1947.

A un año del 75 aniversario de la Explosión de 1947 en Cádiz. Por José Antonio Aparicio Florido. Investigador.  

Dentro de un año se cumplirán 75 años de la Explosión de Cádiz, en mayúsculas, como hay que escribirlo; una fecha inconfundible que no olvidará nunca esta ciudad. Todavía se reciben mensajes desde otros lugares de España de personas que siguen buscando a familiares desaparecidos de la faz de la tierra en la misma fecha en que coincidió esta catástrofe nacional: 18 de agosto de 1947. 

Parece como si nadie fuera ajeno a la tragedia, como si todos los destinos humanos acabaran aquí, como si la Explosión fuera la razón perfecta para justificar tantas desapariciones. Cuando a veces parece que el interés se diluye en el tiempo, siempre ocurre algo que nos hace ver lo contrario. Una productora de Madrid tiene ya en sus manos un nuevo proyecto de documental en torno a este episodio y se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Cádiz para buscar apoyos. 

Varios escritores, neófitos o reconocidos, utilizan la catástrofe como telón de fondo o recurso accidental en sus novelas. Pero lo cierto es que solo queda un año para el 75 aniversario y, a nivel municipal, no hay nada, de nada, de nada… Silencio, desconocimiento, despreocupación o expectativa; no lo sabemos. Lo cierto es que ahora va a ser muy difícil echarle la culpa de este silencio al Generalísimo Franco y al régimen del terror; aunque quizá estemos a tiempo de no tener que buscar culpables.

Hasta el presente, muchos investigadores nos hemos unido en la búsqueda de testimonios orales, documentos escritos, imágenes audiovisuales, archivos sonoros, fotografías, incluso objetos personales. De donde no quedaba aparentemente nada brotó la extraordinaria Exposición de 1997 en la Institución Provincial Gaditana, liderada por profesores y alumnos de la Universidad de Cádiz. A partir de ahí, de forma espontánea, la población, entre preguntas, recuerdos y comentarios, fue ayudando a completar aquel último fotograma en blanco y negro de una ciudad desolada por las minas. Diez años antes, la corporación municipal había nombrado hijos predilectos o adoptivos a los únicos héroes reconocidos: Pascual Pery Junquera y a un grupo de marineros; en 2011, y después de mucho insistir, a otro de los héroes olvidados: Antonio Ristori Fernández. Un Ayuntamiento siempre al arrastre, siempre con pereza cuando hablamos de la Explosión. Muerto el perro, se acabó la rabia.

Son otros los actores que están promoviendo los cambios e impulsando la memoria, entre ellos los incombustibles medios de comunicación, el Instituto Español para la Reducción de los Desastres, la Federación 5 de Abril Vecinos de Cádiz y quienes asisten año tras año a los actos conmemorativos. Quizá sea hora de que las cosas cambien y sea el pleno municipal en su conjunto, sin marcado político, el motor de un 75 aniversario decente y merecido para quienes en su día no pudieron ejercer ni siquiera el derecho a la protesta.

Vamos casi sin tiempo, pero es mucho lo que se puede hacer y muchas las personas dispuestas a participar. Las ideas están todas sobre la mesa y solo requieren el liderazgo y amparo de los representantes municipales, con la cooperación del resto de las autoridades y organismos públicos: Diputación, Junta de Andalucía, Estado y, especialmente, el Ministerio de Defensa. Un ciclo de conferencias, rutas guiadas por los lugares afectados por la catástrofe, cine de verano en el solar de la Casa Cuna, conciertos de música clásica, coral y tradicional en el punto cero en que se produjo el estallido… Quién sabe si una recreación dramatizada de las brigadas de auxilio que llegaron desde San Fernando para rescatar a los civiles atrapados bajo los escombros de lo que habían sido sus hogares. 

Por qué no: un ejercicio de desescombro a cargo de la UME, con sus camiones recorriendo la avenida principal y adentrándose por las calles Juan Ramón Jiménez y Tolosa Latour, para montar las mismas casetas de campaña que acogieron a los damnificados de aquel 18 de agosto de 1947. Centrar los focos de toda España en algo que sucedió en Cádiz hace setenta y cinco años y que compartieron en mayor o menor medida otras poblaciones siniestradas por similares episodios como Peñaranda de Bracamonte (1939), Alcalá de Henares (1947) o Tarancón (1949). Todas ellas son poblaciones unidas por una catástrofe de idéntica naturaleza, todas ellas se brindaron ayuda mutua sin saber lo que el destino les depararía a las otras y por ello están obligadas a mantener una justa memoria y unos lazos comunes y perdurables. Compartir la tragedia.

La Exposición Permanente y los archivos clasificados

La desclasificación de los archivos militares relacionados con la Explosión de Cádiz y su acceso libre para los investigadores es otro de los objetivos y reivindicaciones para este señalado aniversario. La investigación no ha acabado aún, continúa muy viva y existen algunas lagunas, pequeños vacíos de la historia que faltan por cubrir y que requiere una revisión exhaustiva de la documentación original. Sabemos quién la tiene, dónde se conserva, los números de los legajos y cajas; es justo que se nos abra la llave.

Es el mayor ejercicio de transparencia que se nos podría ofrecer y que tanto tiempo llevamos reclamando sin éxito. Nuestros escritos dirigidos al Archivo Central del Cuartel General de la Armada no han tenido hasta hoy respuesta alguna. Mientras tanto, la digitalización del material disponible y su concentración en una misma unidad archivística fácilmente accesible es otra de las demandas que es posible cumplir en los próximos doce meses. Ya sea en el Archivo Histórico de la Diputación de Cádiz o en el Archivo Histórico Municipal o en ambos, los más recientes investigadores deberían poder encontrar la facilidad que no tuvimos los primeros, cuando hubimos de recorrer ciudades como Salamanca, Madrid, Alcalá de Henares o San Fernando en busca de una información perdida que no sabíamos que existiera.

Por último hay cuestiones pendientes con relación a la Exposición Permanente. En 2017, después de tres años de desdén, logramos hacer realidad, al menos en parte, la idea de un museo memorial ¿inspirado por el firmante de este artículo? que estuviera a la altura del dolor y la pérdida de la catástrofe. Su ubicación actual en el castillo de Santa Catalina, en un espacio de reducidas dimensiones donde apenas se puede uno mover sin tropezar con las vitrinas, húmedo y sin climatización, es mucho más que no tener nada, pero dista de ser el lugar ideal que habíamos imaginado. 

Una exposición de estas características debe estar en el sitio donde su contenido cobra sentido: el Instituto Hidrográfico, las bóvedas de Santa Elena, el chalet de Varela, en definitiva, entre Bahía Blanca, astilleros y San Severiano. Incluso la Casa de Iberoamérica, propuesta en primera instancia, hubiera sido mejor opción; pero claro, Iberoamérica es para lo que es de Iberoamérica. Los principales problemas que se pudieran anteponer al cambio solo desembocarían en el final de siempre: la falta de voluntad. 

En casi cuatro hectáreas de terreno que dispone la Armada en lo que fue la Base de Defensas Submarinas hay hueco para todo y para todos; no solo para la Explosión de Cádiz, sino para un entorno museístico mucho más amplio en el que compartieran escenario la Exposición Marítima Internacional de 1887, el arranque de la industria naval de Cádiz, el pasado fenicio-púnico de Gadir, la Fábrica Nacional de Torpedos y por supuesto, el Instituto Hidrográfico de la Marina, que también fue víctima y damnificada de la Explosión. Al fin y al cabo, la deuda moral no prescribe nunca y un simple gesto puede ser el comienzo de la ansiada reconciliación y la definitiva asunción de un desastre irreversible.


viernes, 18 de junio de 2021

Los bailes del Círculo Mercantil e Industrial de Cádiz.

 Revista oficial del Ayuntamiento. Año de 1926.

Son la nota más brillante, sin duda, del Carnaval Gaditano. Fiestas de elegancia y de buen gusto, derroches de arte, cataratas de luz, orgía de colores y sobre todo ello, el alarde de belleza imponderable que aporta tanta y tanta mujer hermosa como allí se reúne.

Es allí, en el Gran Teatro, que anualmente acota el Círculo Mercantil para sus fiestas de Carnaval, donde las muchachas pueden disfrutar de su favorita distracción: Del baile.  Allí, sin que nadie las moleste, gozan de cuanto estas fiestas del antruejo ofrecen a la juventud.  Alegría e ilusiones: amor, en una palabra, que preside el concurso pimpante y bullicioso, entre el fragor de aquella lucha denodada que sostienen damas y galanes, arrojándose millares de serpentinas y toneladas de confetti, que forma después mullidísima alfombra multicolor, fantástica.  ¡Oh, los divinos rostros, en los que el carmín quiere vencer a la nieve!, ¡Oh, los ojos magníficos, rutilantes, con la excitación de la pelea!.


Antonio Accame es el artista mago que sabe convertir en verdadero paraíso el Teatro, ya bellísimo de suyo; la Directiva del Círculo no omite gasto alguno, ni deja escapar detalle para que la fiesta alcance s mayor lucimiento, siendo nota en algo grado simpática el baile de niños, donde la menuda tropa infantil se esparce y alboroza. 

Es una nota de color por demás abigarrada y agradable. Los chicos alborotan y gritan como si fueran hombres ya creciditos. 

La Comisión de Fiestas la componen los Sres. D. Mariano Nicolau, D. Enrique Varela, D. Andrés López Gálvez y D. Francisco Serrano.


miércoles, 5 de mayo de 2021

Los bloqueos a Cádiz entre 1805 y 1808

 

Tras el breve intervalo de la paz de Amiens (1802), finalizada con el ataque de las fragatas de la batalla del cabo Santa María (1804), en los primeros días de 1805 vuelve el bloqueo a Cádiz:

Una división de la flota británica, formada por seis barcos, a las órdenes del almirante Orde se presentó a la vista de la ciudad asediándola, y, con diversas alternativas, pero sin acciones militares destacadas, persistió en esta actitud hasta los días de Trafalgar. 

Abandonó las aguas de Cádiz cuando el almirante francés Silvestre de Villeneuve se presentó en Cádiz con diecisiete navíos. Orde se retiró, lo que motivó el rechazo de Nelson y Jervis, tachándolo incluso de cobarde. 

Estos bloqueos continuaron esporádicamente en los años inmediatamente siguientes, hasta que, a raíz de los acontecimientos del 2 de mayo de 1808, se concertó con los ingleses el levantamiento del asedio y el cese de las hostilidades.

Un nuevo enemigo aparecía ahora en el horizonte de la bahía, el mismo que ya había empezado a invadir el país: Napoleón Bonaparte, quizás no lo iba a ser tanto como luego lo fue el antes deseado y luego rey felón Fernando VII para Cádiz y España. 


Ha de hacerse notar que durante todos estos años el puerto de Cádiz sufrió grandemente en su tráfico de altura, pero no así en el de cabotaje, particularmente en el practicado por embarcaciones de pequeño porte, que a través del caño de Sancti-Petri burlaban reiteradamente el bloqueo ejercido sobre la bahía.

Una práctica que fue utilizada con éxito para transportar víveres y tropas en la defensa del asalto anglo-holandés de 1625


martes, 13 de abril de 2021

Dolores Allely Lagraña, profesora de canto. Gaditana ilustre.

 

Dolores Allely Lagraña, profesora de Canto del Conservatorio oficial de Música y Declamación de Cádiz.

Nacida en Cádiz el 11 de marzo de 1872.  Inició estudios de canto y piano en la Real Academia de Santa Cecilia. Contrajo méritos más que suficientes en su formación musical como para obtener una beca, en 1891, de la Excma. Diputación Provincial para poder ampliar conocimientos en el Real Conservatorio de Madrid.

Se cuenta la anécdota que en su viaje a la capital de España, hizo parada en Ciudad Real, donde aprovechando su presencia, se organizó un concierto en el Casino Principal, donde cantó varias piezas de ópera. El espectáculo musical resultó un rotundo éxito. 

Ya en Madrid, fue discípula de la soprano Carolina Cepeda. En poco tiempo ya comenzó a ofrecer conciertos limitados al profesorado musical de la ciudad, ejecutando el aria de "Las bodas de Fígaro".  Tomó parte en un terceto para tiples y tenor de la ópera "Don Juan".  

Obtuvo un triunfo total, considerándosele como una artista ya formada en su totalidad en opinión de profesores y críticos de la época; que destacaban de ella su voz bien timbrada y extensa. Perfecta vocalización y modulación.

Los recelos de la época hicieron que no avanzase en sus virtudes musicales, retirándose, lamentablemente, de los escenarios para vivir junto a su marido casi en un total anonimato. 

Ya en su viudez, liberada de los prejuicios matrimoniales que la ataban, fue nombrada profesora de canto del Conservatorio de Cádiz.  Luego, al cesar en su cargo, estableció una academia particular de canto en su propio domicilio. 

Falleció en Cádiz el 23 de marzo de 1953

viernes, 5 de marzo de 2021

Los autobuses Pegaso Monotral 6021 del servicio urbano de Cádiz

 Los autobuses urbanos Pegaso Monotral 6021 de la "Compañía de tranvías Cádiz, San Fernando y Carraca S.A." circularon en Cádiz, desde 1962 sustituyendo a los tranvías que cubrían el servicio hasta entonces. 

Eran muy populares porque durante bastantes años, fueron, con la excepción de algunos trolebuses, casi en exclusiva el único modelo que recorrían las calles de la ciudad.

En un principio se subía por la puerta trasera, donde el cobrador sentado en un sillón acolchado y ante un minúsculo mostrador que parecía un pequeño púlpito, cobraba el trayecto y vigilaba la bajada de pasajeros por la puerta central y delantera. Algunas veces dejaba apearse por la puerta trasera debido a la acumulación de público. También autorizaba al conductor para iniciar la marcha a través de un timbre que sonaba junto al volante. 

Más adelante, en un alarde de funcionalidad y eficiencia, se presentó la figura del conductor-cobrador, haciendo la misma persona ambas funciones. Los pasajeros subían entonces por la puerta delantera, dejando la central y trasera para apearse. 

Los autobuses cubrían diferentes líneas recorriendo prácticamente la ciudad que entonces existía, eran estas:

- Plaza de España - Balneario (Conocida por "Autobús del Balneario")

- Plaza de España - Cortadura ("El de Cortadura")

- Zona Franca - Campo del Sur - Parque de Genovés ("El de la Zona Franca" si iba en ese sentido, y "el del Campo" si iba hacia el Parque de Genovés)

- Zona Franca - Plaza de España - Parque de Genovés ("El de la Zona Franca" si iba en ese sentido, y "el de Canalejas" si iba hacia el Parque de Genovés)

Curiosamente, los dos trayectos que iban desde la Zona Franca al Parque de Genovés, tenían las letras del rótulo de destino frontal en color rojo, mientras que el resto de líneas eran negras. 

- Canalejas - Barriada de la Paz (Conocido como "El de la Barriada")

- Plaza Méndez Núñez - Puntales ("El coche de Puntales" que era genéricamente también como se conocían todos los autobuses urbanos, independientemente del trayecto que tuviese).

Los autobuses llevaban en ambos costados y en la parte trasera unos paneles donde, casi de forma sempiterna, cada vehículo anunciaba la misma publicidad.  Tanto era así, que algunas personas casi identificaban los autobuses y la línea donde estaba asignado por su anuncio.  Ocurría que, algunas veces, se guiaban por el cartel de tal forma que, si el autobús era cambiado de manera circunstancial de un trayecto a otro, los pasajeros erraban en el recorrido, por lo que tenían que bajarse rápidamente y subirse en su trayecto habitual. 

El último Pegaso Monotral 6021, fue retirado del servicio en 1977.

Algunos vehículos fueron renumerados en ciertas ocasiones, quedando al final la relación como sigue en la imagen lateral. (Pinchar para ampliar o descargar. Tamaño 1084 x 2874 píxeles)


Mi agradecimiento personal a José Ángel Agudo Domínguez por su asesoramiento. 



lunes, 18 de enero de 2021

Dr. Bartolomé Gómez Plana. Ilustre médico gaditano.

 

El doctor Bartolomé Gómez Plana nació en Cádiz, en el número 43 de la gaditana calle Sacramento el ocho de junio de 1860. En su casa natal, hay una lápida conmemorativa desde el dieciséis de septiembre de 1935. 


Realizó todos sus estudios en Cádiz, desde los más básicos a la Facultad de Medicina. Fue un eminente médico que es especializó en enfermedades infantiles, donde alcanzó gran reputación por sus diagnósticos.  Desarrolló toda su vida profesional de una manera intensa y muy especial en las clases más desfavorecidas de la sociedad. 




Aparte de su faceta como gran médico, también destacó como publicista. Uniendo ambas vocaciones, realizó grandes campañas para la mejora higiénica de la ciudad en los aspectos públicos tales como alcantarillado, suministro de agua, limpieza viaria, etc., esa labor de propaganda fue tan fructífera en aquella época, que sus efectos perduraron en el tiempo años después de su fallecimiento. 

Escritor de más de mil artículos médicos, de divulgación sanitaria y de prevención en el "Diario de Cádiz" en la columna llamada "Gota médica", firmando bajo el seudónimo de "Gopla". Fundó varias revistas y publicaciones periódicas de medicina entre las que destacaron "Cádiz Médico", "Prensa médica gaditana" y "El niño".

Fundó asimismo la Unión Médica Gaditana, y creó los "Concursos anuales de higiene popular y cultura física" que perduraron durante más de 25 años.


Murió en Cádiz el dieciséis de septiembre de 1928. 

Por acuerdo de ocho de mayo de 1935, el Ayuntamiento  acordó rotular como "Doctor Gómez Plana" a la calle Jabonería en el Barrio de Santa María, que volvió a su antiguo nombre en la década de los ochenta, dedicando una nueva calle a don Bartolomé Gómez Plana en el casco nuevo de la ciudad. 

En la sala de sesiones del Ayuntamiento de Cádiz, hay una placa que lo recuerda: "Bartolomé Gómez Plana. Gaditano".