Resentido Carlos I de Inglaterra por el desaire que sufrió al serle negada la mano de la Infanta Doña Margarita, hermana de Felipe IV, apenas subió al trono mandó contra la Península una escuadra de 90 naves que, al mando de Sir Edward Cecil, Vizconde de Wimbledon, se presentó delante de Lisboa, no atreviéndose a atacar dicha plaza, continuó su rumbo a Cádiz, con orden de quemar la escuadra surta en la bahía de Cádiz, de tomar esta ciudad de buen grado o por la fuerza y saquearla. En esta armada anglo-holandesa, figuraban además de sir Edward Cecil, el entonces nombrado a la sazón General, Guillermo de Nassau y el Conde de Essex.
El día primero de noviembre de 1625, un centinela que estaba en el torreón del castillo de San Sebastián anunció una armada inglesa, al anochecer del día de su llegada, había entre 8 y 15 galeones españoles anclados en la bahía, junto con varias naves más. Alterando los planes previstos, el conde de Essex, a bordo del "Swiftsure", avanzó hacia ellos en solitario con intención de tomarlos; Edward Cecil, a bordo del "Anne Royal", fue tras él, gritando órdenes hacia los otros barcos de su flota para que le secundasen, pero éstos, siguiendo los planes iniciales, se mantuvieron inmóviles, y el conde de Essex cesó en su ataque.
Los galeones españoles se internaron en la bahía, yendo a refugiarse en la Carraca, esa noche los ingleses rectificaron sus planes iniciales de llegar por el Puerto de Santa María por la dificultad que suponía para el desembarco la poca profundidad de las aguas en esa parte, y por las informaciones que un comerciante inglés llamado Jenkinson, cuyo barco estaba anclado en la bahía, les trajo acerca del escaso número de soldados que defendían Cádiz, por lo que decidieron atacar el fuerte de San Lorenzo del Puntal, que situado en la parte más angosta de la entrada a la bahía, guardaba la entrada a ésta.
Cinco naves holandesas junto con veinte buques ingleses comenzaron a atacar el fuerte con fuego de artillería, que fue devuelto por los 120 hombres y 8 cañones españoles que lo defendían, viendo los contrarios tanta resistencia en poder tan pequeño, acudieron más galeras a combatir el fuerte. Los marinos ingleses, situándose detrás de los holandeses, dejaron solos a éstos frente al fuego español; sólo al amanecer, tras la pérdida de dos barcos holandeses, y obligados por las órdenes de sir Edward Cecil, los ingleses entraron en combate; poco después el propio Edward Cecil los mandaría cesar en el ataque: el fuego de artillería de los buques ingleses hacía más daño a su propia vanguardia que al fuerte de San Lorenzo del Puntal, el enemigo echó a tierra 10.000 hombres y comenzó a combatir a pie el castillo de San Lorenzo del Puntal, cuya defensa estaba a cargo del Capitán don Francisco Bustamante. Al amanecer del siguiente día, el castillo estaba ya muy maltratado y no quedaba en la fortaleza almena que no hubiese sido derribada, dos piezas habían sido desmontadas, pues las de las galeras enemigas habían respondido a nuestros fuegos con mayor daño y con mejor fortuna.
Más de 4.000 balas dispararon los ingleses contra el castillo. Desmontadas al fin todas las piezas, y con sólo treinta hombres, afligidos y desalentados por el hambre, la fatiga y las heridas, el Capitán Don Francisco Bustamante, se rindió con honra sacando sus hombres armados y su bandera en desfile por medio de los ingleses que ya habían desembarcado.
La ciudad, que sólo tenía suministros para tres días, fué abastecida por las galeras españolas que, llegando desde Sanlúcar, atravesaron las líneas enemigas. A pesar del fuego con el que las naves inglesas intentaban impedirles el paso, los barcos españoles consiguieron entrar a Cádiz con el apoyo de las baterías de artillería de la ciudad, varias embarcaciones más, saliendo de La Carraca y navegando por el caño de Sancti Petri, llegaron asimismo a la playa de La Caleta de Cádiz con toda clase de suministros.
Los resultados en esta jornada fueron fatales a pesar de todo para los ingleses, quienes perdieron lo más florido de la gente de guerra, pues don Francisco Girón, al frente de algunas fuerzas que acudieron apresuradamente el domingo día 2 desde Chiclana, Medina y Vejer por tierra y a bordo de las naves de Don Pedro Álvarez de Toledo; sumaban 4.000 hombres en la ciudad de Cádiz, consiguió rechazarlos auxiliados por las que llevó el Duque de Medina Sidonia, Capitán General de Andalucía, los ingleses desistieron de su empresa, viéndose obligados a huir, a causa de la heroica defensa tanto de la plaza de Cádiz, como de la Armada que estaba sobre las aguas de su bahía, que estaba mandada por el ya nombrado Don Pedro Alvarez de Toledo y Osorio, I Duque de Fernandina y V Marqués de Villafranca del Bierzo, Almirante de las galeras españolas.
Tomando en cuenta la debilidad de sus soldados, la falta de provisiones y lo improbable de un encuentro con las fuerzas españolas, en la mañana del día 4 sir Edward Cecil ordenó regresar hacia el castillo de San Lorenzo del Puntal, dejando tras de sí cien de sus hombres incapaces de seguir la marcha por la debilidad y la resaca, que fueron aniquilados por las fuerzas de Luis Fernández de Córdoba y los del Señorío de la Casa de Portocarrero.
El miércoles 5 las fuerzas inglesas retrocedieron hacia sus naves, donde embarcaron el jueves 6, hostigados por los hombres de Diego Ruiz, llegados desde Cádiz, y por los del Señorío de la Casa de Portocarrero, desde el puente Zuazo. Tras incendiar uno de sus barcos, en el que habían embarcado los cuerpos de los ingleses fallecidos, el viernes 7 salieron de la bahía de Cádiz reembarcándose precipitadamente con pérdida de algunos cientos de hombres y de 30 naves, haciendo rumbo a Plymouth.
El viaje de regreso fue desastroso. Los barcos holandeses, hastiados de la incompetencia inglesa, se marcharon sin previo aviso. Azotados por el mal tiempo, sin haber podido repostar comida y con la bebida echada a perder y racionada, las enfermedades se extendieron entre los marinos y soldados de la flota inglesa. De los 400 hombres que formaban la tripulación del buque insignia, el "Ann Royal", sólo 150 emprendieron el regreso, de los cuales 130 enfermaron durante el viaje de vuelta hasta su llegada al puerto de Kinsale (Irlanda) el 21 de diciembre. Dispersados por las tormentas del Atlántico, los barcos fueron llegando a distintos puertos ingleses e irlandeses en los meses siguientes. Las bajas se estiman en 1.000 hombres y 30 barcos.
De estos hechos y sucesos se manifiesta y lo confirma el testimonio del Rey Felipe IV dado en 1.° de diciembre de 1660, en que dijo: "Era Cádiz la Plaza de más importancia de esta Monarquía, y en que los enemigos tienen puesta la mira para invadirla".
La guerra entre España e Inglaterra continuaría oficialmente hasta 1630, aunque en el transcurso de ella no se producirían más enfrentamientos en la Península Ibérica.
Estupendo documento Brigadier. Hay momentos históricos en los que uno se le enaltece el sentimiento patriótico. Este es uno de ellos.¡Bravo por nuestros hombres! y siempre dignidad para los vencidos. Al fin y al cabo, pocas cosas justifican la muerte de las personas y mucho menos, si a ella los guían descerebrados propósitos imperialistas.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias.
Muchas gracias por la publicación de este artículo. Pocas noticia se tienen sobre el asalto de 1625, y éste es un magnífico documento. No todo fueron derrotas como el asalto de 1596. Muchas gracias.
ResponderEliminarsantidepaul
Todo un honor que Santiago Iglesias de Paul, escritor de libros y autor del titulado "1596, cuando a Cádiz arribaron los ingleses", el cual recomiendo, haya comentado y sobre todo le haya gustado este articulo. Muchas gracias.
ResponderEliminarMagnifica exposición de lo acaecido en la ciudad, durante el asalto a la misma en 1625.
ResponderEliminarSaludos,
Laura
Si es que está muy bien el artículo. Ameno y trabajado. Muchas gracias por su publicación.
ResponderEliminarSanti Iglesias
Magnifico articulo, entre por un comentario en facebook y desde ahora este blog pasa a mis favoritos
ResponderEliminar