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miércoles, 21 de diciembre de 2022

Mis articulistas preferidos. Manuel Llamas Baúza.

 Los astilleros Haynes. Por Manuel Llamas Baúza. 

Esta factoría naval, que contribuyó poderosamente al desarrollo comercial y económico de la bahía gaditana, puede decirse que es un admirable ejemplo de trabajo, constancia y voluntad. Fue en el año 1840 cuando Thomas Haynes, de origen inglés, estableció en Puntales unos talleres de fundición de hierro y metal, para la construcción y reparación de toda clase de buques de vapor de hierro. Los censos municipales de aquella época, nos indican que dicha industria se encontraba ubicada en Puntales, núm. 184. Los comienzo de le la misma, fueron modestos y sus talleres se instalaron en unas amplias casetas de madera, cuya construcción corrían pareja con las entonces existentes en estos lugares. Además de las actividades antes citadas, estos talleres se dedicaron también a la construcción de diversos objetos de hierro y metal, tales como cancelas, aljibes, estufas, campanas para las iglesias, husillos, calderas y maquinaria.

Corría 1876 y la primera apuesta seria, tras décadas de escarceos con pequeñas unidades, llegó de la mano de la Sociedad del Puerto Mercantil de Cádiz para la que se construyó el «San Diego». Se trataba de un barco grúa preparado para recibir piedras de hasta 20 Tm. Medía 15 m de eslora, 6 de manga y 3 de puntal y llevaba una máquina de vapor de 12 caballos de construcción propia. Para la misma sociedad se construyó también una lancha y draga a vapor. Otros trabajo en la misma línea fueron los alargamientos del «Ana Haynes» y del «Pedro», ambos de su flota, a los que se dotó de nuevas máquinas y calderas, y la construcción de parte de la almadraba de Sancti Petri.

Entre los principales trabajos realizados por esta factoría, en lo que pudiéramos decir su primera época, hemos de destacar la construcción del primer vapor de hierro mercante de España, el que se denominó «María Cristina» (1); seis gánguiles de hierro de 120 toneladas cada uno, para las Obras del Puerto de Cádiz, y las calderas de la goleta de guerra «Ceres».



Cuarenta y cuatro años después de su fundación, dicha empresa se trasladó a un lugar muy cercano del que antes ocupaba, en el que se levantó un espacioso local de mampostería de nueva planta, en el que quedó instalada dicha factoría, con el fin de “poder dar cumplimiento a cualquier pedido que se le hiciera, con más prontitud que anteriormente…”. Al modernizarse estos Astilleros, recibieron un gran impulso, siendo dotados de talleres de maquinaria, herrería, fundición, calderería y demás detalles y medios relacionados con la construcción y reparación de buques, hallándose toda su maquinaria movida por una potente máquina de vapor construida en dicha factoría.


Al frente de la Sociedad se encontraba D. Thomas Haynes Mudeman, en la que también trabajaban sus hijos Benjamín, Creswell y William (2), los cuales eran también peritos reconocedores de buques de importantes compañías extranjeras de seguros marítimos. Al

fallecer don Thomas Haynes, propietario de esta importante empresa, que contaba con sucursales en Madrid, Huelva, Algeciras y casa y talleres en Gibraltar, dicha razón social giró bajo la denominación de «Hijos de Thomas Haynes».

Pero en realidad la familia Haynes, no sólo dieron vida a estos astilleros, sino a otras muchas actividades comerciales, todas ellas relacionadas con el mar. En el año 1850 fundaron la Sociedad «Sur de Europa de Salvamento de Buques», siendo por ello la primera y única casa entonces establecida en nuestro país dedicada a poner a flote buques mercantes hundidos, para lo que disponía al efecto de toda clase de aparatos mecánicos, bombas de vapor, personal de buzos y para completar su equipo de salvamento. Construyó en sus Astilleros de Puntales, en el año 1892 el buque mercante «San Servando», equipado con los medios más modernos para dicho fin, de ahí que los trabajos efectuados por esta Sociedad fueran muy estimados por las compañías aseguradoras y armadoras.

Otra de las actividades a las que se dedicó la familia Haynes, fue a la pesca. Para ello adquirieron en 1876 seis barcos que dedicaron a la pesca de altura. Como complemento de ello, establecieron en Puntales unos talleres dedicados a la venta y reparación de los diversos artículos de pesca, consiguiendo con ello una laudable y doble finalidad: proporcionar trabajo a mayor número de familias de aquella Barriada y conseguir que el pescado se vendiera en nuestra ciudad a un precio más bajo, ya que por entonces era el alimento principal de las clases más modestas.

El comercio marítimo, fue otra de sus ocupaciones. Para tal efecto tenían la «Línea de Thomas Haynes», dedicada al transporte marítimo de pasajeros y mercancías entre los puertos de Cádiz, Tarifa, Algeciras, Gibraltar, Málaga, Tánger, Ceuta y Huelva. Estas líneas estaban atendidas por los vapores de hierro a hélice «Thomas Haynes», «Ana Haynes», «James Haynes», «Reina Cristina», «Península», «Cantabria» y otros, todos los cuales eran propiedad de los Haynes y fueron construidos en sus Astilleros de Puntales. También fueron consignatarios de buques de importantes compañías extranjeras de navegación.

Debido a su experiencia, en obras hidráulicas y pese a las numerosas actividades reseñadas, a la Casa de «Hijos de Thomas Haynes», le fue adjudicada la contrata de la construcción del puerto de Huelva. 

Para las citadas obras fue botado al agua en sus Astilleros de Cádiz, el día 10 de septiembre de 1885, un gánguil de hierro de grandes dimensiones que tenía una capacidad de carga de 235 toneladas y al que se le bautizó con el nombre de «San Fernando».

La apertura de los Astilleros de Vea Murguía, precedida de la instalación de la Compañía Trasatlántica en los terrenos de El Trocadero, supusieron una dura, y a la postre definitiva, competencia para estos talleres.

La actividad de los Talleres Haynes fue languideciendo poco a poco a lo largo de la última década del siglo, destacando la construcción en este periodo de los vapores «Gaditano», «África» y «Anita», todos ellos de madera, así como el «Primero de Puntales». En 1902 el astillero Haynes cerró sus puertas para siempre.

Los Astilleros de Haynes y las múltiples actividades comerciales que llevaron a cabo esta familia, de las que no hemos consignado todas, se tradujeron en la consiguiente prosperidad económica y laboral del Barrio de Puntales, con lo que su censo de población comenzó a crecer de forma acelerada. Por ello el Municipio quiso mostrarle su gratitud rotulando con el nombre de «Thomas Haynes» una de las calles de dicho Barrio.

Hoy, de toda esta intensa actividad comercial, sólo nos queda el recuerdo y el nombre de una calle, ya que el monumento sepulcral donde descansaban los miembros de la familia Haynes que existía en el antiguo Cementerio de los Ingleses, se perdió al desaparecer dicho cementerio.

(1) Su quilla se puso el día 6 de enero de 1881, teniendo lugar su lanzamiento al mar el 16 de febrero del año siguiente, con la máxima solemnidad y asistencia de las autoridades y numeroso público.

(2) William era conocido en la sociedad gaditana como José Guillermo. Cursó su instrucción básica en una escuela de Extramuros, luego fue enviado dos años a Inglaterra para volver a terminar su formación en el colegio de San Felipe Neri. A los 16 años se embarcó en un buque mercante y, tras recorrer varios países europeos, trabajó en la fundición, ejerciendo de maquinista, tenedor de libros, cajero e ingeniero.