Pasión por Cádiz

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Cádiz, Andalucía, Spain
AB ORIGINE SEMPER FIDELIS. IN PERPETUAM, SEMPER ET UBIQUEM GADES. QUI POTERS CAPERE, CAPIAT.

martes, 18 de agosto de 2015

Mis articulistas preferidos: Manuel Llamas Baúza

La explosión de Cádiz. 1947. Un caso sin resolver.

Una gruesa columna de fuego que se elevaba a considerable altura tiñendo el firmamento de un fuerte color anaranjado. La parte superior se transformó en un inmenso hongo del que brotaban miles y miles de partículas incandescentes.

Simultáneamente trepidaron todos los edificios de la ciudad, absolutamente todos, y atronó el espacio una detonación seca y de tan enorme intensidad y resonancia que, según supimos después, fue escuchada en todos los pueblos comarcanos y otros de las provincias de Sevilla y Huelva.

Las radios y la prensa nos dijeron después que habíase percibido, claramente, en Lisboa, causando en todas partes gran conmoción y alarma. Tal fue la fuerza de la expansión de los gases. Revista Brisas (Septiembre 1947)


La deflagración de más de mil cargas de profundidad, minas antisubmarinas y cabezas de torpedo en el Almacén Nº 1 de la Base de Defensas Submarinas de Cádiz produjo un enorme hongo de humo y polvo, seguido de un enrojecimiento del cielo visible desde toda la Bahía de Cádiz, Huelva y algunos pueblos de Sevilla, y cuyo ruido atronador fue oído hasta en la propia capital andaluza. El fogonazo fue tan espectacular que pudo ser contemplado incluso desde el acuartelamiento militar español ubicado en el Monte Hacho (Ceuta).

De inmediato se fue la luz en toda la ciudad, enmudecieron las líneas telefónicas y se produjo el corte en el suministro de agua por daños en la tubería general de abastecimiento. Se sumaban, por tanto, a la desgracia la incomunicación con el exterior, la falta de visibilidad para las labores de socorro, la carencia de agua para apagar los numerosos incendios que devastaban los astilleros y los alrededores de la base militar y la descoordinación de quienes, evidentemente, no estaban preparados para una emergencia de tal envergadura.


En el momento en que tiene lugar la explosión no se sabe a ciencia cierta cuál puede ser la causa de ésta. Muchas fueron las hipótesis, al menos durante algunas horas: un fenómeno de la naturaleza tal que un meteorito (eso se pensó al otro lado de la Bahía), que había explotado un gasómetro de la fábrica del Gas, que hubiesen estallado los depósitos de la CAMPSA o quizás la santabárbara de algún buque de guerra surto en el puerto, tal vez los Astilleros o tal vez algún polvorín. En aquel momento nadie tenía entera seguridad sobre cuál fue el desencadenante de la tragedia (al menos, nadie que se hallase fuera del recinto de la Base de Defensas Submarinas).

El terror paralizó los ánimos, y ni siquiera se produjeron, en aquellos momentos casos de tribulación colectiva. Fue un momento de incomprensible serenidad. Así reaccionó Cádiz entero en aquellos minutos inmediatos a la explosión. Fue como una sensación de muerte. Una muchedumbre que no sabía lo que pasaba en aquellos instantes decisivos ponía sus esperanzas únicamente en algo sobrenatural que los salvase de perecer. Después, en la cerrada oscuridad de la noche, sin agua, sin medios de defensa, un horrible desfile, que sobrecogía el ánimo, de heridos que caminaban como autómatas, sin saber adónde. Y de vez en cuando, un nombre, el de una persona que en angustiosa interrogante se clavaba en el aire negro, lanzado por labios que llamaban a un ser querido.


Y luego, a las tinieblas de la noche, se unió el patetismo de los gritos de auxilio y la tarea macabra de extraer de entre los escombros, los cuerpos maltrechos, desfigurados, rotos en la placidez de su vida habitual, por un latigazo de destrucción que les arrojó a la muerte o les hizo prisioneros del dolor físico y mental.

Hubo como un crujir de cristales, ruidos de puertas, cierros y balcones, miradores que caen, muros que se desploman con estrépito, sepultando personas, destrozando enseres. Un gentío que corría despavorido por calles y plazas, pasado el primer instante de inconsciencia, atropelladamente, lanzando ayees de dolor, gritos de angustia, voces de socorro.

A la luz de los reflectores de los primeros coches y camiones que acuden en socorro de los heridos, sin saber siquiera dónde van, se ven caras ensangrentadas. El faro de un coche ilumina la terrible escena que ofrece un cuerpo muerto, junto al que llora una mujer y unos niños. Una luz de carburo a la puerta de un hospital guía los pasos de aquel otro hombre que lleva en los brazos, con un destello de esperanza, sin saber la triste realidad, el cadáver de su hijo.

Cádiz está sin comunicaciones telefónica, ni telegráfica. Las líneas han sido destrozadas. La tubería general del abastecimiento de agua también ha sufrido importantes averías. Y próximo al muelle pesquero, a la entrada del Barrio de San Severiano, como consecuencia de la terrible explosión, se han incendiado los talleres de los Astilleros Gaditanos de Echevarrieta y Larrinaga. Pronto son un ascua, aumentando la tragedia. Se forma en ellos otro gran incendio cuyas columnas de humo y fuego se divisan desde larga distancia.


Acuden fuerzas del Ejército, de la Marina, de Infantería de Marina, al lugar del siniestro, y comienza la penosa tarea, en medio de la oscuridad, que sólo a instantes rompen los haces de luz que lanzan los reflectores de los barcos de guerra surtos en el puerto, y algunos faroles de aceite, de extraer cadáveres de entre los escombros, en un afán generoso de salvar vidas.

Hay un depósito de bombas que puede estallar, que está en inminente peligro. Sus envolturas están ya calientes. Y aquellos hombres consiguen, en un esfuerzo sobrehumano y heroico, aislarlas evitando así la segunda explosión, que hubiese aumentado en proporciones definitivas para Cádiz la catástrofe que ha sufrido la Ciudad.

El Alcalde de Cádiz, Don Francisco Sánchez Cosío, llegó a la Casa Consistorial diez minutos después de las 10 de la noche. Desde ese momento, en los portales del Consistorio Municipal se ha instalado el Cuartel General para la defensa de la Ciudad en peligro. Desde allí se cursan las órdenes necesarias. Enlaces establecen contacto con la Emisora Transradio para que lleven y reciban órdenes y peticiones de socorro y los mensajes de los que se aprestan a acudir en ayuda de Cádiz. Desde allí se disponen los primeros socorros al barrio siniestrado: médicos, ATS y elementos civiles son distribuidos.

El Almirante, Capitán General del Departamento Marítimo, Don Rafael Estrada, también está desde los primeros momentos en el lugar del siniestro, dispone lo conveniente, dentro de la esfera militar de su jurisdicción, para evitar mayores proporciones a la catástrofe, para socorrer a los heridos.

En el Gobierno Civil, el Gobernador interino Don Antonio Fernández Pernía recibe en aluvión el ofrecimiento de toda la Falange, que está allí, presta al servicio. Él los envía al Alcalde que ha asumido la superior capitanía del elemento civil.
A las dos horas, empiezan a llegar los socorros de los pueblos y ciudades próximas. La noche es angustiosa. Nadie sabe las proporciones de la catástrofe, exactamente, nadie se imagina que es tan grande. Los ojos se dirigen al cielo como queriendo arrancar de él el primer rayo de luz de la aurora.


¿Qué había pasado esa noche?

Lo que en realidad pasó es que en la Base de Defensas Antisubmarinas situada en lo que hoy es el Instituto Hidrográfico de la Marina, se habían venido acumulando desde principios de los años 40 una serie de minas y cargas de profundidad, que en febrero de 1943 se estimaban en 868 unidades de minas antisubmarinas de cuatro tipos (H-II, H-III, Rusas y Vickers Elia), a finales de ese mismo año se habían incrementado hasta 2.228 unidades, incluyendo ya cargas de profundidad de varios tipos.

Ese mismo año hubo un escrito en el que se presagiaba lo que ocurrió en Cádiz cuatro años después; en el mismo se advertía de la necesidad imperiosa de trasladar el depósito de minas a otro lugar lejos de la población civil ya que, en caso de explosión del mismo, ocasionaría una tragedia de carácter nacional, y que mientras se procedía al traslado de las mismas había que extremar la vigilancia y las medidas de seguridad para evitar que pudiera suceder ningún accidente.

Ante dicha nota se empezó a buscar un emplazamiento alternativo al depósito de minas, que al final sería en el denominado «Rancho de la Bola», en el término de Jerez de la Frontera, donde empezaron a construirse unos depósitos en 1944.

La seguridad existente en los depósitos de la Base de Defensas Antisubmarinas sita en el barrio de San Severiano era de risa, hecho que fue confirmado en varias visitas al mismo hasta poco antes de la tragedia.

En julio de 1947, un mes antes de la luctuosa fecha que persiste en la memoria de nuestros más ancianos paisanos, todavía habían almacenadas un total de 2161 unidades (solamente 67 unidades menos que en 1943), lo que da a pensar que en el gobierno dictatorial del General Franco poco menos que les dio igual los informes que les llegaban advirtiendo del peligro que se cernía sobre Cádiz, como se demostró también después de la tragedia, donde la ayuda a la capital gaditana fue totalmente irrisoria.

¿Accidente o sabotaje?

Durante las siguientes horas se barajaron diferentes teorías, algunas de ellas totalmente descabelladas, de las que hoy por hoy no hay ninguna que nos dé el 100% de la causa real que originó la explosión del depósito de minas. Estas son algunas de las más destacadas:

• Teoría de la experimentación nazi: Bien es sabido que desde principios del siglo XX hubo colaboración entre el gobierno alemán y los Astilleros de Echevarrieta-Larrinaga, adquiridos por el empresario vasco Horacio Echevarrieta en 1917. A partir de 1922 hubo un estancamiento en el sector naval que, unido a las dificultades de financiación del astillero, precipitó a las instalaciones a una profunda crisis que intentó solventar mediante la construcción de material ferroviario. Finalmente Horacio Echevarrieta vio la salida a sus problemas en la construcción de buques de guerra para la armada. Así surgió la idea de crear una fábrica nacional de torpedos y construir submarinos en Astilleros de Cádiz. Tras varias reuniones a alto nivel celebradas en Berlín a finales de marzo y comienzos de abril de 1926, en presencia de varios ministros alemanes y el propio Canciller del Reich Hans Luther, la colaboración entre Horacio Echevarrieta, el gobierno español y el alemán comenzó con una serie de acuerdos de gran envergadura cuyo proyecto principal consistía en la construcción en Astilleros de Cádiz, con tecnología alemana y piezas suministradas desde Holanda, del submarino E-1.

Después de la Segunda Guerra Mundial se habló que científicos alemanes de la Kriegsmarine estuvieron inmersos en experimentos con nuevas armas, incluido un submarino impulsado por energía atómica o armado con torpedos de carga nuclear, en las instalaciones de la Fábrica Nacional de Torpedos. De hecho, después de la explosión, la radio BBC informó que la catástrofe de Cádiz había sido causada por el fallo de algún tipo de experimento con armas atómicas. Como se puede ver es bastante poco probable decir que la causa de la explosión fuese debida a dichos experimentos fallidos.

• Teoría de la conspiración: Ciertos documentos presentes en el Archivo del General Varela y que puede ser consultado en su totalidad en el Archivo Municipal de Cádiz, hablan de que la causa de la explosión pudo ser debida a un sabotaje, hecho que tomó mayor importancia tras otras explosiones en otros polvorines que acaecieron posteriormente. Hay varios documentos que pueden verse en dicho Archivo y que transcribimos a continuación:

o Carta manuscrita por un antiguo jefe de los servicios de contrainteligencia militar, fechada en octubre de 1947, y dirigida en Tetuán al general Varela:“Si Vd. cree que la catástrofe ocurrida en Cádiz fue un acto de sabotaje, creo que podría contarle una historia interesante relacionada con una que fue agente mía, del E. M., de los ingleses y de los alemanes y al final averigüé que era una agente rusa, que sabe seis clase de letra a la perfección, seis o más idiomas, conoce todas las armas de guerra y tiene estudios de laboratorio y está liada maritalmente con un oficial de la marina de guerra con el que ha tenido tres hijos.No me cabe la menor duda de que si ha habido sabotaje, esta Sra. tendrá parte en el mismo. Siendo agente mía tuve que hacer que trasladaran al marido al interior, para quitarle de la zona portuaria con Gibraltar pero consiguió que trasladaran al marido a Sanlúcar de Barrameda. Si Vd. me dice a qué hora le puedo ver, yo iré a verle, lo que puede decir a mi casa por teléfono (teléfono 508)”.


o Nota informativa policial emitida el 3 de enero de 1948 por la Brigada Político-Social de la Dirección de Seguridad de la Zona del Protectorado: “El pasado mes de mayo pasó clandestinamente de Francia y destinado a la región andaluza, un destacado miembro de la CNT (fracción de Federica Montseny) llamado “FRIAS”, natural de Granada, y que enviado por el Comité Nacional de dicha organización en la nación vecina, tenía por objeto organizar en la región andaluza los grupos específicos que habían de llevar a efecto toda clase de sabotajes y actos vandálicos. Por conducto de Tánger (estafeta Copérnico) se recibió de Toulouse (Francia) una carta a finales de julio en la cual el “FRIAS” comunicaba al Comité Nacional, entre otras cosas de menor importancia, la siguiente noticia: Llego hoy de Cádiz, trabajo con nuestros hermanos de la Pirotécnica, pronto leeréis en la prensa mundial noticias sensacionales. – A los pocos días ocurría la catástrofe de Cádiz”.

• Hipótesis «NC» o teoría de la nitrocelulosa: Ésta es la hipótesis que, de momento, parece más verosímil. Si bien la inmensa mayoría de las cargas de profundidad que había en el depósito en el momento de la explosión contenían como explosivo principal TNT o algún derivado del mismo, había un tipo, fabricado en Alemania, denominado WBD, y que contenía un explosivo que fue muy usado hasta que se descubrió lo peligroso que podía resultar debido a su inestabilidad: el algodón-pólvora o nitrocelulosa. La hipótesis se recoge en el libro de J. A. Aparicio antes citado, pero el autor de la misma es un químico llamado Miguel Ángel López Moreno.

Debido a la inestabilidad del compuesto parece ser que una de ellas sufrió una explosión espontánea, que hizo de “espoleta” para que explosionase el resto de las contenidas en el depósito. Un hecho que había pasado desapercibido desde 1947 y que figuraba en un manual denominado «Material de cargas de profundidad», texto oficial de la Armada Española publicado en 1950, es que las cargas WBD contenían cada una 125 kg de algodón-pólvora. Al poco tiempo de la explosión de Cádiz y cuando todavía no se había clarificado la causa de la misma hubo una orden para que se desembarcasen todas las cargas de profundidad cuyo explosivo no sea TNT o se desconociera, existentes en España y que se manejasen con sumo cuidado, temiéndose que lo acaecido en Cádiz ocurriese en otro punto del país.

Una deuda pendiente con Cádiz.

Tras la explosión se intentó acallar lo antes posible la posible responsabilidad del Estado. Por supuesto el Estado nunca se responsabilizó de la misma, debido a que tendría que haber pagado unas fuertes indemnizaciones a las víctimas. Para callar bocas se procedió a la reconstrucción parcial de la zona por parte de la Dirección General de Regiones Devastadas, organismo que no tenía ni dinero ni materiales para proceder. De hecho, solo 80 familias de las 380 afectadas se vieron beneficiadas.

Horacio Echevarrieta perdió su astillero y no vio ni un céntimo, por lo que tuvo que disponer de su fortuna para intentar reparar la factoría de la que dependían miles de gaditanos de la época, no bastando para ello y se vio obligado a solicitar préstamos que le fueron denegados sistemáticamente. Al parecer había intereses por parte del Régimen para la caída del empresario vasco.


Por otra parte la investigación que pedía el pueblo gaditano para que se aclarasen las causas y los responsables de la explosión tampoco se llevó a cabo. De los tribunales civiles pasaron a los militares, por lo que todo se silenció y se impidió la declaración de los altos mandos del Departamento Marítimo fueran imputados en un delito de homicidio por negligencia.

Han pasado 68 años y todavía esperamos una respuesta concreta. Esperemos que con los años y gracias a investigadores como J. A. Aparicio, J.A. Hidalgo



Bibliografía
• José Antonio Hidalgo Viaña: Cádiz 1947. La explosión. Puerto Real (Cádiz). 1997.
• José Marchena Domínguez y cols.: Cádiz, 1947: El año de la explosión. Cádiz. 1997.
• José Luis Millán Chivite: Historia de Cádiz. Cádiz, siglo XX. Madrid. 1993.
• J.L. Gutiérrez Molina: Capital vasco e industria andaluza. El astillero Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz (1917-1952). Cádiz. 1997.
• José Antonio Aparicio Florido: La explosión de Cádiz de 1947 desde el punto de vista de la Protección Civil. Cádiz. 2003.
• José Antonio Aparicio Florido: La Noche Trágica de Cádiz: Testimonios inéditos de la Catástrofe de 1947. Cádiz. 2009
• Revista Brisas: Número extraordinario dedicado a La Catástrofe de Cádiz. Cádiz. 1947.
• Archivo Histórico Municipal de Cádiz: Archivo del General Varela (digitalizado).


 


 


martes, 11 de agosto de 2015

Los judíos deportados desde Cádiz

Moshe Yanai y los judíos evacuados desde Cádiz.

El antiguo monolito que conmemoraba los XXV años de paz, situado en la confluencia del paseo de Canalejas con la calle Argantonio de Cádiz, sirvió en octubre de 2013 como base para homenajear a don Ángel Sanz Briz, embajador de España en Hungría y conocido con el sobrenombre de "el ángel de Budapest", a Moshe Yanai, y a los más de 500 judíos que en 1944 zarparon del puerto de nuestra ciudad hacia Haifa, huyendo de la barbarie nazi que se extendía por Europa, quedando el monumento inaugurado por Adela Sanz-Briz Quijano, una de las hijas del diplomático español, y Josef Mor, cuñado de Moshe Yanai.


¿Nos hemos preguntado alguna vez cual es esta historia? ¿Quiénes eran todas estas personas a las que se homenajean?, ¿Cómo llegaron hasta Cádiz?.




El 29 de enero de 1944, sale una carta remitida desde la embajada británica en Madrid, firmada por Samuel John Gurney Hoare, vizconde de Templewood y embajador del Reino Unido en España durante esas fechas.   Dirigida a Sir Anthony Eden, político del partido conservador de dicho país y que llegó a ser primer ministro desde 1955 a 1957.

En ella relata el trabajo realizado durante el año 1943 por su institución con los prisioneros de guerra y refugiados que había en España, independientemente de los británicos evacuados que llegan a la cifra de 20.300, a los que hay que sumar personas de los diferentes países aliados de la segunda guerra mundial.

Lo interesante, lo que atañe en la historia local de Cádiz, es que en dicha carta se refiere a la evacuación de unos quinientos judíos, la mayoría apátridas, que fueron embarcados en el puerto de Cádiz con destino a Haifa, entonces protectorado británico, y cuyo trabajo fue supervisado por el Brigadier Toor que encontró muchas dificultades debido a las intrincadas conexiones militares españolas.

En ese grupo de 500 personas, se encontraba Moshe Yanai, que tenía como anterior nombre Mauricio Palomo, el niño sefardita nacido en Barcelona y deportado junto a sus padres y otros 500 judíos de toda Europa, que con su patrimonio familiar y la ayuda de la Embajada Británica en Madrid estuvieron confinados en el Hotel Playa de Cádiz, antes de salir el 22 de enero de 1944 en los barcos portugueses "Nyassa" y "Guiné", fletados por la Joint, asociación de ayuda a los judíos.

Muchos de ellos fueron salvados en la capital húngara por el diplomático español Ángel Sanz Briz, "el ángel de Budapest" logró rescatar a más de 5000 judíos de la capital de Hungría, gracias a la singular interpretación que hizo de un decreto promulgado por Miguel Primo de Rivera en 1924 sobre los judíos sefardíes, herederos de los expulsados por la Corona de España en tiempos de los Reyes Católicos, a los que se le reconoce el derecho a tener la nacionalidad española.


Usando un subterfugio transformó 200 salvoconductos en 5.200, Dicho decreto fue derogado en 1930, aún sabiéndolo, Ángel Sanz Briz se acogió a él, con lo cual su mérito fue todavía mayor; en 1989 fue nombrado 'Justo entre las Naciones' por el Gobierno de Israel. 

Ese decreto ha entrado recientemente en vigor nuevamente.

Imagen del monumento a los deportados.

Para ampliar cualquiera de las imágenes, hacer 'click' sobre ellas.



domingo, 26 de julio de 2015

Gades romana. Breve historia


Gades, nombre romano de Cádiz, fue tratada por el Imperio Romano de una forma muy especial, debido a su rendición pacífica.
 
Adquirió el estatuto  de civitas foederata (ciudad federada de Roma), se la conocerá con el nombre de Augusta Urbs Julia Gaditana, concediendo a los gaditanos la ciudadanía romana. Este privilegio le permitió mantener su autonomía política y económica, aunque tenía que mandar tropas a Roma en caso de necesidad, y ello se vio beneficiado en la economía de la ciudad, que aumentó considerablemente, además de estar exenta de pagar impuestos.

 
La supremacía de la ciudad y su importancia bajo dominio del Imperio queda constatada con la construcción de dos vías comerciales que impulsaron el comercio terrestre de una forma tan importante como el comercio marítimo:
 
- La Vía Augusta, que unía Gades con Roma, pasando por otras ciudades importantes del Imperio, actualmente, la carretera N-340 sigue el trazado de dicha Vía hasta la altura de la provincia de Murcia.
 
- La Vía de la Plata, que unía Gades con Asturias y el Norte de la Península pasando por Emérita Augusta (Mérida).
 
 
Cádiz también está presente en la guerra civil de Roma, cuando los romanos del bando pompeyano mandaron construir barcos en Cádiz y saquearon el templo de Hércules (muchos coinciden con que este templo es el antiguo templo de Melkart).  Pero los gaditanos cierran a las tropas pompeyanas y éstas son derrotadas por el ejército de César. Gracias a este apoyo por parte de Cádiz al emperador, éste, en el año 49 a.C. le concede a Cádiz la ciudadanía romana y la eleva a la categoría de municipio, destacando en la oligarquía gaditana la familia de los Balbo, familia de larga tradición fenicia, que adopta el partido del César, hasta tal punto que en De vita Caesarum, Suetonio cuenta como Balbo lleva a César al templo gaditano de Hércules-Hēraklēs-Melkart a rezar ante la divinidad romano-greco-fenicia.
 
 
La economía de Gades, tal como se menciona más arriba, estaba exenta del pago de impuestos a Roma, que unida a la elaboración del garum, las factorías de salazones, las construcciones y reparaciones de barcos, la ciudad, que contaba con circo y teatro, era puerto base para las rutas de importación y exportación de hierro, estaño, aceite, vino y tejidos, toda esta actividad hacía que Gades disputara supremacía económica a otras grandes ciudades del imperio. Además, la ciudad contaba con su propia moneda para facilitar el comercio; el anverso mostraba a Hércules, su fundador, y el reverso mostraba uno o dos atunes. En éstos y posteriores años se hacen famosas las puellae gaditanae, bailarinas de Gades, como la citada por Marcial, Telethusa.

Estrabón nos cuenta como César abolió algunas costumbres gaditanas autóctonas por considerarla bárbaras, aunque esto no tuvo que tener una importancia relevante para la ciudad. Pero, al igual que en todo el Imperio, la decadencia económica y la inestabilidad política se empieza a dejar notar en la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo III y durante el siglo IV, hasta que el Imperio entero caerá bajo la dominación de los pueblos bárbaros.
 
Hacia el año 4 d.C. nace en la Gades romana Lucio Junio Moderato Columela, escritor y militar con grado de Tribunus militum, contemporáneo de Séneca. 
 
En cambio, su interés principal fue la agricultura, sentando bases que han llegado a nuestros días plasmados en De re rustica libri XII que trata sobre agricultura. Asimismo, tiene tratados sobre árboles De arboribus y jardinería.
 
La obra de Columela es considerada el repertorio más amplio y documentado sobre agricultura romana.
 
 La potencia del Gades romano fue difuminándose con el paso de los años, hacia el siglo V de nuestra era, en que cae en poder de los godos, Cádiz no es más que un recuerdo ruinoso y monumental de su antigua prosperidad.
 

lunes, 29 de junio de 2015

Mis articulistas preferidos: Miguel García Díaz.

Manuel González de Rueda y Gil, figura y obra de un gaditano ilustre.
 
Coronel de Artillería de la Armada e inventor del sistema de cañones que lleva su nombre, fue de los pocos españoles condecorados con la Legión de Honor y las Palmas de Oro de instrucción pública de Francia.  Perteneció a esa ilustre saga de ilustres marinos españoles del siglo XIX, eminentes científicos e inventores de la que formaron parte Isaac Peral y Narciso Monturiol, hombres a los que en España no se les reconoció su auténtica valía.
 
El coronel don Manuel González de Rueda y Gil nació  en la ciudad de Cádiz, salada claridad, cuna de la gracia y la libertad, de gente a la vez extrovertida y receptiva, forma de ser de aquellos que viven de cara al mar.  Manuel no perdió nunca ese carácter, ese salero con el que se impregnó tomando las aguas de su bautizo en la gaditana parroquia de San Antonio, antiguo Campo de la Jara y plaza de Armas de la ciudad, donde en su infancia presenciaría muchos actos militares a los que le llevaría su padre, Condestable de la Armada, quien además le inculcaría el amor por la mar y por nuestra Marina de Guerra.
 
Hombre de acendrado patriotismo y de firmes convicciones religiosas, amante de la lectura, bues escritor y además poeta.  Los sonetos que escritos por él se han recuperado, demuestran buen estilo y su amor por Cádiz y sus mujeres. Me contaba su nieto una anécdota que prueba su buen carácter y esa forma de ser abierta del andaluz. Era propietario de una casa en La Navata, en la sierra madrileña. Cuando hicieron la carretera que pasaba pro allí, el tramo próximo a su propiedad tardó mucho tiempo en hacerse. El secreto de tal tardanza era que los obreros que la estaban construyendo, en sus ratos de descanso, disfrutaban de las tertulias que tenían con Manuel y que siempre se prolongaban al ser muy amenas y estar acompañadas de un gran botijo con agua de pozo bien fresca, hogaza de pan y embutidos... y para los más atrevidos en vez de agua, un buen vino, que les obsequiaba Manuel y su mujer, María, una malagueña risueña, graciosa y cantarina, y si además les trataban de esa forma tan abierta, tan campechana, tan "a la andaluza", como cariñosamente la llamaban los lugareños a María, era lógico que se "dejaran ir".
 
 

Con catorce años Manuel ingresó como alumno en la Academia y cinco años después salió de teniente destinado a Cartagena. Tras su ascenso a capitán consiguió un destino en La Carraca (San Fernando) y embarcó en la fragata de hélice "Gerona", donde permanecería más de dos años realizando los servicios propios de su empleo y el de profesor: Ya en aquel tiempo traducía francés en inglés y mostraba grandes facultades y conocimientos de física, química y ciencias exactas.

Después fue destinado a la Junta de Experiencias del Departamento de Cádiz y a la Academia de Aplicación como profesor, destinos donde fue adquiriendo conocimientos y experiencia, tal fue así que en 1895 fue elegido para formar parte de la Comisión de Marina que fue enviada a Francia. 

En El Havre fue encargado de llevar la inspección de materiales y dos años después presentó el proyecto con memorias y planos de un cañón de 12 cm. y montaje de su invento que en un principio fue aprobado.  Intervino también en el alistamiento del contrato de construcción del crucero "Río de la Plata".  Permaneció en Francia durante cinco años, hasta ser destinado al Departamento de Cádiz en abril de 1901 y ascendido a comandante.

Con objeto de dotar del armamento correspondiente al nuevo crucero protegido "Reina Regente", se abrió un concurso para la elección de los cañones que habría de tener el mismo.  Tuvo lugar en septiembre de 1902 y al mismo se presentó la casa Schneider con dos ofertas, una con los cañones inventados por González Rueda, previa autorización del inventor, y que fue justamente la que mereció la elección y aprobación de la Junta Consultiva de la Armada, tanto por sus condiciones técnicas como por el precio.

En febrero de 1904 fue destinado en comisión para terminar y presentar un estudio de transformación de los cañones García Lomas de 10cm., trabajo que simultaneó con la inspección de los trabajos de construcción de sus cañones.  En marzo fue enviado a Londres como miembro de la Comisión de Marina de Inglaterra.


 Al año siguiente fue designado para representar a nuestra Armada en el Congreso Geográfico de Saint Étienne, recibiendo la medalla "Francis Garnier" y la propuesta para Oficial de Instrucción Pública de Francia.  En ese mismo año y con ocasión de una visita a España del presidente de la República Francesa, fue promovido a Caballero de la Legión de honor de Francia. Fue felicitado también por el ministro de Marina por los resultados obtenidos ante la Comisión de Pruebas con el cañón experimental de 15cm. del que era inventor y que se habían celebrado en el Polígono de Torregorda de Cádiz y además le fue concedida la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

En septiembre de 1906, fecha de su ascenso a teniente coronel, fue pasaportado a Ferrol a fin de facilitar los datos necesarios para la instalación de cañones de 15cm. en el "Reina Regente" y el 26 de septiembre de 1910 fue invitado para asistir a las pruebas de instalación de la artillería en el mismo. Siguió realizando infinidad de proyectos de los que era autor que no reflejo aquí porque prolongaría en exceso la extensión de este trabajo, concediéndole por ellos felicitaciones y la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco. Por Real Orden de 7 de julio de 1909 pasó a la situación de Supernumerario.

Por haberse dispuesto que se trasladara a Alicante en comisión de servicio, marchó a la citada ciudad donde el 11 de febrero de 1911 debía de encontrarse a bordo del "Reina Regente" cono ocasión de la visita del rey Alfonso XIII.  La familia conserva la portada del periódico ABC de fecha 16 de febrero donde se ve al rey con el coronel González Rueda y el ministro de Marina.
Retirado del servicio activo, continuó viviendo en Madrid, ejerciendo importantes cometidos en la Sociedad Española de Construcción Naval, en la que fue consejero y presidente de la Asociación Benéfica y de Previsión de los empleados de la misma como consultor auxiliar de la gerencia. Fue también Vicepresidente de la Cámara de Industria de Madrid.

En 1932 falleció su mujer volcándose en su hijo pequeño, Alejandro, junto con su otro hijo Manuel. Fue algo que marcó su vida para siempre. Su casa de La Navata le permitió practicar uno de sus aficiones favoritas: la jardinería.

El 18 de julio de 1936 se encontraban en La Navata. Su hijo Manuel se dirigía en tren a Madrid acompañándose de una bicicleta por si le hiciese falta para volver, los rumores bélicos eran muy consistentes, y cuando estaba a unos 20 kilómetros de Madrid oyó los cañonazos y se bajó del tren retornando a La Navata. A los pocos días aparecieron unos milicianos armados procedentes de Galapagar para interrogarles. A pesar de la tensión que se respiraba en el ambiente, Manuel se mostró con una gran entereza, educación y valor, defendiendo y explicando su situación como hombre ya mayor, viudo con dos hijos uno de ellos muy pequeño, con su hermana y una prima a su cargo.

También sabemos que incluso ordenó a su hermana que les preparase un café o algún tipo de aperitivo. A estos milicianos les impresionó esta conversación que tuvieron con él y la entereza que mostró. Le pidieron que por favor se fuesen de inmediato de la casa pues ellos no querían tener problemas con sus mandos militares, a los que les contaría que no lo habían encontrado en ella, y que desde luego si les ordenasen volver por la casa en los próximos días, sería para llevarle arrestado a sus dependencias militares de Galapagar.

Ese mismo día recogieron lo que pudieron, sacrificaron las gallinas y regalaron el resto de animales de granja que tenías a algún vecino de confianza de los que permanecieron mas tiempo en La Navata.

A la mañana siguiente mucho antes de amanecer, su hijo Manuel enterró en la parcela una cubertería de plata, varias armas de caza y varias pistolas.  Después de varios años aparecería por casualidad al reparar una tubería de suministro de agua una caja metálica de las que compraban con bobinas de hilo, conteniendo una pistola casi en descomposición por el óxido que presentaba y uan caja de balas en perfecto estado.

Al amanecer, salieron de La Navata con destino a Madrid con gran pena e incertidumbre sin conocer los acontecimientos que les esperaba.  Durante la guerra no volvieron a ella.

En ella perdió gran parte de su patrimonio al no tener valor; ni ni el dinero ni las acciones bursátiles de que disponía, también se sabe que pasaron bastante hambre aprovisionándose de alimentos mediante cartillas de racionamiento y realizando trueques de objeto de valor por comida en el mercado negro.   Uno de estos mercados se organizaba en la calle Alcalá, muy próximo a la calle Hermosilla donde vivían.

En el año 1938, Manuel, que era muy fumador, cayó enfermo con una enfermedad pulmonar; y a pesar de sufrir una operación, el 20 de febrero entregó su alma a Dios, siendo enterrado en el cementerio de la Almudena en una fosa donde yacía su esposa María, su querida malagueña, la de ojos rebosantes de alegría y ganas de vivir.  Poco antes, en 1936, al Ejército Nacional le fueron necesarios sus cañones, los cuales volvieron a la vida para defender, esta vez, nuestra costas, pero eso es otra historia.

Hoy en día, gracias a las gestiones realizadas por sus nietos, existe en Galapagar-La Navata una calle que lleva el nombre de González de Rueda como homenaje a él y a su hijo Manuel, y en el Museo Naval de Madrid, se puede observar en una de sus salas un retrato al óleo de Manuel González de Rueda y Gil, además de una vitrina con sus condecoraciones y una maqueta en acero del cañón por él inventado.

lunes, 25 de mayo de 2015

Mis fotos antiguas de Cádiz

Dos fotos antiguas de Cádiz, correspondiente a un entierro de una religiosa en 1938.

Dimensión original de la imagen 1178 x 951.




lunes, 18 de mayo de 2015

La Guerra de Sucesión en Cádiz.

La guerra de sucesión comienza con la muerte del rey Carlos II en el año 1700 sin haber dejado descendencia, por lo que nacen dos facciones pretendientes al trono de España: Unos eran los partidarios del Archiduque Carlos de Austria y el otro bando eran los que defendían el trono para Felipe de Anjou.

El elegido como monarca fue el segundo, llamado Felipe V de la familia de los
Borbones, comenzando así la dinastía en España.  Pero el Archiduque Carlos de Austria no estuvo conforme  con esta decisión y formó una coalición en contra del rey instituido formada por Gran Bretaña, el Imperio Austríaco, Holanda, Prusia, Hannover y a partir de 1703 se unió Portugal.  Esta guerra es la que se conoce como la primera Guerra Carlista.

En este contexto de inestabilidad política, el 23 de agosto de 1702, aparecen en las
costas de Cádiz una flota de 207 barcos de las tropas aliadas.  Su intención era
tomar la ciudad para así poder penetrar hacia el resto de la península.  Pero el intento resultó fallido y tomaron El Puerto de Santa María y el Río San Pedro.

Debido a la falta de aprovisionamientos, la flota antes citada se retira  de la bahía de Cádiz no sin antes saquear Rota y El Puerto de Santa María.

Dos años después, es decir en 1704, los ingleses intentan tomar de nuevo Cádiz y se acercan a sus costas con 120 barcos.  La causa era apoyar un supuesto alzamiento cuyos miembros debían hacerse con el castillo de San Sebastián, aunque nunca fue un objetivo cumplido por esta flota.  En el resto de la contienda, Cádiz no será atacada mas ni tendrá ningún protagonismo, la guerra acaba en 1713 cuando se firma el tratado de Utrecht.

Todos los intentos de ser tomada que sufrió Cádiz durante la Guerra de Sucesión repercutieron negativamente en la hacienda gaditana, que ya las flotas de indias no pudieron desembarcar ni zarpar del puerto de Cádiz por lo que la economía se paralizó durante estos años.

miércoles, 15 de abril de 2015

El cuerpo de serenos en Cádiz

No dejan de ser curiosas las noticias del establecimiento de los vigilantes nocturnos llamados "serenos" en Cádiz. En varios puntos de Europa estaban funcionando desde fines del siglo XVIII, pero en esta ciudad era institución desconocida hasta que la planteó Don Felipe de Freyres, gobernador militar y político y subdelegado especial de política en esta plaza, el veinte de septiembre de 1830.
 

Desde el 11 de Octubre de ese mismo año empezaron a ejercer sus destinos los nombrados en número de cincuenta, que se distribuyeron por todos los barrios, cesando desde ese día los guardas o vigilantes particulares que por falta de serenos costeaban para sus calles algunos comerciantes o propietarios.

Su obligación era anunciar las horas con frecuencia por las calles de su demarcación respectiva, asegurar el tránsito a las personas, e impedir riñas y homicidios, fracturas de puertas o ventanas, escalamientos de casas, conducción de cajas, fardos o bultos.  Evitar gritos, carreras y escándalos por embriaguez, y en fin, todo lo que pudiera turbar el reposo de los vecinos.

Para defensa de sus personas iban armados de un chuzo y dos pistolas, un pito y un farolillo. En el invierno usarían para abrigo un poncho de paño con capucha.

De 15 de mayo a 15 de septiembre, saldrían a las once de la noche y en los demás meses a las diez, debiendo retirarse al toque de diana.

Después de un algo prolongado toque de pito, anunciaban la hora y el estado del tiempo sin usar de otras palabras que las precisas al intento, y repetían el anuncio en cada calle el número de veces que fuese suficiente para que se oyere en todas las calles.
 

El salario de cada sereno era de seis reales vellón diarios. Los vecinos podían contribuir al gasto con donativos. Lo que faltare para cubrir el importe, se supliría por la policía con el fondo de la contribución domiciliaria para el alumbrado.

El nombramiento de los serenos, correspondía a la autoridad militar. No se exigía que los aspirantes fuesen licenciados del ejército, y eso que aquellos tiempos eran de despotismo y un general quien los mandaba. Los liberales variaron esta libertad de elección en sujetos honrados y a propósito.

En vez de Comandante y segundo Comandante, mandaban a los serenos dos celadores que tenían la dotación de 15 reales diarios. Uno a las oraciones en una casilla cerca de la Plaza de San Antonio entregaba las armas y proveía de aceite a los serenos, y el otro al romper el día se presentaba en la misma casilla para recibir las armas y el parte verbal de lo que en la noche hubiere ocurrido digno de ser sabido por la autoridad.

jueves, 19 de marzo de 2015

El antiguo gobierno militar de Cádiz.

Está situado frente al Baluarte de la Candelaria. Fue construido en 1758, acabando la obra al año siguiente, dicho edificio se erigió con la finalidad de servir de vivienda a los ingenieros militares de la plaza y en su momento acogió hasta siete residencias o viviendas de los integrantes de dicha arma, la obra fue dirigida por el arquitecto Silvestre Abarca.

Es de estilo neoclásico, la fachada está decorada con pilastras y en su interior existe un patio con crujías y arcos sobre columnas de mármol, es notable también su escalera y la esbelta torre que fue añadida al edificio en el siglo XIX.

Fue sede del gobierno militar de la provincia hasta principios de este siglo, que es cuando el ayuntamiento se hace cargo de el edificio y lo reconvierte en el centro cultural "Reina Sofía" abriéndolo en 2006, alberga en su interior las exposiciones permanentes del gaditano Juan Luís Vassallo, uno de los mejores escultores del siglo XX.


Por otro lado acoge también el legado que la Familia Aramburu Picardo que ha donado a la ciudad de Cádiz.  La colección se compone de unas 86 obras, entre grabados, retratos, miniaturas al óleo, escenas campestres, religiosas o pinturas costumbristas.

También abarca unas 20 miniaturas al óleo, alrededor de 40 grabados, otra veintena de cuadros de distintos tamaños y algunas ánforas romanas.

jueves, 12 de febrero de 2015

La prensa gaditana en el siglo XIX

La prensa de Cádiz fue variada, fructífera, y muy universal en el siglo XIX y en los principios del XX, época en la que se dieron innumerables cambios políticos en la ciudad y en el país.

Teniendo en cuenta que las Cortes de Cádiz de 1812 habían decretado el 10 de noviembre de 1810 la libertad de imprenta, finiquitando con ello una legislación restrictiva, censora y convenida, porque la prensa hasta entonces estuvo controlada por el poder establecido sobre todo en lo concerniente a política, dejando solo un poco de margen a las publicaciones literarias y profesionales.

Por tanto, a partir de aquellas fechas, cualquier gaditano tenía la suficiente información de lo que sucedía a su alrededor, desde diversos puntos de vista políticos, con libre acceso a todas las opiniones en las que estuviese interesado. Además, también se vio beneficiado el comercio de la ciudad, ya que comenzaron a anunciarse en sus páginas las diferentes industrias y profesionales de Cádiz.

La tirada de algunos de estos periódicos no tenía porqué ser diaria, había algunos semanales, quincenales o mensuales

He aquí el listado de publicaciones, sin orden establecido y con los datos que he podido recopilar, abreviándolos en lo posible para no hacer una lista tediosa de títulos y fechas.

'El argonauta español', de la imprenta de don Antonio Murguía.

'Cádiz por dentro', que se anunciaba en 1908 como periódico festivo y literario. Editado por la Tipografía comercial.

'El cocinero', de 1893 también se anunciaba como el anterior y lo publicaban desde la Tipografía gaditana.

'El comercio', se editó entre 1842 y 1885 en la imprenta de don José Manuel de Uclés.

'Avisador marítimo de Cádiz' de 1873, se editó más de treinta años y anunciaba los movimientos portuarios de la ciudad.

'El conciso', cabecera emblemática de la prensa en los años constitucionales, ya que comenzó a publicarse en 1810 desde la imprenta de don Manuel Ximénez Carreño.

'El correo de Cádiz' editado por la imprenta del mismo nombre y que comenzó a publicarse en 1909.

'La correspondencia de Cádiz', salía de la imprenta 'La dinastía' y vió la luz en 1877.

'El demócrata', se definía como periódico independiente, comenzó a salir en 1898 desde la imprenta 'La unión'.

'Revista de primera enseñanza', editada desde 1874.

'Diana', era una revista universal ilustrada, editada también de la imprenta 'La unión' en 1909.

'La dinastía' periódico político de 1885.

'Diario mercantil de Cádiz', de 1820, era imprimido en la imprenta de don Nicolás Gómez de Requena.

'El eco montañés' noticiero de 1888.

'El faro', de 1919 y que se definía literalmente como 'Periódico del Magisterio, Gráfico, Informador, de la Lotería Nacional, de Anuncios, Literario, Defensor de los intereses locales y de la provincia'. Editado por la imprenta 'La unión'.

'Gaceta de la regencia de España e Indias', de 1810, lo editaba la imprenta real.

'El pueblo' político y sindicalista, gran defensor de la clase trabajadora, salió a la calle por primera vez en 1892.

'La correspondencia de Cádiz', periódico de corte político, se editó por primera vez en 1877.

'La información' periódico de la tarde, su cabecera estuvo desde 1875 hasta 1842 en la calle.  Fue editado primero por la 'Tipografía moderna' y luego por la 'Tipografía la gaditana'.

'Mercurio gaditano', tenía su propia imprenta y salió a la calle en 1814.

'La gaceta médica' revista quincenal de medicina y farmacia, de 1894.

'Crónicas de Cádiz y su provincia', noticiero de la capital y como su nombre indica, incluía noticias provinciales. Editado en 1883.

'La monarquía', editado por la imprenta de su mismo nombre en 1904.

'El manifiesto', al igual que 'Unión republicana' (1892) eran de corte republicano progresista, su primer número salió en 1885.

'La Palma', su cabecera añadía 'Diario de avisos, mercantil, industrial, agrícola y literario' editado por la imprenta de don Francisco Pantoja desde 1853 hasta 1896.

'El nacional', nacido a mediados del siglo XIX, editado por la imprenta del mismo nombre.

'El contribuyente', curioso periódico que gustaba a la vez a liberales y conservadores. Año de 1885.

'Plus ultra', se anunciaba como una revista quincenal. Órgano del comité de los Centros Comerciales Hispano Marroquíes de Cádiz.   Salía en 1914 de la imprenta de don Manuel Álvarez.

'Por ahí te pudras', semanario asaz festivo de 1909, también editado por la imprenta de don Manuel Álvarez.

'Juan Palomo', diario crítico y festivo, de 1885.

'El proletario', ya avanzado el siglo XX, concretamente en 1932 e impreso por el Establecimientos Cerón.

'El propagador del libre comercio', era el periódico de la Asociación Mercantil Española, editado por la imprenta de don José Rodríguez en 1847.

'El redactor general', de 1811 a 1813 editado por la imprenta del Estado Mayor General pasó a llamarse 'Redactor general' en 1814, y editado la imprenta del mismo nombre.

'Diario de Cádiz' fundado el 16 de junio de 1867, es el único que de forma ininterrumpida sigue publicándose a día de hoy.

jueves, 8 de enero de 2015

Los pilones de Cádiz

Los llamados 'Pilones de Cádiz' son dos torres metálicas, una de 156 metros y otra de 160, situadas en la zona interior de la bahía de Cádiz, por ellas discurre los cables de conducción de electricidad de alta tensión.

Son de diseño hiperboloide de una sola hoja y su autor fue el italiano Alberto Toscano en 1957, dicho proyecto debe su fisonomía a la escasez de acero que hubo en la época y a la imposibilidad de poder importarlo debido a las sanciones económicas que sufría el país.   Comenzaron las obras a finales del año 1957 bajo la dirección del también italiano Remo Scalla, 
era originariamente un proyecto del gobierno italiano para proporcionar electricidad desde la Italia continental a la isla de Sicilia, que fue desechado posteriormente.

El diámetro de la base de la torre es de casi veintiún metros y en el extremo superior es de seis, la diferencia de ambos extremos se debe a su estructura cónica.  Los travesaños que coronan las torres son de diseño romboidal y tienen una longitud de unos setenta metros aproximadamente, la distancia entre ambas torres es de mil seiscientos metros y la distancia mínima de los cables al mar es de cincuenta, se accede a lo mas alto de las estructuras por medio de una escalera helicoidal con algo mas de mil cien escalones que discurre por el interior, o bien por un ascensor que se puede apreciar por el exterior.   La llamada "Torre de Puntales" se puede localizar en google mapas colocando estas coordenadas: 36°30'29.97"N 6°15'44.13"W , y la "Torre de Matagorda" en estas: 36°31'7.59"N  6°14'56.82"W

Se inauguraron en 1960 y pasado el tiempo, concretamente en 2000, con motivo de su cuarenta aniversario, fueron iluminadas desde el interior dándoles una vista insólita desde toda la bahía de Cádiz, lamentablemente, esta decoración fue efímera, ya que de haber seguido con ella, hubiese sido un atractivo que habría llegado a estas fechas.  

En 1997, la torre de Puntales fue escenario de un curioso reto, donde el patinador Ramiro Naveros, patrocinado por el programa de televisión "¿Qué apostamos?", llegó a subir por sus escaleras provisto de patines en línea para hacer la prueba más dificultosa. En mayo de 2007 fueron declaradas bien de interés cultural.

Las personas que se aproximan a la ciudad pueden divisarlas desde bastante distancia gracias a sus cotas, aunque ahora también se pueden contemplar muy cerca de las veteranas torres, las puntas más elevadas del nuevo puente sobre la bahía de Cádiz, cuya altura sobrepasa los ciento ochenta metros.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Excmo Sr. don Eduardo Benot Rodríguez. Gaditano eminente.

Don Eduardo Benot Rodríguez nació en Cádiz el 26 de noviembre de 1822 en la calle de la Virreina, que fue demolida para ampliar la plaza de la Catedral, justo en los edificios que en la actualidad se encuentran enfrente a dicho templo.

Se educó en la escuela de don Antonio Hurtado, pasando luego al colegio de don Pedro de 0'Crowley, donde comenzó sus primeros cursos de inglés y francés.

Entró en el mundo del periodismo muy joven, cuando aún no tenía quince años. Escribió 'La defensa del pueblo', con veinte años dirigió el periódico 'La alborada' junto a José MacPherson, cuando cumplió veintiocho años ya tenía escritas trece obras de teatro.

Fue alumno del colegio de San Felipe Neri, en 1840 obtuvo plaza en la Diputación, con despacho en el Hospicio, donde fue nombrado oficial mayor en 1842, cargo al que renunció en 1847.   A su vez, en septiembre de 1843 entró a formar parte de la Milicia Nacional, con el cargo de cabo en la sección de artillería.

Sustituyó a Juan José Arbolí y Acaso en la cátedra de filosofía en 1848 de su colegio, en 1852 fue nombrado director hasta 1869 que adquirió la propiedad de la institución.  En esa época publicó sus célebres 'Gramáticas ollenodorffianas', la francesa en 1851, la inglesa un año después, la italiana en 1853 y acabó con la alemana al año siguiente.   En 1864 compró en París todo el material para montar un gabinete de física para el colegio, que fue considerado entonces como el mejor equipado de España.

Fue catedrático de geodesia y astronomía en el Observatorio de San Fernando, su obra 'Utilización de la fuerza del mar' le valió el título de Correspondiente de la Academia de Ciencias que publicó su trabajo.

Entra en política tras la revolución del general Leopoldo O'Donell en 1854 y fue nombrado concejal del ayuntamiento gaditano a cuyo cargo renunció.  Militó en el Partido Demócrata en 1866 y perteneció a la Junta Revolucionaria Provincial.   En 1869 al estallar el movimiento de los partidos federales de Andalucía, fué detenido por orden telegráfica del general Juan Prim, y estuvo preso en el Castillo de Santa Catalina, tras este suceso, fue elegido Diputado a Cortes por Jerez de la Frontera, venciendo al candidato de Prim por veintitrés mil votos de diferencia.

En 1872 fue elegido senador, pronunció su famoso discurso sobre cuestiones relativas a las colonias de ultramar que fue traducido a diversos idiomas.  Nombrado secretario de la Asamblea Nacional cuando abdicó el rey Amadeo I de Saboya, y proclamada la República, se le nombró ministro de fomento, cuyo cargo ejerció poco tiempo, renunciando a su sueldo de ex-ministro.  A su iniciativa se debe la ley del trabajo de los niños, donde se penalizaba el empleo infantil en la nación, además de la fundación del Instituto Geográfico y Estadístico.

Después del golpe de estado del general Manuel Pavía el tres de enero de 1854, se exilió a Portugal y trabajó en el periódico 'La Europa', hasta que Cánovas del Castillo consiguió que lo expulsaran de Lisboa, estableciéndose de nuevo en Madrid.

Entre sus libros más importantes, además de las citadas gramáticas, se cuentan 'Metrificación española, sinalefa y diptongos', 'Aritmética general', 'Resultante de los movimientos giratorios con aplicación a la astronomía', 'Cuadros sinópticos de Gramática, Psicología y Dialéctica', 'Nueva gramática francesa', 'Estudios sobre Shakespeare', 'Artículos científicos', 'Discursos académicos y parlamentarios', la zarzuela 'El martirio' y la obra dramática 'Mi siglo y mi corazón'.

Entre sus proyectos que no llegó a ultimar figura la fundación de un 'Banco Nacional Agrícola' y varios trabajos sobre cuestiones sociales y económicas.   Desde 1860 ostentaba el título de Correspondiente de la Academia Española, siendo nombrado académico de número en 1885.

Aún enfermo de la vista en sus últimos años, no dejó de producir hasta su muerte a los 85 años de edad, repitiendo siempre "Me he de morir sin acabar de hacer todo el bien que yo deseara".

Murió en Madrid, el 27 de julio de 1907.  En el salón de plenos del ayuntamiento de Cádiz, hay una lápida que le recuerda con un escueto 'Eduardo Benot. Gaditano'

sábado, 15 de noviembre de 2014

Mis fotos antiguas de Cádiz

Tres fotos antiguas de Cádiz, inéditas, realizadas en la plaza de San Antonio, calle Sacramento y Alameda Marqués de Comillas, hechas a primeros de la década de los años cuarenta del pasado siglo XX por miembros de la marina mercante alemana.

Tamaño original 1291 x 1620.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Mis articulistas preferidos: Moisés Camacho

"Hasta aquí y no más, Madre mía" por Moisés Camacho

El maremoto que asoló Cádiz el 1 de noviembre de 1755

Eran las nueve y media de la mañana del día 1 de noviembre de 1755. Cádiz había amanecido con una tensa calma, como un día más de todos los Santos en los que los vivos se acordaban de los muertos. Todo estaba preparado para las sesiones litúrgicas correspondientes. En ese momento la tierra empezó a temblar, cada vez más, hasta el extremo de mover los edificios con vaivenes. El temblor duró unos diez minutos, que se hicieron interminables y que causaron el pánico en la población, creando confusión, llantos y lamentaciones, pero al sosegarse calmó los ánimos de una población, al confirmarse que el temblor de tierra sólo había causado la ruina de casas que ya lo estaban.

El terremoto se había sentido de manera atroz en Lisboa, en Portugal, causando grietas de cinco metros en dicha ciudad, y provocando la muerte en la misma de unas 90.000 personas. La hipótesis más aceptada es que el epicentro estaba en la zona de fractura Azores- Gibraltar, al  norte del banco Gorringe.

Una superficie del fondo marino equivalente a un círculo de 300 km de radio bajó unos 30 metros durante el terremoto.

Se sintió este temblor en casi toda la península, pero el problema no fue sólo el terremoto. Tras la tempestad vino la calma y, luego, otra vez la tempestad. El mar se retiró precipitadamente, y volvió con una fuerza impresionante.

Las furibundas olas alcanzaron en el litoral gaditano los 15 metros de altura según nos cuentan los cronistas frente a los 5 metros que alcanzaron en Portugal.  Arrasó completamente la zona litoral de la Costa de la Luz, adentrándose en la Bahía de Cádiz. Pequeñas poblaciones como Conil desaparecieron literalmente del mapa, mientras otras como Sanlúcar tuvieron gran cantidad de víctimas humanas.

En Cádiz al divisarse las olas parecía que iban a destruir por completo la ciudad. Nos cuenta Adolfo de Castro que el agua entró por la Caleta, e inundó las calles y casas situadas en sus cercanías, tras haber destrozado la muralla que le hacía frente. Dice el mismo que hubo poca mortandad porque la mayoría de las personas subieron a las azoteas. Por la Puerta de Sevilla y por la del mar también entraron las olas, pero no con la fuerza que lo hicieron por la Caleta.

En la salida de Cádiz se juntaron los mares por el arrecife que conectaba con la Isla de León,  pereciendo ahogados todos los que iban huyendo en el camino. Los religiosos del convento de Santo Domingo expusieron al público la imagen de la Virgen del Rosario con el rostro vuelto a la Bahía. Retirada por primera vez el mar, Antonio Azlor, gobernador de la ciudad, dispuso que no se permitiese la salida de la ciudad por Puerta de Tierra por si se repetían las embestidas del mar. Manuel Boneo, capitán de granaderos del regimiento de Soria, que se hallaba de guardia en la Puerta de Tierra, al ver como la multitud en el caos corría a huir de la ciudad y sabiendo que iban a perecer, cerró la Puerta de la ciudad y, además, puso a sus tropas en guardia bayoneta en mano para resistir al pueblo que huyendo de un peligro se podía adentrar en otro peor, la muerte segura en el arrecife de salida de la ciudad.



Se estima que el mar llegó a la ciudad unos 78 minutos después del terremoto, así sobre las 11 y 10 llegó la primera ola, la segunda lo hizo a las 11 y 30, la tercera a las 12, la cuarta a las 12 y 35, y la quinta a la 13 y 15. Más o menos la cantidad de muertos se cifra en unos 200 en la ciudad entre los que salían por el arrecife y los que perecieron en la parte de la Caleta.

El gobernador Antonio Azlor en una carta a su sobrino el Duque de Villahermosa describiría el hecho como el mejor bosquejo que puede hacerse del día del juicio.

Los PP. Dominicos que ya habían puesto a la Virgen del Rosario de cara a la Bahía también expusieron el Santísimo en la Custodia desde las ventanas del convento de Santo Domingo. El obispo Fray Tomás del Valle, publicó un edicto exhortando a los fieles a dar muchas gracias a Dios y a la Virgen.

Las actas capitulares hablarían de la intervención divina de la Virgen del Rosario desde el 4 de noviembre cuando vuelven a establecerse sesiones.


Pero sin duda, el hecho que más llama la atención se produjo en el barrio de la Viña, en los restos de la Capilla que Fray Pablo de Cádiz había fundado en 1691 con la donación de terrenos por parte de María de Peñalva, cuando el fraile estableció quince Rosarios en Cádiz, siendo esta capilla encomendada al primero, el de la Encarnación. La capilla había sido totalmente destruida en 1754 en un incendio y sólo quedaban en pie un horno donde se celebraba de vez en cuando misa, y una sacristía adyacente, donde se guardaban las principales pertenencias de la cofradía que se había fundado en la misma, ya entonces denominada de la Palma.

En 2009, el hermano de la Archicofradía de la Palma, José Luis Ruiz encontró dentro del Archivo de la misma varios documentos en los que se recogen los hechos por escrito tan sólo tres días después del fenómeno, que nunca había sido divulgado con anterioridad y que confirma “la autenticidad” de los hechos. Se puede leer entre los documentos como la Junta se reúne un mes y medio después y decide que la fecha de salida de la Virgen se instaure en cada día 1 de noviembre y no en el 26 de diciembre como se hacía anteriormente.


Desde principios de Agosto del actual 2014, la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio Cultural de la Provincia de Cádiz (ADIP) en colaboración con la Archicofradía de la Palma, se está dedicando al estudio de todos los documentos que contiene el archivo, para ubicar históricamente y de manera científica este hecho y llevar a cabo una publicación con la documentación en facsímil y una edición modernizada, contando también con un estudio artístico de la actual iglesia y un estudio  histórico. De momento se encuentran en la labor de catalogación de los documentos, esperando tener para el 260 aniversario de los hechos listo el trabajo, al que intentarán unir una exposición permanente en la sede de la Cofradía con los hechos del maremoto que se titulará “Hasta aquí, Madre Mía”.

Esperemos que pronto vaya dando resultados notorios. De momento, y como avance podemos dejar el descubrimiento de un boceto de una enorme cruz de mármol encargada a los talleres de Andrea Andreoli que se supone estuvo en la entrada de la calle de la Palma (que incluso llegó a tomar el nombre momentáneo de calle de la Cruz) y que cayó víctima del mismo tsunami. También están contando con la documentación de los diferentes archivos, Nacional, Provincial y Municipal para conseguir elaborar un trabajo de investigación lo más correcto posible.

Si la virgen actuó, o si fue fruto de la casualidad, es cuestión de fe, pero seguro que los viñeros que vivieron el hecho en sí, tal y como se recoge en las actas, no tuvieron más remedio que justificarlos por la intervención divina de la misma, a la que Cádiz desde entonces venera, siguiendo los hechos vivos en la memoria colectiva de la ciudad.

Vídeo animación del terremoto de Lisboa de 1755 en el que se aprecia los daños sufridos en las costas de diversos países.







Foto 1: web la hornacina.com
Foto 2: sacristiadelreal.blogspot.com
Foto 3: cadizmascerca.blogspot.com