La Escuela Genovesa, su presencia en Cádiz durante el mil setecientos.
Imaginería
En estas esculturas, al dramático movimiento de los paños y la gesticulación de teatral elocuencia, se suma la policromía vivaz, centelleante y dorada, que pretenden aparentar ser figuras vivas dispuestas sobre los altares por el realismo de los encarnados. Así mismo, la policromía y las estofas se aplican simulando ricos tejidos como las sedas genovesas.
El ejemplo más paradigmático lo tenemos en Anton Maria Maragliano (Génova, 1664-1739), el máximo exponente de la escultura lígnea en la Génova de finales del s. XVII y primera mitad de s. XVIII. Su obra tuvo una gran difusión, llegando hasta distitnos puntos de la Península, sobretodo en Cádiz, y hasta las Islas Canarias. Se puede hablar del caposcuola de la escuela gaditano-genovesa.
Sus modelos fueron seguidos por los demás artistas genoveses que también dejaron su huella en Cádiz, como pueden ser Pietro y Francesco Galleano, Antonio Molinari, Domenico Giscardi o Francesco Maria Maggio, sólo por citar algunos ejemplos. Los artistas genoveses también establecieron su taller en distintos puntos de la provincia, destacando la producción de Jácome Vaccaro para Jerez y Tarifa. Otros fueron más allá y atendieron la demanda de nuevas imágenes de devoción requerida en las Indias, como es el caso de Pedro Laboria que marchó a Santa Fe (Colombia).
De entre los escultores nacidos en Cádiz de padres genoveses destacan los nombres de Juan Gandulfo y Jácome Mayo (hijo de F. Maggio).
Las lagunas documentales no han permitido identificar la obra de muchos escultores afincados en Cádiz de los que, sin embargo, sí sabemos sus nombres gracias a fuentes como testamentos, arrendamientos, o contratos de colaboración con otros artistas. Éste es el caso del propio hijo del Caposcuola, Giovanni B. Maragliano , Gerónimo Guano, Domingo Isigalos, Gian Giacomo Mazon o Vicenzo Ruisecco.
Retablos
El Altar de los Genoveses de la Catedral Vieja o el retablo mayor de la iglesia de Santo Domingo son grandes exponentes de ello. El italianismo de estas máquinas se concentra en el rico ornato de embutido o taraceas y cartelas con follajes, más progresivos que las carnosas hojarascas imperantes en la Andalucía dela segunda mitad de s. XVII. La fuerza y la complejidad de las estructuras hacen de estos retablos que sean obras de carácter.
Los retablos que encontramos en Cádiz de diseño genovés, recuerdan los trabajos de Andrea Pozzo, publicados en su obra “Perspectiva Pictorum et Architectorum”, t. II (1693-1702).
Mármoles
La distancia que separa la Liguria del Sur Peninsular no fue obstáculo para que llegaran a las ciudades andaluzas retablos, portadas, monumentos, esculturas, columnas o solerías. Todo ello, gracias a las fluidas y constantes relaciones marítimas entre Génova y Cádiz.
A finales de s. XVII comienzan a llegar a España obras escultóricas de maestros influenciados por el barroco romano de Pierre Puget, activo en Génova hacia 1660-1670. De esta manera, se renueva el lenguaje escultórico a partir de movidas composiciones y efecto pictórico de las superficies marmóreas, evidenciando fuertes contrastes de claroscuro en el tratamiento del quebrado de los paños, dispuestos en ritmos envolventes o aperturas espaciales de carácter berninesco y así resaltar la elocuencia del gesto.
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