Por ejemplo, resulta curioso ver como no siempre se dedican los nombres de las calles a personajes de renombre, cuya vida u obra resultan tan excelsas como para que se decida dejar constancia de ello para la Historia de una forma tan significativa como es el dedicarles una calle. El callejón de Cardoso ostenta este nombre con alguna que otra interrupción desde el s. XVI por las cererías de Cardoso, que se encontraban por aquella zona, es decir, un simple artesano que en aquella época se dedicaba a la elaboración de velas y cirios.
Gaspar del Pino es otra denominación que desde el s. XVII recuerda a un capitán que en aquellos años tuvo el honor de merecer ser recordado de esta singular manera aunque el paso de los años haya conseguido difuminar quien fue este personaje. Se cree que la calle Enrique de las Marinas toma ese nombre en 1855 de un afamado pintor local de la época.
En otras ocasiones las denominaciones de las vías públicas se toman de alguna referencia que sirva para que la comunidad identifique, sin ningún genero de dudas, a qué lugar se hace referencia. Este es el caso de la calle del Jardinillo (Cervantes en 1830) que recibe el nombre de un jardín situado cerca de la esquina de San José, o de otro similar que dio a la calle en la que se encontraba el nombre de Jardín de Ferrera (Barrocal en 1649), quedando posteriormente solo un árbol que sirvió para denominarla calle del Laurel (Barrocal en 1830). La proximidad de la cárcel y la posible localización en ella de algún establecimiento relacionado con la Justicia, parece ser el origen del nombre de la calle Bajada de Escribanos.
Algunas calles mantienen su denominación, de forma mas o menos ininterrumpida desde hace siglos. No deja de resultar irónico que la calle Nueva aparezca con este nombre en documentos fechados en 1615. De la calle Cuna vieja se tiene constancia de que en 1651 ya contaba con esta denominación. La calle Goleta también tiene esa denominación desde al menos 1615 con algún que otro cambio que no llegó a durar demasiado.
En 1610 ya existía la calle del Juego de la Pelota o la plazuela de Puerto Chico que en 1599 ya aparece registrada con ese nombre.
Otras calles ya no existen en la actualidad, debido a los cambios de configuración del entramado urbano. En este caso tenemos el callejón Bajo de los Descalzos que hasta 1830 discurría entre Puerto Chico y la plaza de la Cruz verde o la calle Villavicencio que en 1696, al no existir todavía la plaza de Candelaria, discurría entre Santo Cristo y Montañés.
La numeración de las calles en Cádiz también tiene su particularidad.
En la mayoría de las ciudades, las calles se comienzan a numerar desde la plaza donde se encuentra el ayuntamiento, que es la Plaza de San Juan de Dios, por ser la mas importante de la ciudad, pero en Cádiz no es así, aquí las numeración de las vías se asigna según la proximidad a la plaza de San Antonio. Esto se debe a que esta es la plaza de armas y por lo tanto la plaza de mas importancia de la ciudad. Lo mismo sucede con el resto de calles que dan forma al caserío de la ciudad.
Verdaderamente hay toda una intrahistoria detrás de los nombre del callejero de todas las ciudades, en muchos casos muy peculiar.
ResponderEliminarSaludos
Interesantísimo el artículo de Juanjo. Tengo un archivo que él mismo me envió con los nombres de las calles de nuestra ciudad. En la mayoría se especifica incluso los distinto que han ido teniendo a lo largo de la historia.
ResponderEliminarEs un trabajo maravilloso que espero él publique algún día para su gloria, y alegría de todos los que amamos a Cádiz.
Un abrazo al editor y al articulista.
Muy interesante y ameno. Si lo tiene a bien, me quedo por estos lares empapandome de Cadiz. Un cordial saludo.
ResponderEliminarSon unas curiosidades históricas de enorme valor y aportaciones y me es gratísimo darte mi enhorabuena por compartirlas para enriquecimientos de los seguidores en este espacio, al que el editor me ha hecho el honor de incluirme muy recientemente.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un abrazo para ambos.
Mari Carmen.