Esta torre, la que por encontrarse aislada y ser de gran altura, se contemplan desde ella bellísimos paisajes, desempeñó un importante papel en la Guerra de la Independencia y durante el asedio que el ejército francés puso a nuestra Ciudad. Las campanas de las torres de los conventos de San Francisco, la Merced y Santo Domingo, eran las encargadas de avisar al pueblo de los disparos de cañón que el ejército francés hacía sobre le Ciudad. Para tal fin, cada una de estas torres tenía establecido un vigía, él que al divisar el fogonazo en la boca del cañón y mientras el proyectil atravesaba la bahía, mediante un toque de rebato, avisaba al vecindario del peligro inminente para que éste se pusiera a cubierto de los obuses franceses.
Entre estos vigías alcanzó fama por aquel tiempo, por su serenidad y sangre fría nada comunes, el novicio Fray José Fernández, que tenía su misión en esta torre de San Francisco. Ramón Solís, en su obra “El Cádiz de las Cortes”, escribe que un día cuando después de tocar la campana avisando que los franceses habían hecho fuego, recibió un gran susto al comprobar que ésta había vuelto a sonar nuevamente impulsada por una granada que pasó junto a ella. Al instante el novicio no lo duda y con la campana gemela, continuó tocando a rebato de forma imperturbable.
También el escritor y político gaditano Antonio Alcalá Galiano en su obra “Recuerdos de un anciano”, dice que el novicio Fray José Fernández, con su característica sangre fría, cuando desde su puesto de vigía observaba que algunas granadas disparadas por los franceses caían en el mar, hacía un gesto característico de “corte de manga”, congratulándose de que éstos errasen en su puntería. Uno de los obuses franceses que, a pesar de no haber estallado, inutilizó una de las campanas de esta torre, se conserva en el Museo Iconográfico Histórico del Centenario de la Constitución de 1812 y Guerra de la Independencia (hoy Museo Histórico Municipal), ya que en el primer catálogo del mismo, editado en 1912, con motivo de su inauguración, en la página 189, puede leerse:
“Bomba caída el año 1810 en la torre de la iglesia convento de San Francisco. Encontrábase en dicha torre un lego de la Comunidad Franciscana, el que avisaba por medio de campanadas al vecindario las direcciones que llevaban los proyectiles enemigos. Esta bomba inutilizó dicha campana, teniendo que tocarlas señales con otra que existía, prosiguiendo así su humanitaria labor”.
Cuando hace unos años se elevó la fachada del edificio colindante a la iglesia de San Francisco, fue un gran acierto el seguir conservando aislada la torre, como siempre estuvo, porque aparte de conservarse su bella perspectiva, es una de esas pocas cosas que nos van quedando de un esplendoroso pasado histórico, cosas en las que los gaditanos debiéramos poner siempre el mayor interés por conocer y el mayor tesón para conservar.
Maravilloso el artículo sobre un rincón tan significativo para la historia de Cádiz de los últimos cuatro siglos... y muy acorde con los actos que conmemoramos en estos días
ResponderEliminarEnhorabuena Brigadier
Es una suerte que hayan conservado el patrimonio artístico de la ciudad, al menos en este caso, cosa que no todas las ciudades pueden contar lo mismo, ya que la piqueta y las mentes retorcidas han hecho verdaderos desaguisados.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo sobre lo expresado más arriba con Fco Espada, pero aún más es contar contigo para promocionar, mimar, defender y enriquecer nuestros tesoros y cultura a "tó er mundo".
ResponderEliminarYa esperamos espectante lo próximo que escribas, (no tardes mucho, killo).
Me alegro de verte activo de nuevo.
¡¡¡ENHORABUENA!!!
Un beso.