El doce de mayo de 1717 el rey Felipe V, firmaba la Real Orden que trasladaba la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz.
A partir de entonces se generó un importante número de edificios y espacios aún hoy visibles que condicionaron el desarrollo urbano de la ciudad. Hay que tener en cuenta que la ciudad pasó de cinco mil habitantes en el siglo XVII a tener cuarenta mil a partir de principios del siglo XVIII. Empiezan a aparecer las casas palacios o señoriales de Cargadores de Indias que eran a la vez viviendas y comercios/oficinas.
Los Cargadores de Indias incluían en sus hogares torres miradores. Así podían obtener mayor altura en sus azoteas y vigilar la llegada de las flotas.
También servían para el ocio, para tender la ropa recién lavada, disfrutar de las noches primaverales o veraniegas, etc. Disfrutando de ese espacio de todas las maneras posibles. Además de como protección frente al viento ya que estaban situadas principalmente a Poniente.
Hay un espacio, junto al antiguo Convento de Capuchinos, que toma el nombre de 'Las viñas de Malabar', propiedad de María de Peñalba, que se dedicaba al negocio de la cera y beneficiaria del convento. Se inicia una obra urbanística en ese espacio a finales del XVII y principios del XVIII que va a dar lugar a un barrio con trazado ortogonal. Este barrio se diferencia de los demás porque las casas tienen altura de dos plantas y las calles son amplias.
Derivado del espectacular crecimiento demográfico, aumenta el tipo de vivienda llamadas 'casas de vecindad', organizadas en galerías en torno a un patio.
Con esta amplitud demográfica y llegada de comerciantes, se hizo sentir el peso de la burguesía, ilustrada y laboral, en la vida de la ciudad. Cada comunidad aportó diversas tradiciones y generó en la ciudad nuevos espacios y diversiones hasta ahora desconocidas.