Desde tiempo inmemorial Cádiz dice adiós a los navegantes. Aquí se despedía ya a los marineros fenicios, romanos o cualquiera que zarpara desde nuestras aguas.
A partir de principios del siglo XVII, a los galeones que zarpaban rumbo a América cargados de aventureros, soldados, comerciantes, misioneros y sobre todo de mercancías que se echaban a la mar en arriesgadas navegaciones transoceánicas en busca de otra vida. A la caza de sueños, algunos posibles y otros imposibles.
La imagen era entregada por los Dominicos a la máxima autoridad de la flota que partía, y era devuelta cuando arribaban de nuevo a puerto.
Desde la Iglesia Conventual de Santo Domingo se procesiona la imagen de La Galeona, o lo que queda de aquella pequeña y primitiva imagen que se llevaban los marineros en sus viajes, pues fue quemada en los disturbios del 11 de mayo de 1931 en uno de los asaltos que sufrió la ciudad en diferentes lugares. Aunque sus restos se conservan dentro de la actual talla, obra del imaginero gaditano Juan Luis Vassallo Parodi a mediados de la década de los cuarenta del pasado siglo XX.
El primer uso fiable de la expresión 'Stella Maris' está en los escritos de Pascasio Radberto en el siglo IX, que escribió 'María, Stella Maris' como "Guía a seguir en el camino hacia Cristo, para no zozobrar en medio de la tormenta que alza olas en la mar".
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