En la Cuaresma de 1971, el periodista Antonio Pérez Sauci, entrevistó durante tres días a la élite de la capatacía cofrade gaditana.
Estas fueron las preguntas formuladas, las respuestas y las impresiones que a Pérez Sauci le produjo estos encuentros.
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"A nuestra Semana Santa le faltan colaboradores para seguir la labor empezada"
"Los cargadores y nosotros estamos mal pagados y es la vocación, más que nada, la que nos lleva a los pasos"
Carrera Benítez, Ramos González y Sanz Carrera sacarán a la calle, en los próximos días, diez pasos.
Ten cuidado, capataz. Que no se caiga una flor, que no roce un varal, que no arrastren los faldones, que no se apague ni una vela. Ten cuidado capataz, que tus hombres llevan nuestro amor, nuestro cariño. Ten cuidado, capataz.
El Domingo de Ramos se acerca ya. Entonces, ese día, cuando los Oficios hayan acabado, cuando los hossannas se difuminen con el sol, comenzará "nuestra" Semana Santa. Esa que el pueblo entiende con los desfiles procesionales. Esa que rememora a la cristiandad la Pasión. Esa que precipita la Gloria de la Resurrección, la Pascua.
Capataz, en Semana Santa, tú mandas y ordenas. Tu martillo mantiene tensos los corazones, alerta a los hombres, y a todos emociona. Capataz, disponte en esos días, a ser figura del Misterio más grande de la humanidad. Capataz, prepárate para encogerte y achicarte ante ese paso que vas a conducir y que porta la devoción, el fervor, de unos penitentes que han sabido confiar en ti lo que ellos más quieren.
La primera "levantá" está próxima. Los pasos de Santa Cena y Borriquita serán protagonistas. Desde entonces, hasta que la Sagrada Urna se encierre en Santa Cruz, muchos golpes de martillo habrán dado los capataces. Estos hombres, que como nadie en el mundo, saben imponer un ritmo y una prestancia grande a los pasos de misterio. Estos hombres, que con gracia gaditana, con salero, con garbo, con arrogancia saben alegrar el llanto de una Madre, consolándola, con ese mecido singular que nada más en Cádiz se debe hacer.
José Carrera Benítez, Pedro Ramos González, Francisco Sanz Carrera. Tres capataces. Uno solo. No hay preferencia. No hay orden. Y sí trabajo en equipo, en comunión. Pepe, Pedro y Francisco, capataces de la Semana Santa Gaditana. Raimundo Muñoz les enseñó. Y aún hoy cuida bien que las lecciones no se olviden. Y Raimundo, que tuvo a estos tres capataces a su lado, ha tiempo ya, con los botijos de agua que alivian la carga, y después como cargadores, no cesa de aconsejarles. Desde hace cinco años trabajan juntos. Desde entonces, armonía, ilusión. Y un constante espíritu de superación que admira.
Pérez Sauci: - ¿Por qué sois capataces?
Capataces: - Por vocación. Es algo que se lleva en la sangre, algo que se siente muy dentro. La verdad es que, concretamente, no sabemos explicarlo.
P.S: - ¿No hay entonces intereses crematísticos?
CC: - En absoluto. Es mucho mayor la preocupación, el jaleo que trae consigo que el dinero que se gana. Hay que reunir hombres, ordenarlos, trabajar con ellos muy de cerca. Hay que sacar la procesión a la calle. Ser responsable en todo instante de cuanto ocurra en el paso. En resumen, un continuo quebradero de cabeza.
P.S: - ¿Qué dinero ganáis?
CC: - Los cargadores, este año, van a cobrar trescientas cincuenta pesetas cada uno.
P.S: - ¿Y vosotros?
CC: Unas tres mil pesetas, que nos la repartimos. Como verás, no puede haber intereses financieros en nuestra misión.
P.S.: - ¿Cuántas cofradías sacáis a la calle este año?
CC: - En total siete. Entre ellas suman un total de diez pasos.
José y Francisco son primos hermanos, Pedro, el gran amigo. Entre los tres han logrado, reunir a un total de 180 valientes. Para mí, los cargadores son unos valientes. Porque arriman el hombre como nadie. Y no importa que cuando llegue el Miércoles Santo los tengan ya ensangrentados, hechos una pura llaga. Y no importa esto, porque su corazón de valientes le ha llorado cuando han levantado a la Virgen. Porque es tan grande su amor, su alegría, que las fuerzas no les flaquean, y la carga se alivia cuando a más de la madera hay que asomar al pueblo la grandeza de un Crucificado, la pena grande de un Nazareno y ese llanto que chorrea desde el palio de una Dolorosa.
P.S: - ¿Os fallan los cargadores?
CC: - Nunca. También por la sangre de ellos corre este "veneno santo" que nos envuelve durante estos días. Y eso que están mal pagados. En Jerez o en Sevilla, por ejemplo, cobran mucho más.
P.S: - ¿Ensayáis con anterioridad a los desfiles?
CC: - Nunca. La primera "levantá" es siempre la primera. No hay nada preparado. La manigueta sobre el hombro y arriba con ella.
Sucedió haces unos años. En Santa Cruz, el Cristo del Perdón iba a quedar en casa. Faltaban medios económicos. Pero estamos en Cádiz. Y en Semana Santa. Y el Perdón tiene que salir a la calle a levantar oraciones, a provocar saetas. El Perdón no podía quedar entre los cuatro muros de la Catedral Vieja. Estos tres capataces, con sus valientes, y con amor que en todo Cádiz no cabe, allá se fueron a cargar. A olvidar necesidades. Fuera intereses y fuera también de Santa Cruz, por nuestras calles, este Cristo del Perdón.
Gestos y detalles así hablan bien y mucho de estos capataces.
P.S: - Encontráis muchas dificultades en el recorrido procesional?
CC: - No faltan. La Virgen de la Victoria, el paso por el "túnel" de Cigarreras, Santa Cena... en fin, que cada paso tiene su dificultad, su momento comprometido.
P.S: - ¿Muchos sustos?.
CC: - Nunca faltan. Pero todos pasan. Y quedan en eso, en sustos. Siempre, en el instante crítico llega la solución y el paso sigue su marcha.
Semana Santa. ¿Es una feria?. Atrás con los detractores. Que tenderetes y castañuelas hay en todos partes. Que una cofradía, una hermandad, el amor de un capataz, la ilusión y el rezo peregrino de unos cargadores es mucho más serio. Atrás con los detractores. Que en Cádiz, mientras haya amor, mientras perdure la fe, "mi" Virgen y "tu" Cristo nos recuerdan mejor que nada el cénit de una Cuaresma, el apogeo de una devoción, la realidad de un sacrificio. Atrás con los detractores. Que tenderetes y castañuelas en todas partes hay.
P.S: - A vuestro juicio ¿Qué falta en la Semana Santa gaditana?
CC: - Todo el esplendor, toda la grandeza, es poco para nuestra Semana Santa. Y que no nos confundan. Que todas las flores son pocas para adornar la belleza de una Virgen. A las cofradías gaditanas, seguimos opinando, les faltan colaboradores para seguir la labor empezada. Entre todos, y estamos seguros de que así se hará, hay que hacer un esfuerzo grande para mantenerla, para sostenerla.
P.S. - Hay quienes critican la forma de cómo lleváis los pasos.
CC:- Cádiz ha creado escuela en este sentido. Sabemos llevarlos como nadie. Sabemos mecer con "ángel", con finura, con gracia, a una Virgen. Es una lástima, y aprovecho la ocasión para decirlo, que una cofradía como la de Las Penas, de San Lorenzo, tenga que sacar a su paso sobre ruedas.
José Carrera, Pedro Ramos y Francisco Sanz, capataces gaditanos, están ilusionados. También están preocupados porque la responsabilidad es grande, y porque estos días que anteceden a la Semana Santa, son de continuas y constantes preocupaciones. Estos, con Pájaro y Merello, son quienes dirigen los pasos de las hermandades.
CC: - Aunque nos duela algo decirlo, nos gustaría aprovechar esta oportunidad que se nos brinda para solicitar una mayor unión entre todos los capataces gaditanos. Que no haya roces, que no existan intereses. Que todos podemos entendernos magníficamente. En fin, que colaboremos todos.
Conozco en Sevilla y en Jerez la Hermandad de los Capataces, con la Virgen del Rosario como patrona. Y, perdonadme, amigos capataces, estoy seguro de que aquí, en nuestro Cádiz, también se sabe encontrar la colaboración total y amistosa. Por favor, que no haya rencillas, que no haya guerrillas. Que la competencia es sana y cristiana. Como vuestra causa. Y que, estoy seguro, al igual que con las borrascas, que estas cosas pasan. Que todo acaba en aras de un comienzo mejor, por más justo y más acorde con vuestros deseos.
CC: - Y no decimos estos porque entre nosotros, los capataces, haya peleas. Si no porque falta, creemos, esa unión necesaria e imprescindible para poner a todos de acuerdo y lograr que el fin, la salida a la calle de nuestros pasos, sea más esplendorosa. Que así sea.
El domingo, a las seis de la tarde, estos tres gaditanos, estos tres capataces, comunión de ideas, de intereses, amistad por encima de todo, pegarán el primer martillazo de la Semana Santa gaditana. Para entonces, "listos los de atrás", sus valientes sacarán además la primera cofradía. Para entonces, Pepe, Pedro y Francisco estarán preparados a gritar con fuerza su piropo a la Virgen, para guiar con voz firme los movimientos de sus hombres, para ser cargadores cuando la ocasión lo requiera. Para entonces, Pepe, Pedro y Francisco reservan la alegría del año en medio de tanta pena. Para entonces, tendrán reservada su primera saeta, con lágrimas de emoción, contentos de cofrade y sacrificio de trabajo. Ten cuidado capataz.
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"Ni con todo el oro del mundo se paga el meterse debajo de un paso"
"Nuestra Semana Santa es única y creo que cada vez será mejor"
Son casi las doce de la noche del Viernes Santo, Buena Muerte baja por la calle Santiago. Detrás, la Virgen del Mayor Dolor. En la plaza de Candelaria silencio total e impresionante. Las gentes se agolpan. El golpe de las horquillas, lento, parsimonioso, comienza ya a oírse. En ese instante, los corazones aceleran también el ritmo. La candelería de la Virgen va iluminando la angosta calle. Hasta llegar a la plaza. La voz del capataz es lo único que se escucha. Fuerte, firme, segura ¡Poco a poco!, no mecerla, cargador! El paso de palio avanza lento y ya asoman os primeros varales. Es difícil la salida. Pero hay pericia, corazón y nervio en el capataz y su cuadrilla. Y un corazón tan grande que ensancha la calle hasta que los candelabros de cola acaben de besar las paredes. Ya está la Virgen del Mayor Dolor fuera. Y el público sigue callado, emocionado. Y el capataz, adelante con la Señora.
Manuel Pájaro es el capataz de la Virgen del Mayor Dolor.
Manuel Pájaro Sancho, toda una institución, toda una escuela. Capataz desde hace treinta y siete años. Su abuelo -Manuel Pájaro- también fue capataz. Y su padre. Y su tío. La primera cofradía que sacó a la calle Pájaro fue la del Cristo de la Misericordia, del barrio de La Viña. Desde entonces, ininterrumpidamente, año tras año, Pájaro no falta a la cita.
Manuel Pájaro: - Estoy deseando conocer la Semana Santa de otras poblaciones. La de Sevilla y Jerez, sobre todo. Pero no puedo. Es mayor mi impulso y cariño hacia la nuestra, mi vocación, que es otra ilusión.
La costumbre hace la norma y provoca la ley. La generación Pájaro está ligada desde hace tiempo a la Semana Santa gaditana. Iluso sería pensar en un abandono a estas alturas.
M.P: - Mientras las fuerzas no me fallen, mientras tenga aliento, estaré sacando pasos a la calle.
En el Museo Histórico Municipal, conforme se entra, a mano izquierda, Pájaro tiene su museo particular. Naturalmente, relacionado con la Semana Santa. Es como su sacristía. Es donde, seguro, Manolo Pájaro se inspira, se ilumina, para después, cada día santo, en la calle, realizar de forma tan maestra su labor. Fue casi una desatención que tuve para con nuestro protagonista. Pero la verdad es que, conforme entré, estuve varios minutos dedicado a ver todas esas fenomenales fotografías, pergaminos y recuerdos, que en su particular sacristía se recogen.
M.P: - Soy un enamorado de la Semana Santa. Un "chalao" de nuestras cofradías. Todo vocación.
Pérez Sauci: - ¿Cree que falla algo en nuestra Semana Mayor?
M.P: - Nada. Todo está bien. Hay seriedad, orden, sentido penitencial en los penitentes. No tenemos que envidiarle nada a nadie. La Semana Santa de Cádiz es única. Cada año gana en esplendor, en riqueza. Nacen cofradías y otras se reforman. Vamos a más.
Sobre la pared de su museo cuelgan dos cuadros. En cada uno, un título. Los marcos están bien cuidados. En uno de ellos, el título de "Caballero horquillero de la Muy Ilustre, Real e Insigne Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario" de Granada.
P.S: - Hay quienes degradan vuestra 'profesión'. Vuestro oficio.
M.P: - ¿Es que acaso hay algo más sublime que presentar a la Señora al pueblo? ¿Es que acaso hay algo más grande que sacar a la calle al Nazareno de Santa María?.
Manolo Pájaro vive y siente la Semana Santa gaditana. A cada pregunta que le hacemos, a más de la respuesta verbal, nos hace esa otra -que vale tanto- y que se expresa en cada cuadro que hay colgado en las paredes de su despacho, de su museo.
P.S: - ¿A cuántos hombres vas a dirigir esta Semana Santa?
M.P: - Aproximadamente, a unos ciento cuarenta.
P.S: - ¿Fallarán algunos?
M.P: - ¡Nadie!
También se hace escuela para los cargadores. Generaciones enteras de gaditanos. Herencias de abuelos, tíos y padres. Los cargadores de cada año, sin ser los mismos, están conducidos siempre por el mismo espíritu. Misericordia, Humildad y Paciencia, Nazareno, Medinaceli, ¡capataz!, Pájaro, ¡cuida y mima tus hombres! Que el dinero poco importa cuando el corazón late con fuerza. Que es el corazón quien manda. Que es él quien de verdad empuja con fuerza a los hombres cada 'levantá' que tú mandas. Capataz, cuando el martillo golpea -entérate bien- no es al hierro frío a quien hiere, si no a la devoción, al espíritu de cada cargador, a quien estimula.
P.S: - ¿Están bien pagados tus hombres?
M.P: - Aquí ganan trescientas cincuenta pesetas cada uno. En Sevilla, por ejemplo, o en Jerez, llegan a cobrar hasta mil quinientas pesetas. Este año hemos logrado subir el 'sueldo'. A pesar de esto, y me agradaría que lo pusiera, ni por todo el oro del mundo está pagado el meterse debajo de un paso.
P.S: - ¿Cuántas cofradías sacarás este año a la calle?
M.P: - Especifiquemos, Humildad y Paciencia, Cristo del Amor, Luz y Aguas, Nazareno, Medinaceli, Buena Muerte y Santo Entierro. En total, doce pasos. Y esto sin contar los dos que quedan dentro de Luz y Aguas, por las obras de la Parroquia de San Antonio y los de la Cofradía de Columna.
P.S: - ¿Descansas algún día?
M.P: - Oficialmente sí. Pero la verdad es que en ese día me dedico a trasladar los pasos de un lado a otro.
Pájaro es el capataz oficial de Cádiz. En otro de los cuadros de su museo hay un pergamino en el que se deja constancia del acuerdo de la Junta de Gobierno de la Asociación de Caballeros del Rosario, y en el que se le nombra capataz perpetuo de la Patrona, en virtud de sus muchos servicios prestados a la misma. Pájaro muestra orgulloso -y hace bien- este título. Nada menos que el de capataz oficial de Cádiz. Nada menos que hombre de confianza de nuestra Patrona. La Virgen del Rosario, Pájaro, te lo tendrá siempre muy en cuenta. Porque conoce tu amor, tu dedicación, tu cariño hacia la tierra que Ella más quiere, la de Cádiz.
En cierta ocasión, dirigiendo Pájaro la cofradía de las Siete Palabras y a su paso por la calle Compañía, llegó la dificultad, lo imposible de cada paso. El ancho de la Cruz rebasaba los límites del acceso a la plaza de la Catedral. El paso no cabía. Nada de nerviosismo. Mucho de serenidad, de saber el oficio. Los penitentes continuaban su peregrinaje. El paso, parado. Y había que sacarlo.
M.P: - Fue uno de los momentos más difíciles de mi actividad como capataz.
El ancho de la calle, la estrechez de aquella salida. El cansancio de los hombres. Aquel balcón, o aquella esquina. Toda una serie de preocupaciones para el capataz. San José era carpintero. Y por lo que escriben los hagiógrafos, hasta bueno. El serrucho y el cepillo eran sus armas. La vida le aceleró su peregrinaje. Y allá que siguió a Cristo, junto a su Madre. Se me antoja acordarme del carpintero José cuando Pájaro llamó a ese otro que acompañaba al Cristo de las Siete Palabras, y le ordenó que se metiera debajo del paso para aflojar la cuña que sostenía la Cruz. Esta giró sobre su base y el paso salió de la calle Compañía.
M.P: - Recuerdo muy emocionado aquel instante. El público hasta aplaudió.
P.S: - ¿Improvisáis mucho en el recorrido procesional?
M.P: - Por supuesto. Y es que en cada calle, en cada paso, surge alguna dificultad. Algún coche mal aparcado, algún árbol... etc. Pero siempre encontramos solución.
A medida que avanza nuestra conversación, Pájaro se anima más y más. Una foto impresionante del Cristo de la Buena Muerte preside este museo en el que realizamos el trabajo. Casi sin darnos cuenta nos hemos trasladado a los días de Semana Santa. Casi sin darnos cuenta hemos visto a Pájaro ordenar a sus hombres la 'levantá', oír la voz de '¡Listos los de atrás!'. Pájaro tiene muchos martillos. En cada uno, un sonido distinto. En cada uno, la misma intención.
P.S: - Es muy difícil dirigir un paso?
M.P: - Eso es único. Necesita adiestramiento, conocimiento pleno del oficio. amor hacia lo que se lleva. Necesita algo que, la verdad, no se explicar.
Cádiz, para los capataces, es una ciudad estrecha, con muchas esquinas, con muchos encuadres. Dificultades por todas partes. Problemas en todo momento. Pero es tan grande el amor y la vocación de un capataz, los de unos cargadores, que todo se supera. Y así, la Virgen del Mayor Dolor sale a Candelaria, y el Nazareno a Santa María. Y así, Pájaro, en cada instante, ora el singular mecido, ora la armonía del paso que señalan las horquillas, ora la estrechez de esa calle que no quiere dejar pasar al Cristo o a la Virgen, va con su amor, con su rezo en voz alta rebasando estrecheces y provocando la oración callada, fiel y sincera que el pueblo dedica a su Virgen, a su Cristo.
Y cuando la saeta rompe el llanto, Pájaro, que conoce bien el sentimiento de su Cádiz, para el paso de la Virgen. Y le deja oír el rezo de su gitano. Y cuando una mano sale de un balcón aminora la marcha de sus hombres para que ésta alivie el deseo, promesa o ilusión de ese gaditano, que de cerca que quiere estar de su Cristo y de su Virgen, hasta le acaricia.
M.P: - A mucho orgullo tengo el ser capataz oficial de Cádiz, el pasear por las calles a la Patrona y a la Virgen del Carmen, a sacar de sus iglesias estos pasos repujados de oro y plata que portan trágicamente el dolor de una Madre y el sufrimiento de un Cristo.
Quiero destacar en estas líneas, la labor de dos hombres que me acompañan continuamente en la dirección de los pasos. Son José Berea García y Antonio Canales. En su día serán unos fenomenales capataces.
Los dos, desde luego, están ligados a una gran escuela, la de Pájaro. El capataz de Cádiz, quien pasea a la Patrona, quien conduce a la Virgen del Carmen, asomándola al mar, quien ensancha las calles de Cádiz -gran milagro- para que no haya obstáculo alguno. Quien, si pudiera, sembraría de rosas, que no de espinas, el camino de ese Cristo o Virgen que enseña a todo Cádiz desde hace más de treinta años.
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"Todo el que piense que nuestra Semana Santa decae, está completamente equivocado"
"El ayuntamiento debería subvencionar a las cofradías para ayudarlas en su pobre economía"
El Viernes Santo, al atardecer, cuando ya se han desnudado los altares, cuando Cristo ha muerto, sobre las ocho de la tarde, una mantilla gaditana va cortando el aire lleno de pena, por la calle Sagasta. La guapa moza, con su rosario en la mano, va a la Parroquia de San Lorenzo a buscar a su Virgen, la de los Dolores. Y cuando entre en el templo, el olor a incienso le envolverá en una locura de alegría y pena. De alegría, porque ya ve de cerca a la Virgen guapa. De pena, porque es tanto su dolor, tanta su tragedia, tan grande su llanto, que hasta la saya, el manto y el palio de su paso se han vuelto negros. Los hermanos que la quieren y la miman van con los pabilos encendiendo su candelería. Ya arde la cera. Ya está en la calle, en sus calle. Y poquito a poco, paso a paso, avanza entre la devoción de todos. La guapa con mantilla le canta en la esquina una saeta. Los cargadores, muy suavemente, la han levantado y se la llevan. Y el barrio, sus calles, quedarán esperando el regreso de la Virgen de los Dolores.
Manuel Merello Torres es consiliario de esta cofradía. Y es, también, el afortunado capataz del paso. Este año estrenará martillo. Se lo han regalado los cofrades en un homenaje íntimo y cariñoso que recordó los 25 años que Merello lleva, como cargador y capataz, ligado a la Hermandad. En un estuche precioso, en una de las vitrinas del recibidor de su casa, niquelado y grabado, está el martillo. Su golpe pondrá en alerta a los cargadores de la Virgen de los Dolores. Su golpe hará vibrar de emoción el corazón de los cofrades. Sabiendo esto, hemos admirado el martillo con mucho respeto.
Pérez Sauci: - ¿Llevas mucho tiempo como capataz?
Manuel Merello Torres: - Unos diecisiete años. Y entre capataz y cargador, de treinta y tres a treinta y cuatro años. A más de la Virgen de los Dolores -'mi Lola de mi alma'-, a la que estoy ligado desde hace veinticinco años. En la Cofradía de Sanidad llevo ya veinte.
Manolo Merello 'Rubio del aceite' es un polifacético de categoría. Rara es la actividad que se le escapa. Con su humanidad y su cigarro habano, su figura es de las que se distinguen a distancia. Muy seguro de cuanto dice, nunca vacila a la hora de las contestaciones.
P.S: - ¿Por qué eres capataz?
M.M.T: - Por vocación, porque me gusta con locura. Ya antes, como te he dicho, he sido cargador. Y siempre me preocupé mucho a la hora de aprender a dirigir y llevar pasos.
P.S: - ¿De quién aprendiste?
M.M.T: - Para mí, el mejor capataz que ha tenido Cádiz ha sido José Torre de los Reyes, que ya murió. También he aprendido de Esteve, Traverso y Pájaro, a cuyas órdenes he actuado como cargador.
Pájaro y Merello han sido grandes amigos. Y creo que siguen siéndolo. Y llega esto como recuerdo a una contestación que Carrera Benítez me hizo y en la que hacía referencia a la falta de una total colaboración entre los capataces. Es lógico que exista la natural y sana competencia. Pájaro es quien más pasos saca. Merello, quien con más cofradías trabaja.
M.M.T: - En total ocho. Cristo de la Misericordia y Virgen de las Penas, Jesús del Ecce Homo y Virgen de las Angustias, Jesús de la Sentencia y Virgen del Buen Fin, Afligidos, Cristo del Mayor Dolor y Nuestra Señora de la Salud, Virgen de los Dolores de Servitas, Descendimiento y Cristo de la Expiración.
La cofradía del Cristo de la Expiración consta de dos pasos. El Cristo lo conduce Merello. La Virgen, dentro de la misma procesión Carrera Benítez y sus compañeros. Una misma cofradía -asignada a Merello- con dos capataces. ¡Cómo negar la amistad entre ellos! El Domingo de Ramos no saca ningún paso nuestro capataz a la calle. El Cristo de las Penas, durante siete u ocho años, se ha encontrado siempre a Merello al borde de la canastilla. Pero sus cofrades decidieron ponerle ruedas al paso.
M.M.T: - Y entonces lo que necesitan es un chófer, no un capataz.
Todo evoluciona, conozco y se de más de una tendencia a suprimir los cargadores en los pasos. Quien así piense, quien así lo crea, no ha visto nunca mecer a una Virgen por su barrio, no ha visto sudar de contento y alegría a unos hombres, no ha visto nunca subir a pulso a un Nazareno o a una Dolorosa. Quien así lo crea, quien así piense no sabe lo que se siente cuando las horquillas anuncian en la plaza del Palillero la llegada de la Virgen de los Dolores de Servitas, la aparición de Afligidos o cuando las caídas del palio repiquetean como los ángeles en los varales. Quien así piensa no ha visto la Semana Santa gaditana.
M.M.T: - Es tan grande nuestra devoción, nuestro cariño, que capataz y cargadores, hasta dando dinero encima, sacamos a la calle a nuestro Cristo o a nuestra Virgen.
'Ni con todo el oro del mundo está pagado el meterse debajo de un paso', lo dijo Pájaro. Y en comunión de ideas y sentimientos, también Manolo Merello.
M.M.T: - Yo he cargado pasos por quince pesetas. Y por veintiocho, cuarenta y dos, por cincuenta... el año pasado los cargadores cobraron cada uno trescientas pesetas. Esta año recibirán, después de cada salida procesional, trescientas cincuenta.
Siempre un cargador ha venido a percibir una cantidad equivalente al jornal que los obreros reciben en el muelle, donde ahora pagan cuatrocientas veintiuna pesetas diarias.
M.M.T: - Comprendo que las cofradías demasiado hacen con poder alcanzar la cifra de trescientas cincuenta pesetas. El esfuerzo que hacen para ello es grande y digno de elogio. Y es que Cádiz, con sus ciento cincuenta mil habitantes, tan sólo hay unas cinco o diez mil personas ligadas a las cofradías, por lo que opino que una subvención del ayuntamiento a ellas sería lo oportuno. Pero una subvención importante, como de un millón de pesetas.
P.S: - Entonces, ¿está en decadencia la Semana Santa gaditana?
M.M.T: - Todo el que crea eso está completamente equivocado. Nuestras hermandades van a mas. Estimo que son ellas las que llevan la iglesia a la calle y que por muchos derrotistas que haya, siempre seguirán existiendo y haciendo sus recorridos procesionales.
Los antiguos, -que casi siempre llevan razón-, hablaban y no paraban de las dificultades que ofrece la salida a la calle de los pasos de la Cofradía del Ecce Homo, que radica en la iglesia de San Pablo. Por lo empinado de la calle, por los escalones que hay que salvar. Los antiguos -que siguen llevando casi siempre la razón- se reunían ante la iglesia para allá, atónitos y asombrados, ver cómo el capataz conducía el paso calle Novena abajo. La Semana Santa tiene momentos y momentos. Y me explico. En Semana Santa es grande ver la armonía, estricto orden y lucimiento de una cofradía por la calle Ancha. Es un buen momento. Y en Semana Santa, también, es recomendable vivir la alegría de una barrio, de una calle, cuando su Virgen, muy lentamente, toma camino de su templo, entre saetas y saetas, entre rezos y oraciones, entre el clamor de un pueblo que le ha seguido fiel por buena, bonita y santa.
P.S: - ¿Muchos momentos difíciles en tus recorridos con los pasos?
M.M.T: - Muchísimos. En principio, todo el recorrido de Misericordia, porque no hay una calle en su recorrido que esté bien asfaltada. Los cargadores sufren mucho. También la salida de la Cofradía de Sentencia, donde el paso cabe justo. Ecce Homo, Afligidos; la salida del túnel a Santiago de la Virgen de los Dolores de Servitas. El callejón del Tinte, difícil para todas las cofradías que pasan por allí. El trozo que va de Santa María a Jabonería... en fin, muchas dificultades.
¡Ten cuidado, Manolo, cuando la Virgen de las Penas pase por su barrio de La Palma!, ¡Ten cuidado cuando saques de San Pablo a la Virgen de las Angustias!, ¡Ten cuidado! Que el amor de cada cofrade en cada paso va puesto. Y, también -eres el único que lo hace- llegando a la plaza de Topete con tu Virgen de los Dolores y tu martillo nuevo. Ten cuidado Manolo, porque es cosa grande ser capataz. Y en Cádiz, más.
M.M.T: - Quiero aquí destacar la labor callada de unos hombres que colaboran estrechamente conmigo. Son Juan González Gilabert 'Juanaco' y Serafín Ferreiro Carvajal, que mandas pasos. En los pasos de palio llevo conmigo a Manuel Cárdenas García, que quien espero se haga un excelente capataz. Dos que hacen de 'listeros', pagadores y cargadores a la vez, que son Juan Payán Gallardo y Manuel Gámez Heredia. Son dos personas con quienes cuento mucho para el mejor desenvolvimiento de nuestra misión.
El Miércoles Santo, de la parroquia de la Merced, acariciando los dinteles, sale la cofradía de la Sentencia. Jerónimo Almagro, alcalde gaditano, es el prioste de la hermandad. En el paso de misterio van sesenta y cuatro hombres. En el de palio, con la Virgen del Buen Fin, cincuenta y cuatro. Estos soportan mayor peso que aquellos. Manolo Merello suda mucho ese día. Porque todo el recorrido es muy difícil, muy ajustado.
P.S: - ¿Se pasa muy malos ratos en el recorrido?
M.M.T: - Nunca falta algún que otro susto. Pero siempre se supera. Recuerdo que con la Virgen de la Victoria marchábamos por Columela a la plaza del Palillero. El paso no cabía y hubo que doblar las patas de la mesa y sacar adelante, a pulso, el paso. Fue algo emocionante.
P.S: - ¿Cargadores o costaleros?
M.M.T: - Cargadores. Considero que tiene mucho más mérito lo que nosotros hacemos. Trabajamos sobre un sólo pie y sobre un sólo hombro.
La Semana Santa gaditana, a decir de muchos, queda algo 'coja' sin la salida del Cristo Resucitado. La mañana del Domingo de Resurrección culminada con esta salida procesional, que siempre promocionaron los capataces y cargadores, Cristo Resucitado era el cénit, el 'non plus ultra', la gloriosa culminación de la semana más trágica de la cristiandad. La iglesia de San Antonio, en obras, impide esta salida procesional.
M.M.T: - Quiérase o no, capataces y cargadores sabemos permanecer unidos. Y esto se conseguirá cuando a partir de esta Semana Santa, y a través de la Junta de Cofradías, tengamos participación más directa con los problemas de nuestras cofradías. En la Junta todos seremos iguales. No habrá capataz oficial, y Pájaro, Gómez, Carrera y yo seremos los capataces.
A Manuel Merello le gusta mecer los pasos. Porque así cree que alivia más la pena de la Virgen, porque así la enseña mejor y la piropea por guapa. Manolo no duda en parar el paso que dirige cuando una buena saeta rompe el silencio de la oración y admiración callada. Manolo no duda en colaborar con las cofradías cuando éstas le requieren. Como no dudó cuando Manuel Campe -el mejor capillita que ha habido en Cádiz, nos dice- le solicitó para colaborar con Pájaro en la salida de la Procesión Magna, aquella que sacaba todos los pasos a la calle en una rememoración ordenada de la Santa Pasión. A Manolo le gusta dar la 'levantá' suave, sin violencias, que la Virgen y el Cristo hay que levantarlos a pulso, poquito a poco, como siempre se ha hecho en Cádiz.
Juan Traverso, Serafín Duarte, Ramón Vila son también hombres que tiene muy presentes en su conversación, en su recuerdo.
M.M.T: - Son éstos unos magníficos capataces.
Manolo también saca a la Virgen de la Palma el día 1 de noviembre. Y la pasea por su barrio entre el cariño de sus fieles. Manolo, en definitiva, es todo un capataz.
M.M.T: - En estos días movilizo a más de ciento treinta hombres. Pájaro y los Carrera otros tantos. Y me gustaría añadir algo más para exaltar el esfuerzo, tesón, voluntad y cariño de estos hombres por nuestra Semana Santa. En la mayoría de los casos, es más la vocación, la norma de cargar con el Cristo o la Virgen, que la necesidad económica o una mal entendida afición.
Hecho está. Nuestra entrevista con Manolo Merello ha finalizado. También, y la verdad es que lo hacemos con 'morriña', esta serie de entrevistas que hemos mantenido con capataces. Hay que poner el punto final. Pero antes, mi admiración a todos estos hombres y mi homenaje de respeto y cariño a ese otro capataz, Manolo Hernández, 'el niño del Chele', de quien bien se acordaron Pájaro y Merello en sus declaraciones. Manolito, cuando con la Oración del Huerto enfile las Puertas de Tierra con tus valientes, debes saber que este Cádiz que ve de cerca la Semana Santa te espera emocionado, porque tú también eres otro de los grandes.
ANTONIO PÉREZ SAUCI
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